miércoles, 31 de diciembre de 2014

Novela: "La Lámpara en la penumbra" (Extracto)

   ... Todo aquel ambiente caótico no era lo mejor para levantar el ánimo y sí que ayudaba mucho a sentirse deprimido. Me adentré por un camino que extendía con nitidez su trayecto ondulante por entre la loma pelada. Estaba rodeado de cientos de árboles ennegrecidos; eran cadáveres abrasados, sin su sabia, sin su corteza, sin sus hojas, sin su oxigeno, sin su belleza. En el suelo no se apreciaba más que las piedras y el color negro, todo el sotobosque había desaparecido. Los caminos parecían serpientes quietas en un terreno estéril. El silencio era sobrecogedor, nada se movía. El viento pasaba como un fantasma sin detenerse en ningún sitio, como si quisiera ignorar la tragedia. Los arroyos secos por el clima, eran como viejas heridas en un ser ya muerto. Ni rastro de animales, de verdor; un solo olor, un solo color. Mi ánimo se encogía cada vez más porque no encontraba lugar a la esperanza.

    Y de repente en un recodo del camino, como un milagro, apareció majestuoso un enorme pino que se erguía orgulloso y noble en todo su verdor. Alrededor de él como si su presencia fuera un manto protector, la hierba también aparecía intacta. Era como una isla verde en un mar negro. Era la viva imagen, de lo que mi abuelo siempre me indicaba cuando yo era pequeño. “Mira Roberto, no existe la oscuridad total, ni la luz total,  en la alegría y en el dolor nada es total. Cuando veas que todo está oscuro, busca y percibirás siempre un pequeño punto de luz. Cuando veas un bosque  quemado busca y encontrarás siempre un brote verde“   El recuerdo de mi abuelo y aquel árbol intacto me acercaba a  la esperanza, no dejaba de ser un punto de apoyo para confiar en que siempre existe algo o alguien que nos puede animar a vivir...


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