domingo, 21 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 35)

 Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
 Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/34 - (Diciembre) 

 Pasaron unos cuantos días hasta que en el pueblo se decidió algo que pese a considerarse expuesto, entendían que era necesario. Se trataba de enviar una patrulla de reconocimiento lo más cerca posible de la ciudad de Sareman. Se solicitaron voluntarios y una vez más Bruno, junto con Juanma y Drope se ofrecieron. Se aceptó que fueran ellos tres sobre todo porque ya tenían la experiencia de su anterior expedición.

Quedaba un día para la marcha, Louise se enfadó lo suyo al saber la noticia pero conociendo como conocía a Bruno, aceptó su decisión y solo pensó en animarle, diciéndole que en todo momento estaría pensando en él. Los padres de Bruno se resignaron, también conocían su carácter y solo confiaban en su habilidad, estaban acostumbrados a verle salir de noche por las calles de Nalocebar en busca de esperanzas para sobrevivir. Carlos le deseó suerte y tan solo Carlota le dijo que estaba loco.

—  Es que no te vale con una vez… tu no deberías ir, ya arriesgaste lo suyo en su momento.

—  Bueno, como no es la primera vez, todavía irá mejor ahora… además se trata de observar, solo observar lo más cerca posible que podamos.

—  Pero esta vez… la amenaza puede ser más peligrosa, mucho más peligrosa. Conoces de sobra los informes de las patrullas de reconocimiento.

— Por eso precisamente vamos… no sabemos que pasa en esa ciudad, si es que pasa algo. Se trata de conocer de más cerca esos posibles movimientos extraños que han detectado.

—  Sea lo que sea estás loco Bruno… como una cabra, parece que disfrutes con el riesgo y no te des cuenta que existe gente que lo pasa mal por ti.

—  Conozco esa gente, es mi gente…

—  Es que yo acaso no formo parte de esa gente…

—  Claro, claro que sí Carlota…

—  Pues yo lo paso muy mal pedazo de…

—  Vale, vale, no sigas… tendré cuidado, te lo prometo.

Entonces Bruno se acercó y le dio un delicado y corto abrazo, luego se despidió de ella deseándole que pasara una buena noche. Ya en la habitación, Carlos no perdió ocasión de hablar con su compañero, sobre todo porque indirectamente sin poderlo evitar había sido testigo de la escena.

—  Creo que de todos, la que lo pasa peor es mi hermana… yo ya estoy acostumbrado a tus locuras.

—  Pues no lo entiendo… Carlota parece que sea la más fría de la familia.

—  ¿Fría?…. Que poco la conoces… anda duerme, mañana te espera un día guapo.

Los tres integrantes de la patrulla de reconocimiento a Sareman, recogieron sus armas y el respectivo aprovisionamiento para unos cuantos días. Les esperaba una marcha delicada y un tanto complicada, ahora ya no podrían ir tan sueltos como la anterior vez, porque al sentirse amenazados tendrían que vigilar en extremo y procurar estar al descubierto lo menos posible. Eso suponía calcular bien la ruta y sufrir las consecuencias de múltiples cambios de nivel en busca de la máxima seguridad en sus movimientos.

Subieron cuando no les quedaba más remedio, pero la mayor parte del trayecto la hicieron buscando las vaguadas, valles y caminando por las zonas más abruptas. Como además se hacía bastante insoportable caminar bajo el sol y por extremar la seguridad, decidieron hacerlo cuando el sol se ponía y al amparo de la noche.
En Ramu la situación había cambiado, ya no existía la tranquilidad con la que disfrutaban tan solo haría un par de meses, ahora se les notaba un tanto inquietos, expectantes y siempre con la guardia dispuesta. Por las noches el silencio era prácticamente absoluto, ni siquiera los perros se atrevían a ladrar. Las ventanas y puertas se habían tenido que sellar todavía más, para evitar que por las horas nocturnas cualquier vestigio de luz saliera por las rendijas. Durante el día, una persona en cada cañón de niebla, permanecía en constante guardia para accionarlo al momento si fuera necesario. Se trabajaba en grupos para ejercer la comunicación y el apoyo mutuo, intentaban que sus mentes no se aislaran y hubiera personas que se orientaran hacia el borde de la depresión. Intentaban seguir con sus quehaceres con normalidad, pero ya no existía la misma alegría que antes. Se notaba porque se reía menos y porque en las conversaciones se había instalado una cierta melancolía. Todos temían perder lo que tanto les había costado conseguir. El futuro se había infiltrado en su presente y eso provocaba un cierto desequilibrio, máxime cuando ese futuro lo presentían inminente. Quizás por esa razón, la segunda patrulla de reconocimiento a Sareman, ya no fue contemplada con la aparente indiferencia de la anterior, ahora todo el mundo se mostraba expectante, esperando el resultado de esa expedición.

Pasaron seis días desde la marcha de la patrulla y la población de Ramu ya empezaba a inquietarse porque nada sabían de ellos. Ocurrió que al séptimo día vieron desde una de las atalayas de vigilancia, como un grupo no muy numeroso de personas armadas se dirigía hacia el bosque sucio en dirección al pueblo. Con los prismáticos pudieron detectar que exactamente eran cinco, cuatro de ellos vestían uniforme militar y el quinto que por cierto iba desarmado, más que vestir llevaba harapos.  Inmediatamente se activó la niebla y los equipos de seguridad se instalaron en la frontera del bosque sucio. Ya no fue una sorpresa el resultado de la defensa, porque como la anterior vez los cinco supuestos invasores se tuvieron que retirar. Apareció el extraño y hondo rumor envuelto en la niebla. Desde lo alto de un árbol, uno de los vigías pudo observar el desconcierto de las personas que intentaban entrar en el bosque limpio. Un militar tuvo que agarrar fuertemente al civil para evitar su huida alocada, se quitaron los cascos, alguno cayó al suelo soltando las armas, todos se colocaban las manos en los laterales de su cabeza como intentando protegerse del intenso rumor que sin duda les afectaba. Estaban como poseídos, no podían soportar ese tipo de presión. En su huida totalmente descontrolada para salir de ahí, abandonaron dos fusiles, tres cascos y dos mochilas. 

Cuando hubieron comprobado que los integrantes de ese grupo estaban ya lejos en su huida, fueron a recoger lo que habían abandonado en el bosque. Sin duda eran militares del ejército de tierra. En las mochilas encontraron sendos trajes de protección solar y las respectivas mascarillas, efectos personales y comida liofilizada.

Tras la escaramuza se sacaron dos conclusiones, ambas muy preocupantes. La primera era que con toda probabilidad esos militares provenían de la zona de Sareman, la segunda es que habiendo pasado siete días desde que salió la patrulla de reconocimiento y dado lo acontecido, tenían que empezar a temer por sus vidas.

Carlos y Louise decidieron por su cuenta marchar para intentar localizar a Bruno y sus compañeros, pero no se lo permitieron. La decisión no podía ser otra que enviar la segunda patrulla de reconocimiento con dos objetivos, pero en ella no figurarían ni Louise ni Carlos pues consideraron que su implicación emocional podía dar al traste con el objetivo prioritario de entender lo que estaba sucediendo en Sareman, el segundo objetivo obviamente era intentar localizar a Bruno, Juanma y Drope.

Fueron unos días de honda preocupación para la familia, llamaba la atención que Louise, precisamente ella, fuera la que se mantenía más entera y la que continuamente intentaba animarlos, principalmente a Carlos...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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