viernes, 5 de diciembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 31)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 - (Septiembre) - Partes 11/19 - (Octubre)
Partes 20/30 - (Noviembre)

... Llegó el lío… tarde o temprano tenía que pasar algo así.

— Tienes razón Louise, creo que en nuestro fuero interno todos sabemos que Ramu solo es un sueño.

— Te equivocas Bruno, Ramu no es un sueño, es una realidad, tú y yo somos una realidad…

— Totalmente de acuerdo… pero esos degenerados de los agujeros también son una realidad…

—  No los llames degenerados, son seres humanos con otro tipo de tendencia, es una consecuencia de nuestra evolución.

— Evolución o involución… Para mí Louise, Ramu representa la evolución, pero la van a cortar de cuajo… Estoy seguro que si todo el planeta consiguiera funcionar de una forma parecida a lo que hacemos nosotros, se podría regenerar.

—  Y quien te dice a ti que esos tipos también pretenden hacer algo parecido, no creo que sean tan estúpidos como para acabar de destrozar el planeta, después de toda la trama que parecen haber realizado…

— Mira Louise… esos tipos son unos estúpidos y unos ignorantes y acabarán reproduciéndose en esos mismos valores. La consecuencia siempre será fatal para el planeta.

—  Bueno… el planeta ya está fatal.

—  ¿Y eso que quiere decir Louise?

—  Que aunque esos tipos intentaran arreglarlo… pensándolo bien, creo que irremediablemente todo se irá a la mierda… ese parece ser nuestro destino.

— Mira que graciosa… acabas de anular la esperanza.

—  Bueno… eso es lo último que vamos a perder… lo último.  La esperanza es como el último eslabón de la libertad.

— Esta bien… si lo miramos así, pues nos agarraremos a ese eslabón, todo lo que podamos y más…

—  Sí Bruno, no renunciemos a vivir hasta el último aliento.

Los dos jóvenes se fundieron en un tierno abrazo y siguieron caminando por la vieja senda del bosque. No hablaban, sus pasos armónicos y cadenciosos se mezclaban  con el silencio de sus labios. Estaban reflexionando a la vez que notaban como ambos parecían acoplarse, sintiéndose plenamente integrados  por parecidas sensaciones. Ya no eran dos, sino un solo elemento que se anexionaba a la naturaleza, formando una fusión placentera y a la vez poderosa. En esos momentos se sintieron indestructibles, nada ni nadie podría ya con ellos…  Bruno se detuvo para besar dulcemente a Louise, luego respiró profundo para preguntarle…

—  ¿Tu crees que esos helicópteros conseguirán destruir esta armonía?

—  ¿Hace falta que te diga lo que pienso?

—  Se lo que piensas, pero necesito oírlo.

—  Está bien… Conseguirán apoderarse de Ramu, destruir nuestros cuerpos, destrozar el planeta entero, pero nunca podrán acabar con la sutilidad. Lo que sentimos está hecho de otro tipo de materia que no se puede destruir… siempre nos encontraremos más allá del espacio y del tiempo, en otras dimensiones y siempre nos reconoceremos cuando con otros cuerpos nos volvamos a encontrar… así, eternamente, hasta que nuestras almas ya evolucionadas se fundan con el sentido de la creación.

— Por los cielos Louise, ese es un compromiso de eternidad.

— De compromiso nada… ¿existe algo más libre y poderoso que lo que sentimos?

—  Creo que no… pero eso no nos exime de que las vayamos a pasar canutas.

— Que es esta vida sino un suspiro. Pasará rápido, ya lo veras…

—  Vale, pero primero tendremos que tomar una decisión… y temo por ella.

— ¿Dudas de lo que vamos a decidir?

— Claro que no, seguiremos hasta el final, no nos doblegaremos.

— Pues haber que les decimos cuando venga el ejército a… “salvarnos”

—  Que no renunciamos a nuestro sistema de vida, que queremos ser libres.

—  Un tanto ingenuo… ¿No crees?

—  Me temo que si lo soy Louise…
 

Empezaba a anochecer y la humedad en el bosque invitaba a volver al pueblo. Bruno acompañó a Louise a su hogar y continuó hasta el suyo. En la cena, no se pudo evitar hablar del tema del día. Todos los miembros de la familia se mostraron firmes en una misma idea, continuar como hasta ahora, no delatar para nada su presencia y luchar hasta el final por su libertad.

Cuando Bruno llegó a su habitación para descansar, ahí estaba Carlos tumbado en la cama, mirando al techo y perdido en el trajín de su mente.

— ¿Te estás comiendo el coco, Carlos?

— ¿Tú no?

—  No vale la pena hacerlo, en serio.

— Lo que tu digas Bruno, pero estamos jodidos… ya se como va a acabar esto.

—  Te estás anticipando a los acontecimientos y eso creo que no es bueno.

—  Es posible, pero seguro que acierto.

—  No dudo que des en la diana, pero aún no has lanzado el dardo.

—  Van a ser dos días largos… seguro que a más de uno le va a temblar el pulso.

—  y no va a acertar en la diana…

—  Algo así… Mira Bruno, en momentos como este es cuando más unidos deberíamos estar, aunar nuestras fuerzas y dar en el centro, pero…

—  No te comas la olla Carlos… en serio, lo que vale es lo que sientes y lo que piensas. Debemos tener confianza en los demás, todos sabemos lo que tenemos entre manos.


Tras el pequeño debate, ambos decidieron intentar conciliar el sueño. Al despertar Bruno se encontró solo en la habitación, había dormido profundamente, tanto que ni se dio cuenta cuando Carlos salió de allí. Esa mañana tenía poco que hacer, así que no se apuró y relajadamente se vistió y bajó al comedor. Allí se encontró con Carlota desayunando. Carraspeó como para delatar su presencia, no pretendía molestar. Ella le recibió amigablemente y no dudó en invitarle a compartir la mesa. Se sentó un tanto intimidado por la exuberancia de la muchacha todavía en pijama, ella lo notó...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

No hay comentarios:

Publicar un comentario