miércoles, 31 de diciembre de 2014

Novela: "La Lámpara en la penumbra" (Extracto)

   ... Todo aquel ambiente caótico no era lo mejor para levantar el ánimo y sí que ayudaba mucho a sentirse deprimido. Me adentré por un camino que extendía con nitidez su trayecto ondulante por entre la loma pelada. Estaba rodeado de cientos de árboles ennegrecidos; eran cadáveres abrasados, sin su sabia, sin su corteza, sin sus hojas, sin su oxigeno, sin su belleza. En el suelo no se apreciaba más que las piedras y el color negro, todo el sotobosque había desaparecido. Los caminos parecían serpientes quietas en un terreno estéril. El silencio era sobrecogedor, nada se movía. El viento pasaba como un fantasma sin detenerse en ningún sitio, como si quisiera ignorar la tragedia. Los arroyos secos por el clima, eran como viejas heridas en un ser ya muerto. Ni rastro de animales, de verdor; un solo olor, un solo color. Mi ánimo se encogía cada vez más porque no encontraba lugar a la esperanza.

    Y de repente en un recodo del camino, como un milagro, apareció majestuoso un enorme pino que se erguía orgulloso y noble en todo su verdor. Alrededor de él como si su presencia fuera un manto protector, la hierba también aparecía intacta. Era como una isla verde en un mar negro. Era la viva imagen, de lo que mi abuelo siempre me indicaba cuando yo era pequeño. “Mira Roberto, no existe la oscuridad total, ni la luz total,  en la alegría y en el dolor nada es total. Cuando veas que todo está oscuro, busca y percibirás siempre un pequeño punto de luz. Cuando veas un bosque  quemado busca y encontrarás siempre un brote verde“   El recuerdo de mi abuelo y aquel árbol intacto me acercaba a  la esperanza, no dejaba de ser un punto de apoyo para confiar en que siempre existe algo o alguien que nos puede animar a vivir...


lunes, 29 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 37)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
 Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/36 - (Diciembre) 


... Siguiendo un plan previsto, la gente de Ramu optó por salir en gran número  a la carretera con la intención de recibirles. En silencio, con el semblante serio y mostrando poca alegría y algún recelo, se acercaron a los dos vehículos. El oficial que parecía estar al mando de la avanzadilla, saltó del vehículo con aire triunfalista y salvador, vomitando por su boca toda una serie de palabras dictadas:

—  Nos complace verlos sanos y salvos, venimos a salvarlos. Ya estamos aquí, jamás les habíamos olvidado… ¿Quién está al mando aquí, el alcalde, donde está?

Uno de los presentes se dirigió al oficial y le respondió.

—  Aquí no tenemos alcalde señor.

—  ¿Que no tienen alcalde, quien es la autoridad?

—  El pueblo señor.

—  Déjese de "coñas", e indíqueme a la autoridad.

Otra voz se alzó entre los presentes para responder al militar.

—  Señor, llevamos ya mucho tiempo sobreviviendo en condiciones extremas, como usted bien comprenderá. Se ha adoptado un régimen de asambleas para conseguir un orden y mantener el equilibrio necesario… esa es nuestra autoridad.

—  ¿Asambleas?… está bien, elijan a quienes les representen… antes de entrar en el pueblo tenemos orden de hablar con la autoridad… Volvemos en una hora.

    El vehículo ligero y la tanqueta, retrocedieron hasta llegar al grueso del ejército. En ese intervalo de tiempo y tal como ya tenían previsto, unos representantes del pueblo  se prepararon para esperar a la autoridad militar y conocer a través de ella el alcance de sus intenciones.

    Transcurrida la hora un efectivo militar algo más numeroso se acercó. En retaguardia un vehículo ligero con un banderín, indicando que allí debía estar el oficial al mando de la operativa. Se detuvieron nada más llegar al pueblo. El vehículo con el banderín, tras unos segundos de observación se adelantó para colocarse en primera posición. De allí bajó un militar algo orondo y con aspecto de no haber estado nunca en primera línea. Su voz sonó autoritaria, aunque sus palabras intentaban ser amables.

—  Vamos a ver, ¿Quién está al mando aquí?... me han hablado de no se que asamblea… Todos tranquilos eh, venimos a ayudarles.

    Se produjo unos instantes de silencio, hasta que surgió una voz de entre la gente.

—  Le han informado bien, tres de nosotros representaremos al pueblo.

—  Esta bien, está bien… vayamos a la alcaldía para hablar.

—  Permítame que le corrijamos Sr. Oficial… ya no existe la alcaldía, pero sí el edificio donde antaño estaba la alcaldía.

—  Esta bien, está bien… vayamos allí.

    Los tres representantes subieron a uno de los vehículos militares para dirigirse al edificio de logística, secundados por otros dos vehículos a modo de escolta. La tanqueta y otros vehículos con numerosos militares quedaron a la entrada del pueblo. Se observaba una cierta tensión entre ellos porque llevaban en guardia su armamento y no paraban de observar inquietos a todos lados. Desde la tanqueta, un soldado empuñaba una enorme ametralladora apuntando amenazadora hacia el núcleo de personas que allí estaban.

    La pequeña comitiva avanzó por las calles del pueblo cruzándose a su paso con más de una impávida mirada.  El oficial, un teniente coronel, no perdía el tiempo y giraba su vista a un lado y a otro, denotando en su rostro un cierto asombro por lo que estaba viento. 

—  Es obvio que ustedes no son unos salvajes como en Sareman… todo está en orden, bien cuidado…Umm muy bien cuidado… Excelente, ¿como lo han logrado?

