lunes, 29 de septiembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 10)


Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/9 (Septiembre)

...  -  He visto estas barracas un montón de veces pero jamás había entrado en una… Bien, si os parece, esta será nuestra base, no podemos bajar hasta el pueblo sin antes ver lo que ocurre ahí.

    Es buena idea papá… iré yo.

    Espera hijo, espera, no hay prisa. Calma… primero comamos algo y descansemos. La caminata ha sido larga y dificultosa. Creo que lo mejor es hacerlo de noche y con ropa oscura. Pueden vernos bajar por cualquiera de las sendas, acuérdate como desde casa veíamos a los excursionistas.

    De acuerdo, pero dejarme que eche un vistazo por aquí cerca.

    No… hemos visto lo suficiente, ahora descansemos. 

Dejaron pasar las horas hasta que la noche se cernió sobre ellos. Bruno no esperó más, empezó a prepararse para salir en dirección al pueblo. Pero esta vez Sejo tenía otra idea y se lo impidió.

    No hijo, esta vez seré yo el que vaya a explorar. Tú quédate aquí con tu madre y tu hermana.

    Pero papa… ¿no es mejor que…?

    No, iré yo.

    Está bien, pero llévate la pistola.

    No la necesito… y espero que tú no la tengas que necesitar. No os preocupéis, volveré a media noche.

Sejo buscó entre las pertenencias de su mochila ropa oscura, se manchó la cara con tierra y hierba y salió en pos del pueblo, lo cual le llevaría cerca de una hora. Tras la maraña de hierbas acumuladas que tapaban una de las sendas logró encontrar el camino que ya conocía. Prefirió dar un rodeo adentrándose en un bosque de encinas y robles y fue  descendiendo de nivel para acercarse al pueblo. De vez en cuando se paraba a escuchar posibles sonidos, todo parecía en silencio, solo el ulular armónico y cadencioso de la lechuza se destacaba entre la aparente calma.

 Por fin llegó a un punto desde donde teóricamente se podían divisar las primeras casas de Ramu. Todo estaba muy oscuro y no vio luz alguna que delatara vida o movimiento. Decidió seguir bajando. Justo en un cruce de caminos, en un promontorio y en la vertical del pueblo vio algo que le asombró, era una pequeña bandera ondeando levemente al compás de la brisa. Se acercó a ella extremando las precauciones, a un par de metros de distancia pudo apreciar lo que parecía un color azul de fondo y en su centro… tuvo que agudizar la mirada para entender que aquel símbolo era un mapamundi. Aquello le alertó en grado sumo, máxime cuando encontró huellas recientes de pisadas sobre el camino. Fijó la mirada en dirección al pueblo, esperando ver alguna señal que delatara la existencia de personas allí abajo. Justo entonces escuchó el maullido lejano de un gato y no solo eso, sino que además le pareció percibir ciertas líneas de luz muy tenues que posiblemente dejaban escapar las rendijas de alguna ventana. No se atrevió a seguir bajando, prefirió desandar el camino y llegar hasta su familia.  

Medio adormilados, unos sonidos alertaron tanto a Bruno como a su madre. Tamara puso la mano sobre el hombro de su hijo para decirle:

  — No te preocupes es él, conozco el ritmo de sus pasos.

 Algo jadeante, Sejo entró por la abertura de la barraca, vio a la niña durmiendo a su mujer medio incorporada y a Bruno de rodillas con intención de recibirle. Se sentó disponiéndose a contarles todo lo que había observado. Escucharon atentamente las palabras de Sejo y fue Bruno el primero que se dispuso a hacer una reflexión.

-          Un mapamundi, ¿estás seguro?

-         Juraría que sí, la bandera no estaba totalmente desplegada pero toda la apariencia es de que aquello lo era.

-         El mundo sobre una bandera azul… en Ramu. Y las pisadas y la rendija de luz junto al maullar de un gato. Yo no lo pensaría más papa, deberíamos bajar.

-         Calma hijo, calma. Necesitamos más detalles para entender que no existe peligro allá abajo. Esperaremos a la luz del día y buscaremos un lugar adecuado para observar al pueblo en la distancia.

-         Me parece una buena idea.

-         Pues entonces descansemos, aún le quedan horas a la noche.

Descansaron lo justo hasta el amanecer, había cierta impaciencia en los dos hombres por averiguar qué ocurría allá abajo en el pueblo. Decidieron que se acercarían  dejando a Maia junto a su madre en la barraca. Antes prometieron a Tamara que no arriesgarían su posición, solo querían ver desde un lugar estratégico que conocían el movimiento del pueblo.

Se olvidaron de las sendas y se adentraron en el bosque hasta llegar a una roca que tenía su propio nombre, el caracol, por su forma redonda y girada. Subieron a ella y se tumbaron procurando no perfilar su figura en el fondo azul del cielo. Aunque se encontraban algo desplazados del centro del pueblo, desde su posición podían divisar una parte importante de él. Lo primero que observaron les dejó anonadados, en la periferia huertos bien cuidados y con gente trabajando en ellos. Eran las estrechas franjas en la ladera de la montaña, antaño abandonadas y presas de la vegetación. Vieron también algo que parecían invernaderos y varias balsas de agua que no estaban registradas en su memoria. Luego dirigieron su mirada al sector este del pueblo, el más próximo a su posición, y observaron mucho movimiento. Hacía tres años que no pisaban Ramu, producto de las vicisitudes que tuvieron que atravesar en Nalocebar. En invierno estaba escasamente habitado y en verano como mucho serían unas quinientas personas, ahora seguro que había muchas más. Quedaron en silencio para apreciar sonidos y escucharon los que emitían las aves de corral, ladridos de perro y voces humanas distendidas que el viento acercaba a sus oídos.

