Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/32 - (Diciembre)
...Cuando a Bruno
le llegó el turno de patrulla que realizaría junto a Carlos y dos compañeros
más, se le ocurrió preguntar al comité de seguridad por algo que le inquietaba,
la respuesta resultó lógica pero representó una decepción. A partir de ya, no
podrían realizar más escaladas por considerarlas demasiado expuestas al estar
colgados de la pared. Aquel no dejaba de ser un síntoma de pérdida de libertad,
pero no quedaba más remedio que aceptar la decisión.
La zona que debían
vigilar era hacia el este, dirección Nalocebar. Eso les llevaría un par de días
pues deberían ascender hasta la atalaya natural de un monte cercano. Cuando
llegaron arriba establecieron un vivac, ocultos entre unas rocas, pasaron la
noche y esperaron a que amaneciera para seguir por toda la cresta de la montaña
en su tarea de vigilancia. Iban andando tranquilamente procurando no perfilarse
y de tanto en tanto paraban para observar el horizonte. En uno de los tramos, notaron un rumor que
venía de lejos, se pegaron a la tierra
para observar. Vieron como ese pequeño punto en lontananza cada vez se
iba acercando más y más en dirección hacia ellos. Se empezaron a asustar pues
pronto entendieron que si lo que parecía ser un helicóptero llegaba a pasar por
su vertical, podría ser delatada su presencia pues prácticamente no había un
lugar donde ocultarse al encontrarse ellos muy arriba y sin nada de vegetación
por los alrededores. Reaccionaron rápido y decidieron separarse los cuatro con
el fin de encontrar un refugio. Bruno localizó uno justo debajo de una enorme
roca y aprovechando una grieta en la pared de la montaña. Quieto, solo prestaba
atención a lo que sus oídos captaban. Sintió el rumor de las aspas del
helicóptero muy cercano y observó como el ruido se detenía detrás de la cresta
por la que antes iban andando. Temió lo peor, que hubieran sido localizados,
pero no tenía sentido pues ellos estaban protegidos justo en la otra falda
donde parecía estar ahora el aparato. De pronto el rotor empezó a perder
cadencia, señal de que se había aposentado en tierra. Bruno buscó con la mirada a alguno de sus
compañeros, encontró a uno de ellos camuflado tras una depresión del terreno,
le hizo una señal como indicando que hacer. El con otra señal le dijo que
esperara, parecía que a su vez podía contactar con alguien más. Se iban pasando
las señales en completo silencio, al final el compañero que estaba en su punto
de mira, le indicó a Bruno que subiera a la cresta para observar, solo él pues
era quien más cerca estaba del objetivo. Se deshizo de todo lo que le pudiera
molestar y se dispuso a escalar los escasos diez metros de pared de roca
aprovechando las grietas. Cuando llegó
arriba buscó una posición que le permitiera observar sin ser visto. Por fin
pudo encontrar lo que buscaba y ver como el helicóptero estaba aposentado junto
a un pequeño lago de montaña, unos cientos de metros más abajo. Efectivamente
eran militares y parecían estar distendidos. Vestían ropa de protección y
mascarillas, como si no tuvieran claro los efectos del medio ambiente. Estaban
tomando muestras del agua y del terreno. Transcurrido un corto espacio de
tiempo, sin más, los militares volvieron al helicóptero para iniciar el
despegue. Inquieto, Bruno observó la dirección que tomaba el aparato, por
suerte siguió dirección norte opuesta a la zona donde se encontraba el pueblo.
Cuando pasó el peligro, se reunieron los cuatro integrantes de la patrulla.
Hablaron y llegaron a la conclusión que en absoluto iban detrás de localizarles
a ellos, simplemente ese helicóptero debería tener una misión específica por la
zona este de la montaña. Aquel dato que iban a transmitir representaba un
ligero respiro para todos. Si esos militares iban protegidos se podía suponer
que todavía el grueso de los habitantes de los refugios no habría salido al
exterior.