— Con la voluntad de todos, Sr. Oficial.

— Teniente Coronel… teniente Coronel. Usted, ¿su nombre?

— Representante del pueblo…

— ¡He dicho su nombre!…

—Si hablo con un oficial al mando de un cuerpo de ejército, usted se dirige a un representante del pueblo.

—  ¿Qué intenta decir?… Explíquese.

—  Como usted comprenderá, aquí las cosas han cambiado. Durante cuatro o cinco años nadie se ha ocupado de nosotros. Ninguna autoridad vigiló por nuestro bienestar, al contrario, todos desaparecieron, ustedes el ejército también.  Ahora no nos dirigimos a una autoridad, sino a una persona y las personas tienen nombre.

—  Ah… bien., entiendo. Teniente Coronel Gregori.

—  Muy largo… mientras estemos aquí, Gregori. Mi nombre es Marcus.

—  Está bien… puedo concederles esa licencia, de momento y siempre en privado.

    Una vez llegaron al centro de logística, bajaron de los vehículos los representantes de Ramu, Gregori, un teniente y tres escoltas, los demás militares quedaron en los vehículos armas en ristre. Justo cuando las ocho personas penetraron en el interior del edificio, una muchacha se acercó sonriendo a uno de los soldados que en actitud de guardia esperaba fuera. Éste quedó prácticamente paralizado por la mirada y la actitud de la muchacha y bajó la guardia del fusil. Justo en ese momento, con armonía y gesto suave, la muchacha depositó una flor de geranio en el cañón de su arma. Uno de los oficiales, al ver el detalle se acercó al punto del incidente. Entonces alguien del pueblo habló.

—  Oficial, dígale a sus hombres que se relajen… somos gente de paz y además del mismo bando… que yo sepa ustedes son o por lo menos fueron nuestro ejército.

—  Lo siento… son las órdenes.

—  Mire a su alrededor… ¿Qué ve?

    El oficial primero mostró un semblante duro, pero no pudo evitar mirar el entorno tal como su interlocutor le había sugerido. Pero no respondió. Entonces la persona que estaba a su lado insistió.

—  No somos delincuentes ni entendemos que seamos un pueblo ocupado. Somos integrantes de su misma nación… ¿Que ve, Sr. Oficial?

— El oficial alzó la mirada, observó los campos cultivados en lo alto de las terrazas del monte, la calle limpia y bien cuidada con flores en los balcones. Los detalles de las parábolas solares en los tejados. Observó a las gentes vestidas con sencillez, sus rostros relajados pero expectantes, y entonces pronunció.

—  Todo parece que está en paz… no veo motivos para estar en guardia.
 ¡Soldados, descansen, pero permanezcan en sus puestos!


    Los soldados relajaron su actitud, bajaron las armas y destensaron sus miembros. Solo entonces pudieron liberar su mirada y darse cuenta en donde estaban. El oficial al mando tras dar las órdenes, giró sus pasos para ponerse a la altura de su interlocutor...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

viernes, 26 de diciembre de 2014

Poema: "Ansia de amor"

    Muchacha frágil y temerosa
de belleza delicada y primorosa,
sensible a la dulzura y al candor.
    Buscas en el aire la vida
y la vida traiciona tu fervor.
    Tus manos resbalan vacías
intentando crear el amor.
    Ficticios son lo héroes infundados,
ficticia es la búsqueda cansada
de cierta vana ilusión.
    Te embriagas de sueños entornados
y muere de sequía el corazón.
    Por soñar, sueña dormida,
y despierta alentando la vida.
    Un día, en una hora,
burlando cualquier esquina,
es fácil encontrar la ambición.
    No hay soledad alguna
si se es propicio al amor.
    El amor nunca traiciona
al que lo busca con calor.
    Siembra confiada la ternura,
pero defiende con bravura
tu sensible corazón,
y no anules la esperanza
de aquello que un día vendrá,
porque si así lo sientes,
lo que sientes… llegará.




jueves, 25 de diciembre de 2014

Meditaciones al alba: "Tregua de navidad"

   
A menudo me pregunto: ¿Existe tal espíritu?... ¿De que sirve?  Y es entonces cuando tengo que buscar una respuesta en los anales de la Historia.
En la parte del hemisferio norte que ocupamos, la Navidad coincide con el solsticio de invierno, son las noches más largas… que dan pie a un cambio de ciclo. Esto ha ocurrido durante milenios en la Historia y lo han interpretado todas las culturas. Y ese hecho lo han sabido captar también las astutas religiones.    
Se interpreta la Navidad como un signo de esperanza hacia el lado más noble del ser humano. Intentamos ser mejores… lo intentamos. En esos días, se reúnen las familias, se olvidan los rencores, se instala la alegría y también la melancolía por los ausentes…Luego cuando pasan esos días, nos olvidamos de esa nobleza y repetimos los errores.
De que sirve entonces ese espíritu… sigo preguntándome. Hurgo en   la reciente historia y obtengo una respuesta:
24 de Diciembre del año 1914, de forma totalmente incondicional, olvidando los oficialismos y las presiones, dos cuerpos de ejército, el del Imperio alemán y las tropas británicas, deciden parar la guerra en el frente occidental… Pasaron las semanas y siguieron despedazándose… pero en esos días, ganó la Navidad.

