Partes 20/30 (Noviembre) - Partes 31/37 (Diciembre) - Partes 38/46 (Enero)
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El sol ya
hacía un rato que había desaparecido tras el horizonte de montañas. La penumbra
se iba adueñando del bosque, lo que les obligó a usar unas pequeñas linternas.
Louise caminaba junto a Bruno, hasta entonces se había mantenido en silencio
concentrada como estaba en sus sensaciones, pero decidió hablar y casi fue la
primera en hacerlo. Notó en ello un intento de volver a la dura realidad de
resistir en Ramu hasta el final.
— Es placentero lo que sentimos y espero no
perder ese placer cuando lleguemos abajo.
— Estamos en el mismo barco Louise…
— Guarda bien ese tesoro que nos ha entregado
Vanessa…
— No conozco otro tesoro mayor… ignoro que
decisión se tomará para protegerlo.
— Algo se nos ocurrirá con el fin de
conservarlo… el legado ya está preparado, sería interesante poder ver su contenido, pero eso ahora parece imposible.
— ... no es para nosotros ese legado... es para un futuro... un futuro que quizás ya no nos pertenezca... lo importante ahora es encontrar el lugar idóneo para proteger el disco.
— Se habla de las cuevas…
— No es mal sitio… también podría ser los
cimientos de algún edificio significativo de lo que ahora es Ramu. Te imaginas
Louise que en un futuro más o menos lejano, alguien encontrara el disco entre
los restos de lo que un día fue un pueblo.
— Me lo imagino, y puestos a imaginar que
fuéramos tu y yo, en otra vida, los que lo encontráramos.
— Sí, sin duda sería emocionante Louise.
Justo en ese
momento, cuando ambos muchachos estaban realizando el ejercicio de ensoñación,
aparecieron en el cielo ya oscuro unas extrañas formas serpenteantes y
silenciosas de colores verdes en diferentes tonos. Todos lo pudieron observar,
el grupo decidió encaramarse a una zona de rocas desde donde se podía
contemplar el espacio sin la limitación de las ramas arbóreas. Quedaron
extasiados por el espectáculo, la mayoría jamás lo habían observado aunque
prácticamente todos lo conocían. Sin emitir ruido alguno y envuelto en la magia
de la noche ya cerrada, se dibujaban en el cielo infinidad de formas, como si
fueran relámpagos de color. Se estiraban, adoptaban curvas y estelas y luego
desaparecían raudas y envueltas en el mismo misterio. Ninguna era igual a otra
y los dibujos conformados eran caprichosos, ondulantes, adoptando en ocasiones
como fumarolas de color verde más o menos intenso, que se esfumaban de la vista
con la misma celeridad con que aparecían...
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
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