jueves, 25 de diciembre de 2014

Novela: Pueblo de Ramu" (Parte 36)


 Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
 Partes 20/30 - (Noviembre) Parte 31/35 - (Diciembre) 

...
—   No entiendo como te puedes mostrar tan segura, han pasado muchos días…

—    Carlos, él volverá… no siento que haya desaparecido.  Hay momentos que tengo como una especie de bombardeo en mi mente, no paro de escuchar: “Estoy bien, estoy bien”

—    Quiera el cielo que tengas razón… yo no escucho nada, solo estoy cagado de miedo, él es mi mejor amigo.

—   Y para mí es algo más que un amigo… Carlos, ánimo, él volverá.

 En esos días, era Carlos precisamente el que sustituía a su amigo cuando en ocasiones se tenía que ir a buscar a Maia a la guardería. Hablando con la niña en el camino a casa, recibió otra extraña sorpresa… sin venir a cuento la pequeña le habló como si le quisiera tranquilizar.

—  Carlos… ¿estás triste?

—  Solo un poquito Maia…

—  Bruno está en las montañas…

—  ¿Como sabes eso Maia?

—  Él está en las montañas, lo sé.

Y la pequeña fiel a sus costumbres continuó enredando el camino a casa haciendo eterno el trayecto, primero una hoja de árbol en el suelo, luego una hormiga, un bichito, un charco y así hasta que la paciencia de Carlos se agotó y decidió subirla a sus hombros.

Habían pasado dos días desde que la segunda patrulla marchó, cuando sucedió que los vigías dieron una nueva alerta. Por la zona montañosa, a lo lejos, se divisaban hombres armados. Inmediatamente se dispuso la línea de defensa, activándose los cañones de niebla. Esta vez no disponían de la barrera natural del bosque sucio, el problema era que la zona montañosa aunque abrupta estaba demasiado abierta y no era fácil de defender. Solo disponían de la niebla y para ello decidieron hacerla lo más espesa posible. Optaron por que los vigías de la montaña retrocedieran y todos se mantuvieran al abrigo de la niebla. Los hombres armados deberían de estar muy cerca, pues no había duda de que el rumbo que mantenían era claramente hacia Ramu. Cuando hablaron con los vigías que estaban en la montaña sobre la naturaleza de los hombres armados, no pudieron determinar quienes podían ser porque éstos se encontraban demasiado lejos. No les quedaba otra opción que esperar ansiosos lo que pudiera llegar, quedando solo al amparo de la niebla y del extraño rumor que siempre se activaba justo cuando una naturaleza humana aparecía en el sector de defensa.

La espera resultaba tensa, confiaban en reconocer el momento justo en que los supuestos invasores estarían cerca, al coincidir con el rumor que también llegaría a sus sentidos.  Tras las últimas experiencias, aunque llevaban armas, confiaban en no tenerlas que usar. Además, tenían órdenes explícitas de no disparar a no ser que no quedara más remedio y siempre en defensa de sus propias vida… En un momento determinado, el rumor empezó a zumbar en sus oídos, era como un suave y un tanto molesto cosquilleo que cada vez penetraba más en el cerebro, hasta que se adaptaban a él y en ese momento notaban como un efecto que les ayudaba a concentrarse. Y sucedió que de repente… oyeron una serie de silbidos que resultaron tranquilizadores, al unísono de unos pasos serenos que estaban traspasando la niebla. Instintivamente la reacción de los defensores fue salir de sus trincheras y esperar a que las figuras se hicieran nítidas para así reconocer a los que solo podían ser sus compañeros.

Los signos de alegría se hicieron evidentes, llegaron los abrazos y las enhorabuenas. Siete personas todas reconocibles habían traspasando el umbral de la niebla, todos llegaban sanos y salvos, tres de ellos algo más demacrados.

Por primera vez en mucho tiempo se recibía a unas patrullas con alegría y enorme expectación. Eran signos evidentes de que las circunstancias habían cambiado y que tras esas reacciones se escondía la preocupación. La segunda patrulla no tuvo que avanzar en exceso pues al segundo día toparon con la primera formada por Bruno, Drope y Juanma. Llegaban algo exhaustos, sobre todo por falta de provisiones, su largo tiempo de estancia a la intemperie de las montañas y los muchos kilómetros que tuvieron que recorrer para evitar ser localizados.

