Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/35 - (Diciembre)
...
— No entiendo como te puedes mostrar tan
segura, han pasado muchos días…
— Carlos, él volverá… no siento que haya
desaparecido. Hay momentos que tengo
como una especie de bombardeo en mi mente, no paro de escuchar: “Estoy bien,
estoy bien”
— Quiera el cielo que tengas razón… yo no
escucho nada, solo estoy cagado de miedo, él es mi mejor amigo.
— Y para mí es algo más que un amigo… Carlos,
ánimo, él volverá.
En esos días, era Carlos precisamente el que
sustituía a su amigo cuando en ocasiones se tenía que ir a buscar a Maia a la
guardería. Hablando con la niña en el camino a casa, recibió otra extraña sorpresa…
sin venir a cuento la pequeña le habló como si le quisiera tranquilizar.
— Carlos… ¿estás triste?
— Solo un poquito Maia…
— Bruno está en las montañas…
— ¿Como sabes eso Maia?
— Él está en las montañas, lo sé.
Y la pequeña
fiel a sus costumbres continuó enredando el camino a casa haciendo eterno el
trayecto, primero una hoja de árbol en el suelo, luego una hormiga, un bichito,
un charco y así hasta que la paciencia de Carlos se agotó y decidió subirla a
sus hombros.
Habían pasado
dos días desde que la segunda patrulla marchó, cuando sucedió que los vigías
dieron una nueva alerta. Por la zona montañosa, a lo lejos, se divisaban
hombres armados. Inmediatamente se dispuso la línea de defensa, activándose los
cañones de niebla. Esta vez no disponían de la barrera natural del bosque
sucio, el problema era que la zona montañosa aunque abrupta estaba demasiado
abierta y no era fácil de defender. Solo disponían de la niebla y para ello
decidieron hacerla lo más espesa posible. Optaron por que los vigías de la
montaña retrocedieran y todos se mantuvieran al abrigo de la niebla. Los
hombres armados deberían de estar muy cerca, pues no había duda de que el rumbo
que mantenían era claramente hacia Ramu. Cuando hablaron con los vigías que
estaban en la montaña sobre la naturaleza de los hombres armados, no pudieron
determinar quienes podían ser porque éstos se encontraban demasiado lejos. No
les quedaba otra opción que esperar ansiosos lo que pudiera llegar, quedando
solo al amparo de la niebla y del extraño rumor que siempre se activaba justo
cuando una naturaleza humana aparecía en el sector de defensa.
La espera
resultaba tensa, confiaban en reconocer el momento justo en que los supuestos
invasores estarían cerca, al coincidir con el rumor que también llegaría a sus
sentidos. Tras las últimas experiencias,
aunque llevaban armas, confiaban en no tenerlas que usar. Además, tenían
órdenes explícitas de no disparar a no ser que no quedara más remedio y siempre
en defensa de sus propias vida… En un momento determinado, el rumor empezó a
zumbar en sus oídos, era como un suave y un tanto molesto cosquilleo que cada
vez penetraba más en el cerebro, hasta que se adaptaban a él y en ese momento
notaban como un efecto que les ayudaba a concentrarse. Y sucedió que de
repente… oyeron una serie de silbidos que resultaron tranquilizadores, al
unísono de unos pasos serenos que estaban traspasando la niebla.
Instintivamente la reacción de los defensores fue salir de sus trincheras y
esperar a que las figuras se hicieran nítidas para así reconocer a los que solo
podían ser sus compañeros.
Los signos de
alegría se hicieron evidentes, llegaron los abrazos y las enhorabuenas. Siete
personas todas reconocibles habían traspasando el umbral de la niebla, todos
llegaban sanos y salvos, tres de ellos algo más demacrados.
Por primera
vez en mucho tiempo se recibía a unas patrullas con alegría y enorme
expectación. Eran signos evidentes de que las circunstancias habían cambiado y
que tras esas reacciones se escondía la preocupación. La segunda patrulla no
tuvo que avanzar en exceso pues al segundo día toparon con la primera formada
por Bruno, Drope y Juanma. Llegaban algo exhaustos, sobre todo por falta de
provisiones, su largo tiempo de estancia a la intemperie de las montañas y los
muchos kilómetros que tuvieron que recorrer para evitar ser localizados.
