Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 (Septiembre) - Partes 11/19 (Octubre)
Partes 20/30 (Noviembre) - Partes 31/37 (Diciembre) - Partes 38/46 (Enero) Partes 47/53 (Febrero)- Parte 54/60 (Marzo) - Parte 61-62 (Abril)
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En la calle la
gente se dispuso a despedir a los niños, lo hicieron desde el lugar donde se
encontraban procurando mostrar la mayor naturalidad, simplemente dando a su
paso signos de cariño. Se decidió que solo los familiares directos acompañaran
a los pequeños. Al frente y al final de la marcha iban los adultos y en medio
todos los niños juntos mostrando signos de jovialidad y contrastando con el silencio y la resignación de los mayores.
Al llegar al
claro del bosque, se encontraron de frente con los "ingenieros" que les estaban
esperando. Los niños al verlos rompieron la formación y se acercaron a ellos
sonriendo. Durante unos instantes quedaron en medio de los dos grupos al
quedarse parados los familiares. Entonces los pequeños miraron a sus padres y
hermanos, estos reaccionaron pronto y se acercaron para formar todos juntos una
piña. Algunos de los "ingenieros" atendieron a los niños, inclinándose, otros se
acercaron a los padres. El clima que se percibía estaba lleno de serenidad y
confianza. Los "ingenieros", sin hablar, sin explicaciones, transmitían una
fuerza difícil de calificar, les estaban indicando a todos ellos que la
decisión que habían tomado era correcta y que sus hijos estarían bien, eso era
lo que más necesitaban sentir los familiares.
De repente
notaron un rumor y todos elevaron su vista. Los "ingenieros" conminaron a los
presentes a retirarse prudencialmente al abrigo de los árboles. Cuando el
aparato se hubo aposentado en tierra, salieron de él tres personajes de la
misma apariencia física. Sus gestos eran armoniosos, sin
mostrar ninguna clase de aspavientos. Se movían de forma precisa y natural. No
sonreían físicamente, pero era fácil presentir ese signo a la vez que transmitían
confianza, seguridad. El clima que respiraban los habitantes de Ramu era sereno, sentían la sensación de tener controladas las
emociones y un calor inusitado en la zona del plexo solar que les confortaba
enormemente.
Los niños,
prácticamente al unísono se acercaron a sus familiares, les besaron y sin
denotar tristeza alguna se separaron poco a poco hasta alcanzar el aparato. En
todo momento se prescindió de los diálogos, en aquel claro del bosque existía
cierta conexión que permitía que todas las mentes estuvieran como en un
mismo canal. Eso comportó que la despedida fuera sin ningún atisbo de
dramatismo; todos se sentían embargados por parecido tipo de
sensaciones. Los familiares se encontraban inmersos dentro de otro Mundo donde
regían diferente orden de comportamientos, donde las emociones y los sentidos
se manifestaran de forma diferente a la acostumbrada en su medio natural.
Los pequeños desaparecieron en el umbral del aparato y después los "ingenieros" fueron también entrando en él. Cuando ya tan
solo quedaba uno por hacerlo, esta se giró para caminar lentamente hacia el
grupo de familiares, era Vanessa. Llegó a la altura de todos ellos y
colocándose frente a Bruno le habló.
— Estoy haciendo algo parecido a romper un
protocolo, pero me corresponde hacerlo. No sería justo que se obviara la
necesidad de tener un testigo de todo lo que ha acontecido. Existe dos tipos de
huellas, dos registros que se perpetúan en la memoria de los Mundos y gracias a
los cuales ningún acto es inútil… ¿te acuerdas Bruno?
Los allí
presentes escuchaban atentos las palabras de Vanessa. Se estaba dirigiendo a
todos, pero a la vez usaba a Bruno para representar con él un acto individual
que todos entendieran de forma particular. Posiblemente todos se habrían hecho
parecidas preguntas y más de uno hubiera intentado sacar respuestas a los "ingenieros". Ninguno de los allí presentes se sentía ajeno a esas palabras.
Bruno aceptó la mirada de Vanessa y entendió que con su contestación estaba
representando a todos.
— Me acuerdo, claro que me acuerdo Vanessa...
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
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