Resultado… creo en el espíritu de la navidad, creo en la esperanza de ser mejores, creo en el ser humano… FELIZ NAVIDAD 




Novela: Pueblo de Ramu" (Parte 36)


 Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
 Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/35 - (Diciembre) 

...
—   No entiendo como te puedes mostrar tan segura, han pasado muchos días…

—    Carlos, él volverá… no siento que haya desaparecido.  Hay momentos que tengo como una especie de bombardeo en mi mente, no paro de escuchar: “Estoy bien, estoy bien”

—    Quiera el cielo que tengas razón… yo no escucho nada, solo estoy cagado de miedo, él es mi mejor amigo.

—   Y para mí es algo más que un amigo… Carlos, ánimo, él volverá.

 En esos días, era Carlos precisamente el que sustituía a su amigo cuando en ocasiones se tenía que ir a buscar a Maia a la guardería. Hablando con la niña en el camino a casa, recibió otra extraña sorpresa… sin venir a cuento la pequeña le habló como si le quisiera tranquilizar.

—  Carlos… ¿estás triste?

—  Solo un poquito Maia…

—  Bruno está en las montañas…

—  ¿Como sabes eso Maia?

—  Él está en las montañas, lo sé.

Y la pequeña fiel a sus costumbres continuó enredando el camino a casa haciendo eterno el trayecto, primero una hoja de árbol en el suelo, luego una hormiga, un bichito, un charco y así hasta que la paciencia de Carlos se agotó y decidió subirla a sus hombros.

Habían pasado dos días desde que la segunda patrulla marchó, cuando sucedió que los vigías dieron una nueva alerta. Por la zona montañosa, a lo lejos, se divisaban hombres armados. Inmediatamente se dispuso la línea de defensa, activándose los cañones de niebla. Esta vez no disponían de la barrera natural del bosque sucio, el problema era que la zona montañosa aunque abrupta estaba demasiado abierta y no era fácil de defender. Solo disponían de la niebla y para ello decidieron hacerla lo más espesa posible. Optaron por que los vigías de la montaña retrocedieran y todos se mantuvieran al abrigo de la niebla. Los hombres armados deberían de estar muy cerca, pues no había duda de que el rumbo que mantenían era claramente hacia Ramu. Cuando hablaron con los vigías que estaban en la montaña sobre la naturaleza de los hombres armados, no pudieron determinar quienes podían ser porque éstos se encontraban demasiado lejos. No les quedaba otra opción que esperar ansiosos lo que pudiera llegar, quedando solo al amparo de la niebla y del extraño rumor que siempre se activaba justo cuando una naturaleza humana aparecía en el sector de defensa.

La espera resultaba tensa, confiaban en reconocer el momento justo en que los supuestos invasores estarían cerca, al coincidir con el rumor que también llegaría a sus sentidos.  Tras las últimas experiencias, aunque llevaban armas, confiaban en no tenerlas que usar. Además, tenían órdenes explícitas de no disparar a no ser que no quedara más remedio y siempre en defensa de sus propias vida… En un momento determinado, el rumor empezó a zumbar en sus oídos, era como un suave y un tanto molesto cosquilleo que cada vez penetraba más en el cerebro, hasta que se adaptaban a él y en ese momento notaban como un efecto que les ayudaba a concentrarse. Y sucedió que de repente… oyeron una serie de silbidos que resultaron tranquilizadores, al unísono de unos pasos serenos que estaban traspasando la niebla. Instintivamente la reacción de los defensores fue salir de sus trincheras y esperar a que las figuras se hicieran nítidas para así reconocer a los que solo podían ser sus compañeros.

Los signos de alegría se hicieron evidentes, llegaron los abrazos y las enhorabuenas. Siete personas todas reconocibles habían traspasando el umbral de la niebla, todos llegaban sanos y salvos, tres de ellos algo más demacrados.

Por primera vez en mucho tiempo se recibía a unas patrullas con alegría y enorme expectación. Eran signos evidentes de que las circunstancias habían cambiado y que tras esas reacciones se escondía la preocupación. La segunda patrulla no tuvo que avanzar en exceso pues al segundo día toparon con la primera formada por Bruno, Drope y Juanma. Llegaban algo exhaustos, sobre todo por falta de provisiones, su largo tiempo de estancia a la intemperie de las montañas y los muchos kilómetros que tuvieron que recorrer para evitar ser localizados.

La película de los hechos resultó ser altamente preocupante, efectivamente el ejercito se había instalado en la ciudad de Sareman. Cuando Bruno y los suyos llegaron a sus estribaciones, vieron mucho movimiento, resultó imposible penetrar en el interior de la ciudad como hicieron la anterior vez. Descubrieron que poseían muchos medios y que constantemente sobrevolaban helicópteros y circulaban patrullas por el exterior. Temiendo ser localizados tuvieron que esperar el momento oportuno para regresar. Ocurrió que al haberse adentrado demasiado, se vieron rodeados por los efectivos militares. Tuvieron que ocultarse y esperar el momento par infiltrarse por sus líneas y llegar a lo más abrupto de la montaña. Aun así les costó mucho evitar no ser localizados, y solo la suerte y su conocimiento del terreno evito lo peor. Todas esas maniobras acabaron por agotar las provisiones y debilitar su organismo para la larga marcha de regreso. Ya exhaustos, a dos días de Ramu, fueron localizados por la segunda patrulla, su ayuda fue fundamental para recobrar las fuerzas y poder llegar sanos y salvos al pueblo.

