sábado, 1 de noviembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" - (Parte 20)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 (Septiembre) - Partes 11/19 (Octubre)

...

    Entiendo lo que sientes… pero por mucho que te esfuerces, jamás podrás tú solo recuperar ese brillo que le falta a la vida más allá de Ramu.

    ¿Entonces?

    Vive y deja vivir, mientras puedas… estemos atentos a una realidad que hemos creado, aunque sea una ficción, una isla en el basto océano de la destrucción. Todos sabemos que tarde o temprano pasará algo, pero no conocemos su alcance ni quien ejecutará esa acción. Lo que si tengo claro, es que de una manera o de otra, la imprenta de nuestra justa manera de vivir, allí abajo en Ramu, será útil.

    Útil, para qué, para quien, si no hay futuro.

     Por lo menos para ti cabezón… anda corta esos turbios pensamientos y vive mientras puedas… tienes todo el derecho a disfrutar de momentos de felicidad, lejos de pasado, lejos del futuro…

Bruno observó como tras pronunciar esas palabras, a Louise se le nubló el ánimo, sin duda algún recuerdo podía haberle afectado. Supo reaccionar rápido e intentó despejar la sombra que había provocado.

    Lo siento Louise… tienes razón, no tengo derecho a enturbiar mi ánimo porque con ello puedo contagiar el pesimismo. No tengo derecho a pensar en el pasado ni a elucubrar con el futuro, no es justo, no es justo ni para mí ni para nadie. Lo siento Louise, lo siento. 

    No te preocupes Bruno…

    Como no voy ha hacerlo… yo tengo a mi familia, Carlos tiene la suya…

    Corta Bruno, corta, no sigas…

Bruno entendió que había metido la pata hasta el fondo. Louise tenía un pasado y su recuerdo debía de doler. Ella estaba lejos de todo lo que pudo amar y solo pensar en esa circunstancia tenía que llenarle de amargura. No quiso ahondar ni usar las palabras, decidió abrazarla con la máxima ternura, la besó y la dejó arrullada sobre su pecho.  

Carlos, ajeno a la conversación de sus dos compañeros, seguía oteando el horizonte. En un momento determinado, exclamó unas palabras para llamarles la atención.

    Ey tortolitos, dejar de arrullaros y mirar esto…

Bruno y Louise, entendieron por el tono de su compañero que algo importante había observado, se incorporaron para ponerse a la altura de Carlos.

    Allí, allí abajo, en dirección a Sáreman…

    Santo cielo… parece humo.

    Sí, eso o algo parecido, en todo caso es un signo… de vida.

    Puede ser un incendio ocasional…

    No, no lo parece, más bien  es como si fuera el humo de una chimenea.

    Demasiado fuerte para ser una chimenea… y si te fijas bien es una zona intermedia, en pleno monte.

     Deberíamos investigarlo…

    Eso es arriesgado Carlos… ¿No es mejor dar  parte y ya se verá?

    Sería lo mejor, pero esto no me gusta nada… Que os parece si nos retiramos y empezamos a descender.

    Mirad muchachos, estoy de acuerdo en no perder más el tiempo. Bajemos y mientras tanto ya decidiremos que hacer.

Estaban acostumbrados a subir las montañas cercanas y otear el horizonte. Lo que vieron ese día entendieron que no era normal, por eso se apresuraron en bajar. Recogieron todos sus bártulos y empezaron a descender por la cresta en dirección al bosque. Al llegar, fue cuando Bruno propuso dar un rodeo hacia la zona donde habían observado el humo pero sin llegar allí, solo para ver si captaban algo que les diera una pista. Hubo un pequeño debate, eso les iba a retrasar pero entendieron que tenían que hacerlo. No saldrían del bosque, buscarían un pequeño promontorio que conocían y observarían en dirección a la incidencia.

Se tuvieron que apartar del sector permitido y adentrarse en el bosque enmarañado donde proliferaba el desorden, las brozas, las zarzas y los caminos cortados. Todo ello configuraba una especie de barrera natural que complicaba la llegada a Ramu. Lograron abrirse paso con cierta dificultad hasta lograr ascender por una zona rocosa y rodeada de vegetación maltratada. Desde esa parte elevada observaron con los prismáticos en dirección a la columna de humo negro que se podía apreciar perfectamente en la lejanía. Desde luego no era producto de una chimenea por su densidad, ni de un incendio forestal porque el humo provenía de un solo foco.  La vasta extensión de terreno que tenían ante sus ojos, plagada de bosque, monte bajo y oscilaciones de nivel, les impedía divisar el objetivo. Lo único que  tenían  claro es que aquello no era un fenómeno natural sino algo provocado y en una zona distante de Sareman.