La película de los hechos resultó ser altamente preocupante, efectivamente el ejercito se había instalado en la ciudad de Sareman. Cuando Bruno y los suyos llegaron a sus estribaciones, vieron mucho movimiento, resultó imposible penetrar en el interior de la ciudad como hicieron la anterior vez. Descubrieron que poseían muchos medios y que constantemente sobrevolaban helicópteros y circulaban patrullas por el exterior. Temiendo ser localizados tuvieron que esperar el momento oportuno para regresar. Ocurrió que al haberse adentrado demasiado, se vieron rodeados por los efectivos militares. Tuvieron que ocultarse y esperar el momento par infiltrarse por sus líneas y llegar a lo más abrupto de la montaña. Aun así les costó mucho evitar no ser localizados, y solo la suerte y su conocimiento del terreno evito lo peor. Todas esas maniobras acabaron por agotar las provisiones y debilitar su organismo para la larga marcha de regreso. Ya exhaustos, a dos días de Ramu, fueron localizados por la segunda patrulla, su ayuda fue fundamental para recobrar las fuerzas y poder llegar sanos y salvos al pueblo.

La decisión de las asambleas fue de tomar medidas de manera inmediata, el hecho de que una más que evidente patrulla del ejercito hubiera llegado hasta la línea del bosque limpio, acompañado de un supuesto habitante de  Sareman como guía, hacía saltar todas las alarmas. El ejército instalado en esa ciudad no tardaría en ocupar su pueblo, esa era la lamentable previsión.  Se decidió hacer desaparecer todos los registros personales de los ordenadores, así como la documentación que fuera considerada comprometida para las personas.  Para evitar posibles identificaciones de gente comprometida con el pasado, se optó porque todos aquellos que estuvieran viviendo en la que siempre fue su casa de origen se trasladaran de vivienda. Esa medida afectaba de lleno a la familia de Bruno, los cuatro integrantes tuvieron que dirigirse a otros domicilios. Por lo demás, la gran incógnita era saber con que intenciones llegaría el ejército a Ramu y el grado de investigación que traerían.

Todo el pueblo se preparó para lo que entendían como algo evidente. Algunas de las personas que por su pasado consideraban que pudieran estar en riesgo sus vidas, optaron por cambiarse el nombre y hacerlo figurar así en los registros. No era mucha gente la que se encontraba en situación comprometida, pero todos ellos se mostraban muy preocupados y alguno dudaba sobre si huir a la montaña o esperar acontecimientos en el pueblo. Se preguntaban que pasaría si el ejército se esforzaba en identificar a todos los habitantes, contrastando sus huellas dactilares con una más que posible base de datos.

Sejo y Tamara aunque aceptaron  trasladarse de domicilio, decidieron seguir llamándose igual, tenían claro que si iban a por ellos nada podrían hacer, si por el contrario el ejercito tomaba la opción de no hurgar en el pasado, todo iría bien o relativamente bien. Maia estaría con sus padres y Bruno tampoco cambió el nombre y decidió trasladarse a vivir con Louise.

Durante unos días hubo un cierto revuelo en el pueblo, hasta que todo se recompuso. Luego pareció amanecer la normalidad cuando intentaron seguir con sus quehaceres cotidianos, pero ya no era lo mismo, sus sentidos en alerta solo esperaban la señal que indicara la invasión. Las patrullas de vigilancia seguían con su cometido y la gente que se ocupaba de los cañones de niebla, los hacían accionar tan pronto oían un rumor en el cielo. Se preguntaban si la invasión sería por aire o por tierra, si ésta sería pacífica o violenta. En las asambleas, decidieron no defenderse con las armas y mostrar signos de no violencia tan pronto se iniciara la toma de Ramu. No tenía sentido una defensa violenta, porque la diferencia de medios sería abrumadora. Tenían claro que el rumor penetrante que también les había funcionado en la línea del bosque, sería poco o nada eficaz ante una invasión masiva y podría ser interpretado como un ataque, ante el cual no sería extraño recibir una desproporcionada respuesta. 


Pasaron dos semanas esperando acontecimientos, cuando ese día una enorme explosión a la altura de la carretera alertó al pueblo. Las patrullas de vigilancia regresaron raudas con la noticia, un numeroso cuerpo de ejército llegaba por la vía de acceso después de volar la enorme porción de roca que impedía el paso.  Un vehículo ligero acompañado de una tanqueta, hacían de avanzadilla. Circulaban a marcha lenta, tomando muchas precauciones. Cuando se encontraron a cien metros escasos de la entrada del pueblo, se detuvieron. En ese momento un altavoz sonó potente rompiendo el silencio y elevando la tensión: “Somos el ejército de la nación, venimos a ayudar, buscamos supervivientes, sabemos que son muchos los que están aquí”...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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