La decisión de las asambleas fue de tomar medidas de manera inmediata, el hecho de que una más que evidente patrulla del ejercito hubiera llegado hasta la línea del bosque limpio, acompañado de un supuesto habitante de  Sareman como guía, hacía saltar todas las alarmas. El ejército instalado en esa ciudad no tardaría en ocupar su pueblo, esa era la lamentable previsión.  Se decidió hacer desaparecer todos los registros personales de los ordenadores, así como la documentación que fuera considerada comprometida para las personas.  Para evitar posibles identificaciones de gente comprometida con el pasado, se optó porque todos aquellos que estuvieran viviendo en la que siempre fue su casa de origen se trasladaran de vivienda. Esa medida afectaba de lleno a la familia de Bruno, los cuatro integrantes tuvieron que dirigirse a otros domicilios. Por lo demás, la gran incógnita era saber con que intenciones llegaría el ejército a Ramu y el grado de investigación que traerían.

Todo el pueblo se preparó para lo que entendían como algo evidente. Algunas de las personas que por su pasado consideraban que pudieran estar en riesgo sus vidas, optaron por cambiarse el nombre y hacerlo figurar así en los registros. No era mucha gente la que se encontraba en situación comprometida, pero todos ellos se mostraban muy preocupados y alguno dudaba sobre si huir a la montaña o esperar acontecimientos en el pueblo. Se preguntaban que pasaría si el ejército se esforzaba en identificar a todos los habitantes, contrastando sus huellas dactilares con una más que posible base de datos.

Sejo y Tamara aunque aceptaron  trasladarse de domicilio, decidieron seguir llamándose igual, tenían claro que si iban a por ellos nada podrían hacer, si por el contrario el ejercito tomaba la opción de no hurgar en el pasado, todo iría bien o relativamente bien. Maia estaría con sus padres y Bruno tampoco cambió el nombre y decidió trasladarse a vivir con Louise.

Durante unos días hubo un cierto revuelo en el pueblo, hasta que todo se recompuso. Luego pareció amanecer la normalidad cuando intentaron seguir con sus quehaceres cotidianos, pero ya no era lo mismo, sus sentidos en alerta solo esperaban la señal que indicara la invasión. Las patrullas de vigilancia seguían con su cometido y la gente que se ocupaba de los cañones de niebla, los hacían accionar tan pronto oían un rumor en el cielo. Se preguntaban si la invasión sería por aire o por tierra, si ésta sería pacífica o violenta. En las asambleas, decidieron no defenderse con las armas y mostrar signos de no violencia tan pronto se iniciara la toma de Ramu. No tenía sentido una defensa violenta, porque la diferencia de medios sería abrumadora. Tenían claro que el rumor penetrante que también les había funcionado en la línea del bosque, sería poco o nada eficaz ante una invasión masiva y podría ser interpretado como un ataque, ante el cual no sería extraño recibir una desproporcionada respuesta. 


Pasaron dos semanas esperando acontecimientos, cuando ese día una enorme explosión a la altura de la carretera alertó al pueblo. Las patrullas de vigilancia regresaron raudas con la noticia, un numeroso cuerpo de ejército llegaba por la vía de acceso después de volar la enorme porción de roca que impedía el paso.  Un vehículo ligero acompañado de una tanqueta, hacían de avanzadilla. Circulaban a marcha lenta, tomando muchas precauciones. Cuando se encontraron a cien metros escasos de la entrada del pueblo, se detuvieron. En ese momento un altavoz sonó potente rompiendo el silencio y elevando la tensión: “Somos el ejército de la nación, venimos a ayudar, buscamos supervivientes, sabemos que son muchos los que están aquí”...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

martes, 23 de diciembre de 2014

Meditaciones al alba: Principio de sabiduría

-          . ..Un día el maestro quiso darle una lección al joven ante su insistencia y ansiedad  por ser sabio. Le acompañó hasta el río, se introdujeron en las aguas, el joven preguntó por qué estaban allí. Él le dijo: “quiero enseñarte a ser sabio “. Entonces con toda su fuerza, apresó al joven por los hombros y lo sumergió.  El joven luchaba por salir pero no podía con la fuerza que lo sujetaba, se estaba ahogando. Al fin el maestro permitió que su alumno saliera a flote y cuando ya hubo recuperado el aliento le interrogó: ¿Que es lo que más deseabas cuando estabas bajo el agua? Sin vacilar contestó el joven: “Aire, deseaba aire”. Entonces el maestro le dijo: “Te das cuenta como ser sabio no es lo más importante”… Justo entonces comprendió algo tan sencillo como que todo lleva su tiempo y que lo más importante es respirar...




(Breve extracto de mi novela: "La Lámpara en la penumbra")

domingo, 21 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 35)

 Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
 Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/34 - (Diciembre) 

 Pasaron unos cuantos días hasta que en el pueblo se decidió algo que pese a considerarse expuesto, entendían que era necesario. Se trataba de enviar una patrulla de reconocimiento lo más cerca posible de la ciudad de Sareman. Se solicitaron voluntarios y una vez más Bruno, junto con Juanma y Drope se ofrecieron. Se aceptó que fueran ellos tres sobre todo porque ya tenían la experiencia de su anterior expedición.

Quedaba un día para la marcha, Louise se enfadó lo suyo al saber la noticia pero conociendo como conocía a Bruno, aceptó su decisión y solo pensó en animarle, diciéndole que en todo momento estaría pensando en él. Los padres de Bruno se resignaron, también conocían su carácter y solo confiaban en su habilidad, estaban acostumbrados a verle salir de noche por las calles de Nalocebar en busca de esperanzas para sobrevivir. Carlos le deseó suerte y tan solo Carlota le dijo que estaba loco.

—  Es que no te vale con una vez… tu no deberías ir, ya arriesgaste lo suyo en su momento.

—  Bueno, como no es la primera vez, todavía irá mejor ahora… además se trata de observar, solo observar lo más cerca posible que podamos.