Iniciaron el
descenso para informar, abortando los dos días que aún les quedaba de patrulla.
Mientras bajaban camino de Ramu pudieron observar una fuerte tormenta eléctrica
sin lluvia alguna. Eso les hizo pensar en las protecciones que llevaban los
soldados y en las suyas. En Ramu la climatología estaba controlada, pero cuando
salían de la zona protegida y marchaban expuestos al sol debían tener todas las
zonas de la piel cubiertas para evitar problemas con la radiación. Quizás ese
fuera un motivo por el cual los soldados estarían tomando muestras del terreno,
comprobar que era posible salir al exterior con la total garantía de no existir
riesgo alguno.
Llegaron a
Ramu y presentaron el informe, luego cada cual marchó a su casa a descansar. La
vida en Ramu parecía seguir con normalidad, era como si notaran que el riesgo
de la ocupación todavía andaba lejos. Conforme pasaban las semanas se iban
olvidando de los recientes incidentes. En ese tiempo no se registró ninguna
novedad y todo parecía ir bien. No obstante seguían sin bajar la guardia, se
mantenía el régimen de vigilancia y periódicamente se realizaban pruebas con
los cañones de niebla para agilizar la envoltura del pueblo tan pronto fuera
necesario.
Era normal que
Bruno, de tanto en tanto acompañara a su pequeña hermana a la guardería o bien
la recogiera. Ese era un momento que aprovechaba para observar o bien hablar
con Vanesa la mujer rubia de la guardería por la cual poseía una cierta
atracción. Notaba que cuando la intentaba observar, era él quien realmente se
sentía observado. Vanesa parecía tener la capacidad de mirar por el rabillo del
ojo, más que eso se diría que tenía el don de captar el entorno psicológico a
la perfección. Cuando Bruno intentaba hablar, era ella la que siempre le tomaba
la delantera como si ya conociera sus pensamientos. Era una mujer muy peculiar
y que le tenía algo intrigado. Ese día pudo encontrar la oportunidad de
hablar mientras Maia jugaba con otros
niños que esperaban ser recogidos por sus familiares.
— Hola Bruno, ¿Cómo va todo?
— Bien, bien,
seguimos adelante.
— ¿Querías
decirme algo?
Y en ese
preciso momento, Bruno se encontraba desarbolado. Justo cuando quería iniciar
una interrogación aparecía la pregunta de ella.
— No, nada en
especial Vanesa… aquí todo el mundo nos conocemos pero…
—… te gustaría
saber algo más sobre mí. Veras Bruno, tú sabes muy bien que la gente aquí en
Ramu provenimos de puntos muy diversos. Todos tenemos una historia pasada que
en nada tiene que ver con lo que aquí nos acontece. Hay historias, como la de
tu padre, como la de vuestra familia que se conocen, la mayoría no son del
dominio público, como la mía… Ahora, que importa el pasado.
— Poco… cierto
importa muy poco pero ese pasado forma parte de nuestra historia, por lo tanto
no podemos renunciar a él.
— Pero ese
pasado no nos puede distraer de nuestro presente. El pasado queda atrás, a él
debemos lo que somos… pero si no ejercemos el presente será imposible avanzar.
El pasado nunca puede ser un lastre, recuérdalo Bruno.
— Sí, pero…
— Ni en lo
bueno ni en lo malo…
— ¿Qué quieres
decir Vanesa?
— Eso… lo que tú ya has entendido.
Y justo en ese
preciso instante llegaba Maia sonriente, alegre como siempre dispuesta a
marchar y cortando la conversación que estaban manteniendo. Vanesa también
sonrió con cierta picardía, le hizo una breve señal con la mano a modo de
despedida. Bruno hizo algo parecido y tomó la manita de su hermana para salir
de la guardería. Se quedó un tanto
pensativo, como si estuviera asimilando el impacto de la breve conversación con
Vanesa. Como parecía que no le hiciera caso, Maia se encargó de distraerle
reclamándole atención...
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
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