No era prudente seguir hacia la columna de humo, entre otras razones porque no se podían tomar decisiones arriesgadas que pudieran poner en peligro a la comunidad. Decidieron dar marcha atrás e informar de lo que habían observado. Avanzaban por entre la maraña, abriéndose paso con dificultad, buscando la zona libre y limpia producto del cuidado y de la extracción de biomasa. Cualquiera que no tuviera la clara intención de llegar a Ramu, hubiera desistido al centenar de pasos, era horrible avanzar entre tanto desorden de ramas descompuestas, enredaderas, lianas, zarzas espinosas y árboles quebrados. En un pequeño claro pararon un momento para descansar, entre otras razones porque voluntariamente avanzaban dando pequeños rodeos y evitando la línea recta, era una manera de no dejar pistas claras que llevaran a la zona limpia camino de Ramu. Fue en ese momento cuando oyeron unos sonidos extraños y cercanos provenientes del bosque.

    Eh… escuchad eso

    ¿Un animal?

    Algo se mueve lento… y es pesado.

    Ese movimiento no es ágil…

    ¿Qué hacemos?

    Quietos… todos quietos.

Durante instantes quedaron en silencio e inmóviles, notando como ese sonido quebrando ramas y tirando de las zarzas se acercaba. Se tumbaron en el suelo para no alertar y deseando que aquello no fuera una amenaza. Fue Louise la primera que llegó a advertir que era un hombre joven, desarrapado, y con la ropa hecha jirones quien avanzaba con extrema dificultad. Parecía huir de algo y transmitía pavor. Hizo una señal a sus compañeros, todos advirtieron que no podía representar amenaza alguna, sino al contrario era un ser amenazado. Decidieron levantarse al unísono y darle el alto. El hombre al advertir la presencia de los tres, inició una huida despavorida. Durante unos instantes, se produjo una persecución totalmente descontrolada, llena de arañazos y de despropósitos. Al final, el hombre se notó acorralado y pareció rendirse. Su rostro reflejaba el miedo, sus ojos se fijaron en los arneses y cuerdas que portaban, quizás los confundió con armas y entonces se acurrucó en el suelo y protegiéndose la cabeza empezó a gritar totalmente desesperado.

    ¡No quiero sufrir más… no… matarme de una vez!

El  hombre en su pavor, no acertó a entender que los tres muchachos de una edad muy parecida a la suya en absoluto iban a hacerle sufrir, muy al contrario intentaban ayudarle. Se mostraba histérico, aterrado y no paraba de ladear la cabeza a un lado y a otro. Fue entonces cuando Bruno tomó una decisión instintiva, lo agarró por la pechera rompiendo aún más su camiseta y le soltó un par de bofetadas. Luego lo sujetó por los hombres y pronunció con voz firme y decidida:

    Calla de una vez y atiende… míranos, míranos bien. No somos unos asesinos, solo queremos ayudarte.

El  hombre pareció calmarse algo, pero aún así no pudo o no supo mirar a los ojos de ninguno de los tres. Fue entonces cuando Louise se acercó a él y con voz suave intentó calmarle.

    Tranquilízate… no vamos a hacerte daño, solo te queremos ayudar. Míranos,  veras como no tenemos pinta de hacerte daño.

El hombre, tímidamente y ya más tranquilo miró a los ojos de Louise, algo debió notar en ellos, algo profundo y cálido, porque su reacción fue dejarse caer en el suelo y en cuclillas empezar a llorar con un tremendo desconsuelo, desahogando toda la tensión acumulada.  Bruno se arrodilló junto a él y le ofreció agua de una cantimplora. El hombre la aceptó, empezó bebiendo tímidamente para luego saciar su sed de una manera desbocada. Dejaron que se tranquilizara, luego le ofrecieron algo de comida que liquidó como si fuera un animalejo. Cuando ya estaba más calmado Louise se acercó y le preguntó:

    ¿De donde vienes? ...

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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