—  Pero esta vez… la amenaza puede ser más peligrosa, mucho más peligrosa. Conoces de sobra los informes de las patrullas de reconocimiento.

— Por eso precisamente vamos… no sabemos que pasa en esa ciudad, si es que pasa algo. Se trata de conocer de más cerca esos posibles movimientos extraños que han detectado.

—  Sea lo que sea estás loco Bruno… como una cabra, parece que disfrutes con el riesgo y no te des cuenta que existe gente que lo pasa mal por ti.

—  Conozco esa gente, es mi gente…

—  Es que yo acaso no formo parte de esa gente…

—  Claro, claro que sí Carlota…

—  Pues yo lo paso muy mal pedazo de…

—  Vale, vale, no sigas… tendré cuidado, te lo prometo.

Entonces Bruno se acercó y le dio un delicado y corto abrazo, luego se despidió de ella deseándole que pasara una buena noche. Ya en la habitación, Carlos no perdió ocasión de hablar con su compañero, sobre todo porque indirectamente sin poderlo evitar había sido testigo de la escena.

—  Creo que de todos, la que lo pasa peor es mi hermana… yo ya estoy acostumbrado a tus locuras.

—  Pues no lo entiendo… Carlota parece que sea la más fría de la familia.

—  ¿Fría?…. Que poco la conoces… anda duerme, mañana te espera un día guapo.

Los tres integrantes de la patrulla de reconocimiento a Sareman, recogieron sus armas y el respectivo aprovisionamiento para unos cuantos días. Les esperaba una marcha delicada y un tanto complicada, ahora ya no podrían ir tan sueltos como la anterior vez, porque al sentirse amenazados tendrían que vigilar en extremo y procurar estar al descubierto lo menos posible. Eso suponía calcular bien la ruta y sufrir las consecuencias de múltiples cambios de nivel en busca de la máxima seguridad en sus movimientos.

Subieron cuando no les quedaba más remedio, pero la mayor parte del trayecto la hicieron buscando las vaguadas, valles y caminando por las zonas más abruptas. Como además se hacía bastante insoportable caminar bajo el sol y por extremar la seguridad, decidieron hacerlo cuando el sol se ponía y al amparo de la noche.
En Ramu la situación había cambiado, ya no existía la tranquilidad con la que disfrutaban tan solo haría un par de meses, ahora se les notaba un tanto inquietos, expectantes y siempre con la guardia dispuesta. Por las noches el silencio era prácticamente absoluto, ni siquiera los perros se atrevían a ladrar. Las ventanas y puertas se habían tenido que sellar todavía más, para evitar que por las horas nocturnas cualquier vestigio de luz saliera por las rendijas. Durante el día, una persona en cada cañón de niebla, permanecía en constante guardia para accionarlo al momento si fuera necesario. Se trabajaba en grupos para ejercer la comunicación y el apoyo mutuo, intentaban que sus mentes no se aislaran y hubiera personas que se orientaran hacia el borde de la depresión. Intentaban seguir con sus quehaceres con normalidad, pero ya no existía la misma alegría que antes. Se notaba porque se reía menos y porque en las conversaciones se había instalado una cierta melancolía. Todos temían perder lo que tanto les había costado conseguir. El futuro se había infiltrado en su presente y eso provocaba un cierto desequilibrio, máxime cuando ese futuro lo presentían inminente. Quizás por esa razón, la segunda patrulla de reconocimiento a Sareman, ya no fue contemplada con la aparente indiferencia de la anterior, ahora todo el mundo se mostraba expectante, esperando el resultado de esa expedición.

Pasaron seis días desde la marcha de la patrulla y la población de Ramu ya empezaba a inquietarse porque nada sabían de ellos. Ocurrió que al séptimo día vieron desde una de las atalayas de vigilancia, como un grupo no muy numeroso de personas armadas se dirigía hacia el bosque sucio en dirección al pueblo. Con los prismáticos pudieron detectar que exactamente eran cinco, cuatro de ellos vestían uniforme militar y el quinto que por cierto iba desarmado, más que vestir llevaba harapos.  Inmediatamente se activó la niebla y los equipos de seguridad se instalaron en la frontera del bosque sucio. Ya no fue una sorpresa el resultado de la defensa, porque como la anterior vez los cinco supuestos invasores se tuvieron que retirar. Apareció el extraño y hondo rumor envuelto en la niebla. Desde lo alto de un árbol, uno de los vigías pudo observar el desconcierto de las personas que intentaban entrar en el bosque limpio. Un militar tuvo que agarrar fuertemente al civil para evitar su huida alocada, se quitaron los cascos, alguno cayó al suelo soltando las armas, todos se colocaban las manos en los laterales de su cabeza como intentando protegerse del intenso rumor que sin duda les afectaba. Estaban como poseídos, no podían soportar ese tipo de presión. En su huida totalmente descontrolada para salir de ahí, abandonaron dos fusiles, tres cascos y dos mochilas. 

Cuando hubieron comprobado que los integrantes de ese grupo estaban ya lejos en su huida, fueron a recoger lo que habían abandonado en el bosque. Sin duda eran militares del ejército de tierra. En las mochilas encontraron sendos trajes de protección solar y las respectivas mascarillas, efectos personales y comida liofilizada.

Tras la escaramuza se sacaron dos conclusiones, ambas muy preocupantes. La primera era que con toda probabilidad esos militares provenían de la zona de Sareman, la segunda es que habiendo pasado siete días desde que salió la patrulla de reconocimiento y dado lo acontecido, tenían que empezar a temer por sus vidas.

