sábado, 22 de noviembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 28)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/10 (Septiembre) - Partes 11/19 (Octubre) - Partes 20/27 (Noviembre)
...

    No me hagas caso, debe ser eso que dicen… cosas de mujeres. Que conste que Louise me cae muy bien y tú por supuesto. Luego que puede desear una amiga sino lo mejor para ambos.

    Gracias por tu intención… reconozco que me he puesto algo tonto.

    Los dos hemos patinado un poco… Dejemos el tema y hablemos de esos ingenieros...

Llegaron a la guardería y dejaron a Maia en ella. Una mujer esbelta de pelo corto y rubio, se encargó de la niña. Luego siguieron su camino hablando del tema que les ocupaba.

    Mira por donde Bruno, ¿no te dice nada esa mujer que ha recogido a Maia?

    Pues…

    Ahí tienes a una ingeniera de… guardería.

    ¿Qué quieres decir?

    Que esa mujer tiene todo el perfil.

    No te entiendo…

    Mira Bruno, aunque me haga la tonta, aunque aquí en el pueblo parezca que nos despreocupemos del tema… todo el mundo  intuye algo.

    Carlota, como no hables claro, no me entero.

    Mi hermano y tú les llamáis ingenieros, otros les llaman de otras maneras, pero todos reconocemos que son diferentes.

    Vale… ahora te pillo.   

    En la comisión de ética también se encuentran, por supuesto. Ahora estamos trabajando seriamente en el tema de las proteínas. Sutilmente esos dos “ingenieros” que nos acompañan, hacen hincapié en que se puede sustituir la proteína animal, con lo cual evitaríamos ese tipo de sacrificio. En el departamento de biología, ya llevan tiempo trabajando con los aminoácidos y un tipo de compuesto a base de frutos secos, legumbres, cereales y soja, además de otros componentes.

    Es cierto… mi padre ya habló de eso. ¿No se si lo recuerdas?

    Yo sí, el que parecía que no lo recordabas eres tú.

    Tienes razón… uno no puede estar en todo.

    Pues ellos si parecen estar en todo.

    Pero… ¿Quiénes son ellos Carlota?

    Pues la verdad, es que no sé si alguien lo ha preguntado. Aquí hemos aprendido a ser discretos y no indagar sobre el pasado. Lo importante es el ahora.

    Eso es muy relativo Carlota, yo puedo preguntar sobre su pasado.

    ¿Acaso lo has hecho?

    Pues la verdad es que no…

    No lo hacemos por muchas razones, algunas de ellas dolorosas.

    Sí tienes razón… hemos aprendido a comportarnos con suma discreción.

    Por eso mismo Bruno… nadie se atreve a preguntar a tus “ingenieros”.

    Pues creo que ya ha llegado el día de hacerlo.

    La verdad, es que a mí eso no me preocupa…

Siguieron hablando amigablemente, hasta que Bruno dejó a Carlota en su lugar de trabajo, el antiguo ayuntamiento donde se encontraba ubicado el departamento de ética. Luego, se dirigió a la armería, tenía que formar parte de una patrulla de relevo en la línea del bosque sucio, justo donde se produjo la batalla. Al atardecer, sin ninguna novedad de mención, dejaron el relevo a otra patrulla y se dirigieron al pueblo a dejar las armas y dar el parte.

Ya marchaba para el hogar, cuando se encontró con su madre que un tanto apresurada se dirigía a la guardería a recoger a la pequeña Maia.

    Dónde vas tan deprisa mamá.

     Mira, me alegro de encontrarte… ¿tienes algo que hacer hijo?

    No, justo acabo de llegar de una patrulla.

    Pues me haces un favor si vas a recoger a tu hermana, tengo algo urgente que hacer.

    No te preocupes lo haré.

Cuando Bruno llegó a la guardería solo quedaba su hermana allí, los demás niños ya habían sido recogidos. La encontró sentada en el aula, sonriendo y jugando con la misma mujer rubia que había visto por la mañana. Recordó la conversación con Carlota, sobre los ingenieros y la insinuación de que esa mujer rubia y esbelta daba todo el perfil. Era una oportunidad excelente para hablar con ella.

    Siento la tardanza… ha surgido un imprevisto.

    No te preocupes solo han sido unos minutos.

    Me llamo Bruno, soy el hermano de Maia…

    Lo sé…

Maia alegre y saltarina, se apresuró a recoger su pequeña mochila y se mostró dispuesta a acompañar a su hermano. Mientras, Bruno dirigió su mirada a los ojos claros, francos y penetrantes de la mujer y se sintió un tanto intimidado. Mirándola al rostro todo indicaba que era un tipo de persona que no escondía nada pero que sin embargo se mostraba insondable. Había algo en ella que infundía un profundo respeto y que encogía el alma. No obstante, se aventuró a mostrar su descaro para preguntarle sin tapujos.

    No recuerdo tu nombre.

    Me llamo Vanessa…

    Tienes todo el aspecto de ser extranjera… ¿De donde eres?

    Tiene importancia eso…

    No en estos tiempos, pero esta es un tipo de pregunta que solía ser muy usual antaño.

    Entiendo… digamos que vengo de muy lejos.

    ¿Tan lejos que no se puede decir…?

    Ahora no.

Vanesa sonrió al tiempo que con la mirada prácticamente desarbolaba a Bruno. Entendió raudo que no era conveniente continuar por el camino de la indiscreción. En esa mirada Bruno encontró un montón de mensajes, pareció como si hubieran radiografiado su mente y con meridiana claridad, le dieran a entender que era cierto lo que él pudiera sospechar pero que no procedía de momento hacerlo notorio y público. Devolvió la sonrisa a Vanesa para mostrarle que había recibido el mensaje, cogió por la mano a su hermana y salió del aula con la sensación de haber recibido una magistral lección en tan solo unos segundos.

Ya en el camino al hogar, como quien no dice nada, la pequeña Maia se puso a hablar despreocupadamente con su hermano.

    Vanesa es muy buena y muy guapa, nos quiere mucho y nos cuenta muchas historias bonitas.

    Ah si… anda, cuéntame una.

    Vale, te contaré la historia de nuestra casita.

    La de Ramu…

    No… la de una casita mucho más grande, en donde cabemos todos.

Bruno intuyó rápidamente cual podría ser esa casita, y no dudó en seguir el hilo del cuento.

    ¿Acaso esa casita es redonda?

    Claro… ¿Cómo lo sabes?

    Porque soy tu hermano grandote… anda sigue.

    Vale… sigo… la casita redonda, que es muy grande está muy estropeada y se tiene que arreglar.

    ¿Y que vamos ha hacer?

    Lo mismo que cuando se rompe una casa pequeña… salir de ella mientras la arreglan…

    Eso me parece muy bien… ¿pero adonde iremos mientras la arreglan?

    Es que tu no sabes Bruno que en el cielo hay otras casas tan grandes como la nuestra…


Y la pequeña Maia siguió de la mano de su hermano, dando saltitos y distrayéndose con cualquier cosa, ahora un charco, luego un bichito, después una flor. Bruno simplemente estaba anonadado por sendos impactos directos a su sentido real de las cosas. Por obra de Vanesa y de la pequeña Maia, perdía sentido el aquí y ahora y la objetividad como algo exclusivo en su vida. Entendió que era permitido soñar y mostrar ese sueño con suma sencillez, tal como le estaba enseñando Maia..

R.P.I. 02/2013/1807 B-387-13

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