POCO TIEMPO
DESPUÉS
... Pasaron unas
cuantas semanas, sin que nada importante transcendiera. Ni señal de los hombres
de Sareman, todo parecía indicar que se los había tragado la tierra. Se intentó esclarecer los hechos que
motivaron el desenlace de la “batalla” pero no se pudo llegar a conclusión
alguna, todo quedó en la explicación de que una de sensación mental provocó
distinta reacción en unos y otros. El extraño rumor, no fue notorio como un
sonido sino como una captación de la mente, y como tal era difícil de descifrar
a no ser que los causantes de ese hondo zumbido lo manifestaran, cosa que no
ocurrió.
Bruno mantenía su estrecha relación con Louise
y su cada vez más fuerte amistad con Carlos. Tan pronto como podían
sincronizarse, solicitaban permiso para ir a escalar las cercanas paredes de
roca, era su afición predilecta. El permiso siempre les era concedido, máxime
con los precedentes existentes, era una buena ocasión para echar un vistazo al
horizonte desde las alturas.
Esa mañana
recogieron sus bártulos de escalada y se dispusieron a caminar en dirección al
objetivo. El día era brillante como casi siempre, con el sol mostrándose
rabioso en su radiación por lo que era preciso protegerse adecuadamente. Apenas
síntomas visuales de contaminación, tras
unos años de reposo en la emisión de gases, el planeta parecía haber depurado
al menos las primeras capas de la atmósfera. Pero todo era un espejismo, se
conocían los inmensos daños y se hacía difícil pensar en una posible
recuperación del planeta como no fuera a un largísimo plazo.
Llegaron a la
base de la pared, desde la cual podían observar nítidamente la trayectoria de 300 metros en una
imponente vertical. Desplegaron los bártulos y se dispusieron a iniciar la
escalada. Justo habían iniciado los primeros movimientos, cuando les llegó a
los oídos un rumor casi olvidado pero que era inconfundible, el rotor de las
aspas de un helicóptero. Carlos todavía en el suelo, ingenuamente, se dispuso a
buscar un espacio abierto para localizarlo, iba a colocarse al descubierto pero
Bruno a escasos dos metros de iniciada la ascensión, se desembarazó de los
arneses y saltó sobre el para impedírselo. La reacción de Louise fue más
lógica, recogerlo todo y esconderlo en la espesura del bosque.
— Estás loco,
¿que haces…?
— Solo quería
ver que demonios es eso…
— Pues un
helicóptero, está claro… y eso no tiene pinta de ser nada bueno.
Protegidos por
los árboles, intentaron localizar al aparato que no parecía volar lejos. Louise
fue la primera que lo visualizó quizás a unos cien metros de altura y algo
separado de su vertical.
— Santo cielo,
es militar… ¿Qué puede significar esto?
— Se me ocurren
muchas cosas Louise…
— Y a mí otras
tantas Bruno…
Carlos callaba
y observaba, era consciente de que por poco había metido la pata. No obstante
soltó una frase no muy oportuna.
— Si son gente
del ejército, quizás tenga sentido pedir ayuda…
Bruno le
contestó rápido, con las dudas no se podía jugar, él lo tenía claro.
— El aparato es
del ejército pero… ¿quienes lo ocupan y porqué aparecen después de unos cuantos
años…?
— Creo que
tienes Razón Bruno, lo siento, me he precipitado… ¿Crees que lo han debido
escuchar desde el pueblo?
— Estoy seguro
de que sí… lo que me preocupa es que vaya en esa dirección y lo sobrevuele.
Louise parecía
tener las ideas todavía más claras y por puro instinto les respondió a ambos.
— Esto no es
nada bueno y nos va a presentar problemas. En cuanto al pueblo yo no me
preocuparía, apuesto a que aparece la niebla de nuevo.
Decidieron
recogerlo todo y dejar la escalada para otro día. Marcharon en dirección Ramu y
tan pronto llegaron, observaron como Louise no se había equivocado, la niebla
estaba ahí y entre la gente había cierto revuelo.
En el pueblo, tras captar el vuelo del
helicóptero, empezaron los debates y tras ellos surgió un cierto desconcierto
que provocó incertidumbre. Había quien opinaba sobre la posibilidad de darse a
conocer, la mayoría optaba por ser prudente y discernir con calma sobre lo
ocurrido. Habían voces en Ramu que podían dar un punto de vista clarividente,
como por ejemplo Sejo el padre de Bruno,
Yuko un antiguo oficial del ejercito que desertó en su momento por no
estar de acuerdo con ciertos planteamientos muy agresivos para con la población
y Rosbec, obrero que trabajó en la construcción de enormes instalaciones
subterráneas.
Antes de
debatir en asamblea general con todo el pueblo reunido, el comité de ética
decidió llamar a consulta a estos tres personajes.