Carlos y Louise decidieron por su cuenta marchar para intentar localizar a Bruno y sus compañeros, pero no se lo permitieron. La decisión no podía ser otra que enviar la segunda patrulla de reconocimiento con dos objetivos, pero en ella no figurarían ni Louise ni Carlos pues consideraron que su implicación emocional podía dar al traste con el objetivo prioritario de entender lo que estaba sucediendo en Sareman, el segundo objetivo obviamente era intentar localizar a Bruno, Juanma y Drope.

Fueron unos días de honda preocupación para la familia, llamaba la atención que Louise, precisamente ella, fuera la que se mantenía más entera y la que continuamente intentaba animarlos, principalmente a Carlos...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

jueves, 18 de diciembre de 2014

Meditaciones al alba: "Desconcertante soledad"


                                     Desconcertante soledad


    Ocurre… que por mucho que nos sintamos apoyados, amados, cuidados, protegidos, y no conozcamos la soledad, nadie puede caminar por nosotros

     Si ocurre lo contrario, que la soledad intente ahondarnos en un oscuro pozo… con ayuda o sin ayuda, para salir de ahí, nadie va a poder caminar por nosotros.

      Felices o infelices, siempre estamos solos ante nuestros pasos.


martes, 16 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 34)


Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/33 - (Diciembre)
 

...—  Eh… Bruno, estoy aquí… 

— Claro Maia… anda vamos. 

— A mi también me gusta Vanesa… 

— Sí… sí, a mi también me gusta, es muy lista. 

— Y sabe ver…

—  Claro, claro que sabe ver… como nosotros.

— No… nosotros solo miramos, ella sabe ver y nos enseña.

— ¿Sabe ver…?

— Claro, ver no es lo mismo que mirar, por eso sé que ella te gusta… pero diferente, porque Louise es tu novia y la quieres mucho.

Bruno quedó mudo, se preguntaba como la mocosa de su hermana, de apenas  cuatro años, podía discernir de esa manera. Eso era algo que también le intrigaba, había observado en su pequeña hermana un cambio en las últimas semanas, como si estuviera demasiado despierta para su corta edad. Tras quedar unos segundos pensativo, decidió continuar con el tema. 

— Esta bien Maia… y si Vanesa os enseña a ver… ¿Qué es lo que veis?

— Muchas cosas y aquí todas son bonitas…

— Bonitas… ¿Cómo qué?

— Como las plantas, los árboles, los animales, el agua… 

— ¿Qué más veis?

— Colores… colores en las personas… tú tienes colores muy bonitos.

— ¿Qué yo tengo colores muy bonitos?… no será por la ropa que llevo que es gris y algo sucia.

— Que no…. Que no son los colores de la ropa… Alrededor de todas las personas y cosas hay colores…

— Vale ya lo he entendido… tú también tienes colores muy bonitos.

— Pero me parece que no los ves…

— No los veo pero se que son bonitos… porque tu eres muy bonita.

Y entonces Maia se soltó de la mano de su hermano, riendo de contenta a la vez que empezaba a jugar con cualquier cosa que encontraba a su paso. Ahora pisoteaba un charco, luego tomaba la hoja de un árbol del suelo, luego se entretenía observando un bichito, y así una y otra vez haciendo eterno el retorno al hogar. Como se acercaba la hora de la comida y ambos se habían entretenido, Bruno decidió tomar a su hermana, ponerla sobre sus hombros y agilizar el paso.  


EL TIEMPO ESTÁ PRÓXIMO 


    Ese día los servicios de alerta detectaron un ruido diferente. Era el rumor de un motor en el cielo, posiblemente una avioneta. Inmediatamente se activaron los cañones de niebla y esta casi al instante envolvió el pueblo. Todos bajo el manto gris, quedaron como petrificados a la vez que escuchaban como el sonido pasaba justo por encima de ellos a una cierta altura, sin que fuera un vuelo rasante. La trayectoria  era en línea recta, en ningún momento se desvió de su rumbo. El aparato desapareció por el horizonte de las montañas sin más. Eso provocó un discernimiento sobre el breve incidente. La conclusión a la que se llegó fue que si bien no parecía que se estrechara el cerco sobre ellos, si que cada vez iban a estar más expuestos a una posible observación por parte de la gente de los refugios subterráneos. Daba toda la sensación de que poco a poco esa gente iba saliendo con más confianza de sus madrigueras. 

    Aunque los sistemas de control y protección funcionaban perfectamente, cada vez se producían más signos en el cielo que preocupaban. Un día escucharon el potente sonido de un reactor, posiblemente un avión de combate de la fuerza aérea. Si la trayectoria del avión que iba a considerable velocidad llegara a coincidir con la vertical del pueblo, tendrían serios problemas porque no daría tiempo a cubrirse con la niebla.  Era bastante habitual que la gente mirara al cielo como esperando que en cualquier momento apareciera el peligro y por si fuera poco, patrullas que se dirigieron a vigilar la zona dirección Sareman, detectaron a lo lejos como si hubiera ciertos movimientos inusuales en la ciudad.  Sin poderlo evitar, la población se iba sintiendo más expuesta y en consecuencia empezaron a aparecer los primeros signos de nerviosismo.

    Bruno y Louise intentaban abstraerse de esas sensaciones procurando centrarse en su particular felicidad,  pero como el resto de la gente, tenían muy claro que tarde o temprano algo iba a cambiar en Ramu. En sus habituales paseos por el bosque, se hacía inevitable hablar sobre ese incierto futuro que les esperaba.

— Te das cuenta Louise, hemos cambiado, lamentablemente hemos cambiado.

