martes, 16 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 34)


Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/33 - (Diciembre)
 

...—  Eh… Bruno, estoy aquí… 

— Claro Maia… anda vamos. 

— A mi también me gusta Vanesa… 

— Sí… sí, a mi también me gusta, es muy lista. 

— Y sabe ver…

—  Claro, claro que sabe ver… como nosotros.

— No… nosotros solo miramos, ella sabe ver y nos enseña.

— ¿Sabe ver…?

— Claro, ver no es lo mismo que mirar, por eso sé que ella te gusta… pero diferente, porque Louise es tu novia y la quieres mucho.

Bruno quedó mudo, se preguntaba como la mocosa de su hermana, de apenas  cuatro años, podía discernir de esa manera. Eso era algo que también le intrigaba, había observado en su pequeña hermana un cambio en las últimas semanas, como si estuviera demasiado despierta para su corta edad. Tras quedar unos segundos pensativo, decidió continuar con el tema. 

— Esta bien Maia… y si Vanesa os enseña a ver… ¿Qué es lo que veis?

— Muchas cosas y aquí todas son bonitas…

— Bonitas… ¿Cómo qué?

— Como las plantas, los árboles, los animales, el agua… 

— ¿Qué más veis?

— Colores… colores en las personas… tú tienes colores muy bonitos.

— ¿Qué yo tengo colores muy bonitos?… no será por la ropa que llevo que es gris y algo sucia.

— Que no…. Que no son los colores de la ropa… Alrededor de todas las personas y cosas hay colores…

— Vale ya lo he entendido… tú también tienes colores muy bonitos.

— Pero me parece que no los ves…

— No los veo pero se que son bonitos… porque tu eres muy bonita.

Y entonces Maia se soltó de la mano de su hermano, riendo de contenta a la vez que empezaba a jugar con cualquier cosa que encontraba a su paso. Ahora pisoteaba un charco, luego tomaba la hoja de un árbol del suelo, luego se entretenía observando un bichito, y así una y otra vez haciendo eterno el retorno al hogar. Como se acercaba la hora de la comida y ambos se habían entretenido, Bruno decidió tomar a su hermana, ponerla sobre sus hombros y agilizar el paso.  


EL TIEMPO ESTÁ PRÓXIMO 


    Ese día los servicios de alerta detectaron un ruido diferente. Era el rumor de un motor en el cielo, posiblemente una avioneta. Inmediatamente se activaron los cañones de niebla y esta casi al instante envolvió el pueblo. Todos bajo el manto gris, quedaron como petrificados a la vez que escuchaban como el sonido pasaba justo por encima de ellos a una cierta altura, sin que fuera un vuelo rasante. La trayectoria  era en línea recta, en ningún momento se desvió de su rumbo. El aparato desapareció por el horizonte de las montañas sin más. Eso provocó un discernimiento sobre el breve incidente. La conclusión a la que se llegó fue que si bien no parecía que se estrechara el cerco sobre ellos, si que cada vez iban a estar más expuestos a una posible observación por parte de la gente de los refugios subterráneos. Daba toda la sensación de que poco a poco esa gente iba saliendo con más confianza de sus madrigueras. 

    Aunque los sistemas de control y protección funcionaban perfectamente, cada vez se producían más signos en el cielo que preocupaban. Un día escucharon el potente sonido de un reactor, posiblemente un avión de combate de la fuerza aérea. Si la trayectoria del avión que iba a considerable velocidad llegara a coincidir con la vertical del pueblo, tendrían serios problemas porque no daría tiempo a cubrirse con la niebla.  Era bastante habitual que la gente mirara al cielo como esperando que en cualquier momento apareciera el peligro y por si fuera poco, patrullas que se dirigieron a vigilar la zona dirección Sareman, detectaron a lo lejos como si hubiera ciertos movimientos inusuales en la ciudad.  Sin poderlo evitar, la población se iba sintiendo más expuesta y en consecuencia empezaron a aparecer los primeros signos de nerviosismo.

    Bruno y Louise intentaban abstraerse de esas sensaciones procurando centrarse en su particular felicidad,  pero como el resto de la gente, tenían muy claro que tarde o temprano algo iba a cambiar en Ramu. En sus habituales paseos por el bosque, se hacía inevitable hablar sobre ese incierto futuro que les esperaba.

— Te das cuenta Louise, hemos cambiado, lamentablemente hemos cambiado.

— Te refieres a todos en general, tal vez a nosotros…

— Todos, todos hemos cambiado… ahora somos diferentes.

— Te noto un tanto pesimista…

—  Tal vez… Antes no pensábamos en otra cosa que disfrutar de nuestra situación. Sabíamos que había gente oculta en los refugios subterráneos, muy lejos de aquí, pero importaban más lo logros conseguidos y la estabilidad con la que vivíamos… ahora creo que hemos perdido esa estabilidad.

— No siento haberla perdido Bruno…

— Estas seguro de eso Louise…

—  Verás, es un tema viejo, lo hemos hablado muchas veces… Ahora me siento muy bien a tu lado, viviendo en Ramu nada me impide ser feliz. Quiero disfrutar cada segundo de mi existencia, me siento libre y en paz conmigo misma y con el Mundo. 

— Sí pero…

— Ni pero ni nada… es mi momento, mi elección.

—  Lo sé Louise,  pero…

— Y dale con el pero… ¿es que no lo entiendes?

Se produjo un instante de silencio, por unos momentos el rostro de Louise antes alegre adquirió un rictus extraño, como si se quisiera instalar en el la amargura, pero inmediatamente se iluminó. Tomó a Bruno de la mano y lo arrastró hacia la base de su árbol favorito. Allí protegidos del sol, al abrigo de las ramas y con la cálida sensación de la hierba bajo sus cuerpos, se besaron, acariciaron y dejaron que sus cuerpos se fundieran una vez más.

Pese al cálido momento, Louise  no podía obviar la preocupación de Bruno, entonces decidió hablarle con dulzura, casi susurrándole a sus oídos.

—  Nadie va a poder robarme estos momentos, nadie… ni siquiera un futuro incierto podrá quitarme la felicidad que siento a tu lado.

— Y si nos  roban, si nos quitan todo lo que tenemos…

— Estás hablando con tu mente y no con tu corazón… ¿es que no lo entiendes?

—  Lo entiendo… claro que lo entiendo pero…

Y antes de que Bruno siguiera hablando, Louise selló su boca con un beso sencillamente apasionado. Luego dejó que la respiración volviera a normalizarse y continuó con su susurro.

—  Lo entiendes ahora Bruno…lo entiendes cariño.

—  Creo que me has convencido, a la mierda el futuro…

—  A la mierda… no quiero hablar más de él...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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