La película de
los hechos resultó ser altamente preocupante, efectivamente el ejercito se
había instalado en la ciudad de Sareman. Cuando Bruno y los suyos llegaron a
sus estribaciones, vieron mucho movimiento, resultó imposible penetrar en el
interior de la ciudad como hicieron la anterior vez. Descubrieron que poseían
muchos medios y que constantemente sobrevolaban helicópteros y circulaban
patrullas por el exterior. Temiendo ser localizados tuvieron que esperar el
momento oportuno para regresar. Ocurrió que al haberse adentrado demasiado, se
vieron rodeados por los efectivos militares. Tuvieron que ocultarse y esperar
el momento par infiltrarse por sus líneas y llegar a lo más abrupto de la
montaña. Aun así les costó mucho evitar no ser localizados, y solo la suerte y
su conocimiento del terreno evito lo peor. Todas esas maniobras acabaron por
agotar las provisiones y debilitar su organismo para la larga marcha de
regreso. Ya exhaustos, a dos días de Ramu, fueron localizados por la segunda
patrulla, su ayuda fue fundamental para recobrar las fuerzas y poder llegar
sanos y salvos al pueblo.
La decisión de
las asambleas fue de tomar medidas de manera inmediata, el hecho de que una más
que evidente patrulla del ejercito hubiera llegado hasta la línea del bosque
limpio, acompañado de un supuesto habitante de
Sareman como guía, hacía saltar todas las alarmas. El ejército instalado
en esa ciudad no tardaría en ocupar su pueblo, esa era la lamentable
previsión. Se decidió hacer desaparecer
todos los registros personales de los ordenadores, así como la documentación
que fuera considerada comprometida para las personas. Para evitar posibles identificaciones de
gente comprometida con el pasado, se optó porque todos aquellos que estuvieran
viviendo en la que siempre fue su casa de origen se trasladaran de vivienda.
Esa medida afectaba de lleno a la familia de Bruno, los cuatro integrantes
tuvieron que dirigirse a otros domicilios. Por lo demás, la gran incógnita era
saber con que intenciones llegaría el ejército a Ramu y el grado de
investigación que traerían.
Todo el pueblo
se preparó para lo que entendían como algo evidente. Algunas de las personas
que por su pasado consideraban que pudieran estar en riesgo sus vidas, optaron
por cambiarse el nombre y hacerlo figurar así en los registros. No era mucha
gente la que se encontraba en situación comprometida, pero todos ellos se
mostraban muy preocupados y alguno dudaba sobre si huir a la montaña o esperar
acontecimientos en el pueblo. Se preguntaban que pasaría si el ejército se
esforzaba en identificar a todos los habitantes, contrastando sus huellas
dactilares con una más que posible base de datos.
Sejo y Tamara
aunque aceptaron trasladarse de
domicilio, decidieron seguir llamándose igual, tenían claro que si iban a por
ellos nada podrían hacer, si por el contrario el ejercito tomaba la opción de
no hurgar en el pasado, todo iría bien o relativamente bien. Maia estaría con
sus padres y Bruno tampoco cambió el nombre y decidió trasladarse a vivir con
Louise.
Durante unos
días hubo un cierto revuelo en el pueblo, hasta que todo se recompuso. Luego
pareció amanecer la normalidad cuando intentaron seguir con sus quehaceres
cotidianos, pero ya no era lo mismo, sus sentidos en alerta solo esperaban la
señal que indicara la invasión. Las patrullas de vigilancia seguían con su
cometido y la gente que se ocupaba de los cañones de niebla, los hacían
accionar tan pronto oían un rumor en el cielo. Se preguntaban si la invasión
sería por aire o por tierra, si ésta sería pacífica o violenta. En las
asambleas, decidieron no defenderse con las armas y mostrar signos de no
violencia tan pronto se iniciara la toma de Ramu. No tenía sentido una defensa
violenta, porque la diferencia de medios sería abrumadora. Tenían claro que el
rumor penetrante que también les había funcionado en la línea del bosque, sería
poco o nada eficaz ante una invasión masiva y podría ser interpretado como un
ataque, ante el cual no sería extraño recibir una desproporcionada
respuesta.
Pasaron dos
semanas esperando acontecimientos, cuando ese día una enorme explosión a la
altura de la carretera alertó al pueblo. Las patrullas de vigilancia regresaron
raudas con la noticia, un numeroso cuerpo de ejército llegaba por la vía de
acceso después de volar la enorme porción de roca que impedía el paso. Un vehículo ligero acompañado de una
tanqueta, hacían de avanzadilla. Circulaban a marcha lenta, tomando muchas
precauciones. Cuando se encontraron a cien metros escasos de la entrada del
pueblo, se detuvieron. En ese momento un altavoz sonó potente rompiendo el
silencio y elevando la tensión: “Somos el ejército de la nación, venimos a
ayudar, buscamos supervivientes, sabemos que son muchos los que están aquí”...
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
No hay comentarios:
Publicar un comentario