— Te refieres a todos en general, tal vez a nosotros…

— Todos, todos hemos cambiado… ahora somos diferentes.

— Te noto un tanto pesimista…

—  Tal vez… Antes no pensábamos en otra cosa que disfrutar de nuestra situación. Sabíamos que había gente oculta en los refugios subterráneos, muy lejos de aquí, pero importaban más lo logros conseguidos y la estabilidad con la que vivíamos… ahora creo que hemos perdido esa estabilidad.

— No siento haberla perdido Bruno…

— Estas seguro de eso Louise…

—  Verás, es un tema viejo, lo hemos hablado muchas veces… Ahora me siento muy bien a tu lado, viviendo en Ramu nada me impide ser feliz. Quiero disfrutar cada segundo de mi existencia, me siento libre y en paz conmigo misma y con el Mundo. 

— Sí pero…

— Ni pero ni nada… es mi momento, mi elección.

—  Lo sé Louise,  pero…

— Y dale con el pero… ¿es que no lo entiendes?

Se produjo un instante de silencio, por unos momentos el rostro de Louise antes alegre adquirió un rictus extraño, como si se quisiera instalar en el la amargura, pero inmediatamente se iluminó. Tomó a Bruno de la mano y lo arrastró hacia la base de su árbol favorito. Allí protegidos del sol, al abrigo de las ramas y con la cálida sensación de la hierba bajo sus cuerpos, se besaron, acariciaron y dejaron que sus cuerpos se fundieran una vez más.

Pese al cálido momento, Louise  no podía obviar la preocupación de Bruno, entonces decidió hablarle con dulzura, casi susurrándole a sus oídos.

—  Nadie va a poder robarme estos momentos, nadie… ni siquiera un futuro incierto podrá quitarme la felicidad que siento a tu lado.

— Y si nos  roban, si nos quitan todo lo que tenemos…

— Estás hablando con tu mente y no con tu corazón… ¿es que no lo entiendes?

—  Lo entiendo… claro que lo entiendo pero…

Y antes de que Bruno siguiera hablando, Louise selló su boca con un beso sencillamente apasionado. Luego dejó que la respiración volviera a normalizarse y continuó con su susurro.

—  Lo entiendes ahora Bruno…lo entiendes cariño.

—  Creo que me has convencido, a la mierda el futuro…

—  A la mierda… no quiero hablar más de él...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

domingo, 14 de diciembre de 2014

Poema: "Trabaojos"

El ojo que todo lo ve,
no está lejos, ni afuera
ni en el olvido.
El ojo que a ti te ve,
de ti lo sabe todo,
pero a mí... no me ve.
Al ojo que a mí me ve,
no lo puedo engañar,
aunque me olvide de él,
y tú... no lo puedes tener.
Mis ojos, tus ojos, tantos ojos,
que miran, y...
no saben ver.
Pero esos ojos no importan,
sino aquel que todo lo ve,
y que no está tan lejos,
ni tan afuera,
ni conoce el olvido,
y que mira por dentro,
y que escarba
y que quema
y que alivia y que sana,
y que se queda,
aunque nos olvidemos de él
Ese ojo mira con lupa,
y abre el horizonte,
no entiende de leyes
y nunca está ausente.
Ese ojo, no tiene doctrina,
ni está en las nubes,
ni necesita que se enmarque
en un triángulo altivo.
No juzga, no dicta,
no condena, no hiere,
no ama, no odia,
no desea, no provoca,
solo... ve.


sábado, 13 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 33)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/32 - (Diciembre)


...Cuando a Bruno le llegó el turno de patrulla que realizaría junto a Carlos y dos compañeros más, se le ocurrió preguntar al comité de seguridad por algo que le inquietaba, la respuesta resultó lógica pero representó una decepción. A partir de ya, no podrían realizar más escaladas por considerarlas demasiado expuestas al estar colgados de la pared. Aquel no dejaba de ser un síntoma de pérdida de libertad, pero no quedaba más remedio que aceptar la decisión.

