sábado, 13 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 33)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
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...Cuando a Bruno le llegó el turno de patrulla que realizaría junto a Carlos y dos compañeros más, se le ocurrió preguntar al comité de seguridad por algo que le inquietaba, la respuesta resultó lógica pero representó una decepción. A partir de ya, no podrían realizar más escaladas por considerarlas demasiado expuestas al estar colgados de la pared. Aquel no dejaba de ser un síntoma de pérdida de libertad, pero no quedaba más remedio que aceptar la decisión.

La zona que debían vigilar era hacia el este, dirección Nalocebar. Eso les llevaría un par de días pues deberían ascender hasta la atalaya natural de un monte cercano. Cuando llegaron arriba establecieron un vivac, ocultos entre unas rocas, pasaron la noche y esperaron a que amaneciera para seguir por toda la cresta de la montaña en su tarea de vigilancia. Iban andando tranquilamente procurando no perfilarse y de tanto en tanto paraban para observar el horizonte.  En uno de los tramos, notaron un rumor que venía de lejos, se pegaron a la tierra  para observar. Vieron como ese pequeño punto en lontananza cada vez se iba acercando más y más en dirección hacia ellos. Se empezaron a asustar pues pronto entendieron que si lo que parecía ser un helicóptero llegaba a pasar por su vertical, podría ser delatada su presencia pues prácticamente no había un lugar donde ocultarse al encontrarse ellos muy arriba y sin nada de vegetación por los alrededores. Reaccionaron rápido y decidieron separarse los cuatro con el fin de encontrar un refugio. Bruno localizó uno justo debajo de una enorme roca y aprovechando una grieta en la pared de la montaña. Quieto, solo prestaba atención a lo que sus oídos captaban. Sintió el rumor de las aspas del helicóptero muy cercano y observó como el ruido se detenía detrás de la cresta por la que antes iban andando. Temió lo peor, que hubieran sido localizados, pero no tenía sentido pues ellos estaban protegidos justo en la otra falda donde parecía estar ahora el aparato. De pronto el rotor empezó a perder cadencia, señal de que se había aposentado en tierra.  Bruno buscó con la mirada a alguno de sus compañeros, encontró a uno de ellos camuflado tras una depresión del terreno, le hizo una señal como indicando que hacer. El con otra señal le dijo que esperara, parecía que a su vez podía contactar con alguien más. Se iban pasando las señales en completo silencio, al final el compañero que estaba en su punto de mira, le indicó a Bruno que subiera a la cresta para observar, solo él pues era quien más cerca estaba del objetivo. Se deshizo de todo lo que le pudiera molestar y se dispuso a escalar los escasos diez metros de pared de roca aprovechando las grietas.  Cuando llegó arriba buscó una posición que le permitiera observar sin ser visto. Por fin pudo encontrar lo que buscaba y ver como el helicóptero estaba aposentado junto a un pequeño lago de montaña, unos cientos de metros más abajo. Efectivamente eran militares y parecían estar distendidos. Vestían ropa de protección y mascarillas, como si no tuvieran claro los efectos del medio ambiente. Estaban tomando muestras del agua y del terreno. Transcurrido un corto espacio de tiempo, sin más, los militares volvieron al helicóptero para iniciar el despegue. Inquieto, Bruno observó la dirección que tomaba el aparato, por suerte siguió dirección norte opuesta a la zona donde se encontraba el pueblo. Cuando pasó el peligro, se reunieron los cuatro integrantes de la patrulla. Hablaron y llegaron a la conclusión que en absoluto iban detrás de localizarles a ellos, simplemente ese helicóptero debería tener una misión específica por la zona este de la montaña. Aquel dato que iban a transmitir representaba un ligero respiro para todos. Si esos militares iban protegidos se podía suponer que todavía el grueso de los habitantes de los refugios no habría salido al exterior.

Iniciaron el descenso para informar, abortando los dos días que aún les quedaba de patrulla. Mientras bajaban camino de Ramu pudieron observar una fuerte tormenta eléctrica sin lluvia alguna. Eso les hizo pensar en las protecciones que llevaban los soldados y en las suyas. En Ramu la climatología estaba controlada, pero cuando salían de la zona protegida y marchaban expuestos al sol debían tener todas las zonas de la piel cubiertas para evitar problemas con la radiación. Quizás ese fuera un motivo por el cual los soldados estarían tomando muestras del terreno, comprobar que era posible salir al exterior con la total garantía de no existir riesgo alguno. 

Llegaron a Ramu y presentaron el informe, luego cada cual marchó a su casa a descansar. La vida en Ramu parecía seguir con normalidad, era como si notaran que el riesgo de la ocupación todavía andaba lejos. Conforme pasaban las semanas se iban olvidando de los recientes incidentes. En ese tiempo no se registró ninguna novedad y todo parecía ir bien. No obstante seguían sin bajar la guardia, se mantenía el régimen de vigilancia y periódicamente se realizaban pruebas con los cañones de niebla para agilizar la envoltura del pueblo tan pronto fuera necesario.

Era normal que Bruno, de tanto en tanto acompañara a su pequeña hermana a la guardería o bien la recogiera. Ese era un momento que aprovechaba para observar o bien hablar con Vanesa la mujer rubia de la guardería por la cual poseía una cierta atracción. Notaba que cuando la intentaba observar, era él quien realmente se sentía observado. Vanesa parecía tener la capacidad de mirar por el rabillo del ojo, más que eso se diría que tenía el don de captar el entorno psicológico a la perfección. Cuando Bruno intentaba hablar, era ella la que siempre le tomaba la delantera como si ya conociera sus pensamientos. Era una mujer muy peculiar y que le tenía algo intrigado. Ese día pudo encontrar la oportunidad de hablar  mientras Maia jugaba con otros niños que esperaban ser recogidos por sus familiares.

—  Hola Bruno, ¿Cómo va todo?

— Bien, bien, seguimos adelante.

— ¿Querías decirme algo?

Y en ese preciso momento, Bruno se encontraba desarbolado. Justo cuando quería iniciar una interrogación aparecía la pregunta de ella.

— No, nada en especial Vanesa… aquí todo el mundo nos conocemos pero…

—… te gustaría saber algo más sobre mí. Veras Bruno, tú sabes muy bien que la gente aquí en Ramu provenimos de puntos muy diversos. Todos tenemos una historia pasada que en nada tiene que ver con lo que aquí nos acontece. Hay historias, como la de tu padre, como la de vuestra familia que se conocen, la mayoría no son del dominio público, como la mía… Ahora, que importa el pasado.

— Poco… cierto importa muy poco pero ese pasado forma parte de nuestra historia, por lo tanto no podemos renunciar a él.

— Pero ese pasado no nos puede distraer de nuestro presente. El pasado queda atrás, a él debemos lo que somos… pero si no ejercemos el presente será imposible avanzar. El pasado nunca puede ser un lastre, recuérdalo Bruno.

— Sí, pero…

— Ni en lo bueno ni en lo malo…

— ¿Qué quieres decir Vanesa?

—  Eso… lo que tú ya has entendido.


Y justo en ese preciso instante llegaba Maia sonriente, alegre como siempre dispuesta a marchar y cortando la conversación que estaban manteniendo. Vanesa también sonrió con cierta picardía, le hizo una breve señal con la mano a modo de despedida. Bruno hizo algo parecido y tomó la manita de su hermana para salir de la guardería.  Se quedó un tanto pensativo, como si estuviera asimilando el impacto de la breve conversación con Vanesa. Como parecía que no le hiciera caso, Maia se encargó de distraerle reclamándole atención...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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