— Sejo, tú y tu
familia habéis sido los últimos en llegar al pueblo. Las razones son más que
evidentes, decidisteis refugiaros en Nalocebar antes que aceptar en su momento
un digamos, delicado ofrecimiento del gobierno… Yuko, eras oficial asistente de
un alto mando del ejército, tuviste oportunidad de captar el rumbo de ciertos
acontecimientos nada claros, al no poder soportar todo aquello, tu decisión fue
desertar poniendo en riesgo más de una vida. Al llegar a tu ciudad te
encontraste con la desgracia de comprobar que toda tu familia había fallecido
en extrañas circunstancias. Te encontramos vagando por el bosque en un estado
lamentable… Rosbec, tu has declarado haber trabajado en las bases subterráneas.
No te convenció el régimen de esclavitud y secretismo en que trabajabas, te
engañaron diciendo que era algo noble y la realidad es que no podías salir de
las instalaciones bajo ningún concepto. Conseguiste escapar confundido con los
escombros de un enorme camión volquete. Te reencontraste con los tuyos y huiste
para que no te localizaran. Sabemos que durante un tiempo tu vida fue una
odisea. Antes de que voláramos la carretera, conseguiste llegar aquí con tu
familia… Sabéis que no suele ser nuestro proceder averiguar o discernir sobre
la vida anterior de los que ahora habitamos en Ramu, son pocos los casos en que
voluntariamente algún sujeto ha informado sobre su pasado y los que lo han
hecho es porque han considerado que su información podía ser relevante, ese es
vuestro caso. Los tres poseéis suficientes datos como para que se nos aclaren
algo las ideas. Por eso estamos seguros de que entendéis porque se ha requerido
vuestra presencia.
Los tres
personajes escucharon atentamente, toda la controversia provenía a causa de la
observación del helicóptero y la vinculación que ello pudiera tener con los
extraños y macabros acontecimientos que originaron las epidemias, causantes de
la desaparición de un altísimo porcentaje de la población del planeta. Se supo
que la virulencia de las afecciones y los contagios era extensible por todo el
mundo. Era muy probable que al tiempo presente, solo hubiera en el planeta dos
tipos de sobrevivientes, los integrantes de las bases secretas subterráneas y
tal como sucedía en Ramu, habitantes de
pequeñas parcelas en la inmensidad de un planeta altamente deteriorado.
Sejo fue el
primero en hablar…
— Me preocupa y mucho el vuelo del helicóptero.
Me temo que es el principio de lo que muchos tememos. Pero entiendo que estoy
aquí para volver a contar mi experiencia. En el caso de nuestra familia…
tuvimos mucha suerte y por eso estamos en Ramu. Como sabéis era catedrático de
biología en la facultad de Nalocebar. Cuando surgieron las epidemias, nos
centramos en analizar las causas y buscar soluciones. Enseguida nos dimos
cuenta de que el proceso no era nada convencional, descubrimos la mano humana
en toda la cadena de desgraciados acontecimientos. No tardaron en llegar gente
extraña a nuestro laboratorio que se identificaron como agentes del gobierno.
Nos indicaron que se iba a militarizar el laboratorio y que yo como jefe del
departamento debía realizar una importante y secreta entrevista con un alto
cargo. Entendí que lo mejor era presentarse. Allí descubrí hasta donde podía
llegar el cinismo de esos tipejos... Necesitaban de mi concurso para controlar
los efectos, en caso de que se instalara una cepa en una colonia humana muy
particular. Tendría todos los datos necesarios para entender los elementos que
habían desatado las epidemias. Ellos preveían que en un plazo no muy largo de
tiempo gran parte de la humanidad habría sucumbido bajo los efectos de lo que
ellos llegaron a llamar regulación de la población, solo unos cuantos elegidos
estarían a salvo en unas bases secretas. Mi misión sería junto a otros
científicos, controlar que la epidemia no traspasara las puertas de un
determinado lugar subterráneo denominado zona segura. Me propusieron un lugar
allí junto a mi familia directa, esposa e hijos… y me sugirieron con total
claridad que ya no podía renunciar al ofrecimiento. En dos semanas seríamos
conducidos al refugio subterráneo… Aquel ofrecimiento suponía salvar la vida
pero perder la dignidad… Decidimos huir y aventurarnos a sobrevivir. Dos días
antes de que nos recogieran para ingresar en el mundo subterráneo ya habíamos
desaparecido. Un entrañable amigo, nos derivó a un ático en un barrio de
Nalocebar imposible de ser relacionado con nosotros. En un tiempo prolongado no
salimos de allí para evitar cualquier desliz que nos pudiera identificar, nos
llegaba comida y bebida hasta que las ayudas sucumbieron, las reservas se
agotaron y tuvimos que aprender a sobrevivir en lamentables circunstancias.
Cuando entendimos que ya solo reinaba el caos y la muerte en las calles, decidimos arriesgar la vida para llegar
hasta aquí...
R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13
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