La zona que debían vigilar era hacia el este, dirección Nalocebar. Eso les llevaría un par de días pues deberían ascender hasta la atalaya natural de un monte cercano. Cuando llegaron arriba establecieron un vivac, ocultos entre unas rocas, pasaron la noche y esperaron a que amaneciera para seguir por toda la cresta de la montaña en su tarea de vigilancia. Iban andando tranquilamente procurando no perfilarse y de tanto en tanto paraban para observar el horizonte.  En uno de los tramos, notaron un rumor que venía de lejos, se pegaron a la tierra  para observar. Vieron como ese pequeño punto en lontananza cada vez se iba acercando más y más en dirección hacia ellos. Se empezaron a asustar pues pronto entendieron que si lo que parecía ser un helicóptero llegaba a pasar por su vertical, podría ser delatada su presencia pues prácticamente no había un lugar donde ocultarse al encontrarse ellos muy arriba y sin nada de vegetación por los alrededores. Reaccionaron rápido y decidieron separarse los cuatro con el fin de encontrar un refugio. Bruno localizó uno justo debajo de una enorme roca y aprovechando una grieta en la pared de la montaña. Quieto, solo prestaba atención a lo que sus oídos captaban. Sintió el rumor de las aspas del helicóptero muy cercano y observó como el ruido se detenía detrás de la cresta por la que antes iban andando. Temió lo peor, que hubieran sido localizados, pero no tenía sentido pues ellos estaban protegidos justo en la otra falda donde parecía estar ahora el aparato. De pronto el rotor empezó a perder cadencia, señal de que se había aposentado en tierra.  Bruno buscó con la mirada a alguno de sus compañeros, encontró a uno de ellos camuflado tras una depresión del terreno, le hizo una señal como indicando que hacer. El con otra señal le dijo que esperara, parecía que a su vez podía contactar con alguien más. Se iban pasando las señales en completo silencio, al final el compañero que estaba en su punto de mira, le indicó a Bruno que subiera a la cresta para observar, solo él pues era quien más cerca estaba del objetivo. Se deshizo de todo lo que le pudiera molestar y se dispuso a escalar los escasos diez metros de pared de roca aprovechando las grietas.  Cuando llegó arriba buscó una posición que le permitiera observar sin ser visto. Por fin pudo encontrar lo que buscaba y ver como el helicóptero estaba aposentado junto a un pequeño lago de montaña, unos cientos de metros más abajo. Efectivamente eran militares y parecían estar distendidos. Vestían ropa de protección y mascarillas, como si no tuvieran claro los efectos del medio ambiente. Estaban tomando muestras del agua y del terreno. Transcurrido un corto espacio de tiempo, sin más, los militares volvieron al helicóptero para iniciar el despegue. Inquieto, Bruno observó la dirección que tomaba el aparato, por suerte siguió dirección norte opuesta a la zona donde se encontraba el pueblo. Cuando pasó el peligro, se reunieron los cuatro integrantes de la patrulla. Hablaron y llegaron a la conclusión que en absoluto iban detrás de localizarles a ellos, simplemente ese helicóptero debería tener una misión específica por la zona este de la montaña. Aquel dato que iban a transmitir representaba un ligero respiro para todos. Si esos militares iban protegidos se podía suponer que todavía el grueso de los habitantes de los refugios no habría salido al exterior.

Iniciaron el descenso para informar, abortando los dos días que aún les quedaba de patrulla. Mientras bajaban camino de Ramu pudieron observar una fuerte tormenta eléctrica sin lluvia alguna. Eso les hizo pensar en las protecciones que llevaban los soldados y en las suyas. En Ramu la climatología estaba controlada, pero cuando salían de la zona protegida y marchaban expuestos al sol debían tener todas las zonas de la piel cubiertas para evitar problemas con la radiación. Quizás ese fuera un motivo por el cual los soldados estarían tomando muestras del terreno, comprobar que era posible salir al exterior con la total garantía de no existir riesgo alguno. 

Llegaron a Ramu y presentaron el informe, luego cada cual marchó a su casa a descansar. La vida en Ramu parecía seguir con normalidad, era como si notaran que el riesgo de la ocupación todavía andaba lejos. Conforme pasaban las semanas se iban olvidando de los recientes incidentes. En ese tiempo no se registró ninguna novedad y todo parecía ir bien. No obstante seguían sin bajar la guardia, se mantenía el régimen de vigilancia y periódicamente se realizaban pruebas con los cañones de niebla para agilizar la envoltura del pueblo tan pronto fuera necesario.

Era normal que Bruno, de tanto en tanto acompañara a su pequeña hermana a la guardería o bien la recogiera. Ese era un momento que aprovechaba para observar o bien hablar con Vanesa la mujer rubia de la guardería por la cual poseía una cierta atracción. Notaba que cuando la intentaba observar, era él quien realmente se sentía observado. Vanesa parecía tener la capacidad de mirar por el rabillo del ojo, más que eso se diría que tenía el don de captar el entorno psicológico a la perfección. Cuando Bruno intentaba hablar, era ella la que siempre le tomaba la delantera como si ya conociera sus pensamientos. Era una mujer muy peculiar y que le tenía algo intrigado. Ese día pudo encontrar la oportunidad de hablar  mientras Maia jugaba con otros niños que esperaban ser recogidos por sus familiares.

—  Hola Bruno, ¿Cómo va todo?

— Bien, bien, seguimos adelante.

— ¿Querías decirme algo?

Y en ese preciso momento, Bruno se encontraba desarbolado. Justo cuando quería iniciar una interrogación aparecía la pregunta de ella.

— No, nada en especial Vanesa… aquí todo el mundo nos conocemos pero…

—… te gustaría saber algo más sobre mí. Veras Bruno, tú sabes muy bien que la gente aquí en Ramu provenimos de puntos muy diversos. Todos tenemos una historia pasada que en nada tiene que ver con lo que aquí nos acontece. Hay historias, como la de tu padre, como la de vuestra familia que se conocen, la mayoría no son del dominio público, como la mía… Ahora, que importa el pasado.

— Poco… cierto importa muy poco pero ese pasado forma parte de nuestra historia, por lo tanto no podemos renunciar a él.

— Pero ese pasado no nos puede distraer de nuestro presente. El pasado queda atrás, a él debemos lo que somos… pero si no ejercemos el presente será imposible avanzar. El pasado nunca puede ser un lastre, recuérdalo Bruno.

— Sí, pero…

— Ni en lo bueno ni en lo malo…

— ¿Qué quieres decir Vanesa?

—  Eso… lo que tú ya has entendido.


Y justo en ese preciso instante llegaba Maia sonriente, alegre como siempre dispuesta a marchar y cortando la conversación que estaban manteniendo. Vanesa también sonrió con cierta picardía, le hizo una breve señal con la mano a modo de despedida. Bruno hizo algo parecido y tomó la manita de su hermana para salir de la guardería.  Se quedó un tanto pensativo, como si estuviera asimilando el impacto de la breve conversación con Vanesa. Como parecía que no le hiciera caso, Maia se encargó de distraerle reclamándole atención...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13