    Papá, no entiendo nada. ¿Qué demonios pasa allá abajo?, no parece el Ramu que conocemos.

    No, no parece lo mismo. Han pasado tres años… muchas cosas han debido de cambiar… Es como si se hubiera dado un salto en el tiempo pero hacia un siglo pasado.

    ¿Por qué lo dices?

    Antaño todas esas franjas estaban cultivadas, la gente vivía de eso, luego se abandonaron y ahora…

    Pero estamos en el año que estamos y las casas son las que conocemos. ¿Ves? Esa es la de Crisan, el carpintero, y aquella otra la de Tásiro.

    Es cierto… Que curioso, no hay antenas.

    ¿Qué?

    No hay antenas de T.V. sobre ningún tejado.

    Es verdad, no había reparado en eso… Tampoco veo movimiento de vehículos.

    Como que no… Mira ese.

    Parece un motocarro… pero no emite ruido alguno.

    Y sobre aquel  tejado… ¿no es una especie de antena parabólica?

    Puede ser. Hay más… fíjate. 

    … Me fijo que todas están orientadas hacia el cielo, en posición de recorrido solar.

    Creo que ya hemos visto suficiente papá, ¿que hacemos?

    De momento volver junto ellas. Luego decidiremos.

Los dos hombres bajaron de la roca procurando no quedar a la vista del pueblo. Se adentraron en el bosque para dirigirse hacia la barraca. Habían recorrido la mitad del camino, cuando oyeron pasos y voces que provenían de una de las sendas. Se agacharon y quedaron a la expectativa. Bruno alzó la cabeza por entre unas ramas para observar a cierta distancia. Lo que vio le alertó sobremanera. Volvió a agacharse para pronunciar muy bajo.

    Son cuatro hombres y van armados.


    Dios mío van en dirección a la cruz donde está la barraca. ¿Qué hacemos hijo?...

domingo, 28 de septiembre de 2014

Meditaciones al Alba: "La Corrupción"

Existe algo en nuestra humanidad por lo que deberíamos de preocuparnos algo más… me refiero al fenómeno de la corrupción, que amenaza con convertirse en una pandemia. Se extiende por Asia, África, Sudamérica, América Central, y está amenazando seriamente a Europa y E.E.U.U. desde el sur. Son datos sobre el índice de percepción de la corrupción, elaborados por la Organización de Transparencia Internacional. (En España, por ejemplo, se cifran cantidades relacionadas que rondan los 40.000 millones de Euros)
                                        
En la corrupción, su punto más alto de contagio es el poder por más mínimo que sea. Se disfraza de normalidad y usa la mentira con enorme contundencia. Recurre a la ignorancia para extenderse y recorta la cultura para defenderse.

Necesitaríamos rápido un antídoto, si no queremos ver desaparecer en un periodo de tiempo no muy extenso todo signo de decencia en la humanidad. El abuso de poder encomendado para beneficio personal provoca la corrupción… El servicio, la integridad y la solidaridad la ahuyentan.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 9)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/8 (Septiembre)

    ... ¿Qué quieres decir papa?

    Que por alguna razón han cerrado el transito por esta carretera…

    Solo haría falta saber cual es esa razón, ¿No crees?

    Ahora que importa eso… El caso es que ya no podemos continuar.

Tamara salió también del coche y mientras los dos hombres divagaban, se dirigió al maletero, tomó una mochila y la dejó a sus pies.

    ¿Se os ocurre otra idea que continuar a pie?

    Tienes razón mama… buscaremos una senda hacia el pueblo. Conozco varias por aquí.

Se colocaron las mochilas, Nobru se encargó de llevar a Maia y después de echar un vistazo al coche tras decidir dejarlo ahí, se dispusieron a continuar. Anduvieron en sentido ascendente por la carretera, No habían recorrido ni cincuenta metros cuando Sejo se paró justo al empezar una curva muy virada:

    Esto es muy extraño… fijaros el lugar donde han volado esa enorme porción de pared. Por un lado el barranco y por el otro una elevación vertical de más de cien metros…

    ¿Qué quieres decir papá?

    Es un lugar estratégico… para superar la roca que está en la carretera habría que escalar y es imposible pasar por ninguno de los dos lados…

     Luego parece claro que quienes hicieron eso han querido evitar a toda costa que se continúe en esa dirección… ¿es eso?

    Sí y en esa dirección esta Ramu… no se que pensar hijo.

Tamara siempre discreta y atenta a todo lo que acontecía, aunque dejando la maniobra a los dos hombres era la encargada de sacarlos de dudas.

    Pues no tenemos más opción que continuar. Cierto que no sabemos lo que vamos a encontrar en Ramu, pero si no fuera posible establecerse allí, siempre queda la posibilidad de protegernos en algún lugar de la montaña.

Sejo se frotó la nariz en claro signo de pensar que era cierto, no quedaban muchas más opciones pero…

    Estoy de acuerdo contigo querida… aunque deberíamos extremar las precauciones, esto no me acaba de gustar.

Ya más decidido Sejo se aprestó a continuar la marcha, no sin antes indicar a su hijo que les guiara en busca de una senda que les acercara al pueblo. A poca distancia de allí se encontraba un recodo en la carretera desde se podía iniciar un trayecto a través de una cresta no demasiado complicada. Decidieron no usar las linternas que llevaban.  A pesar de ser noche cerrada, sus pupilas ya estaban lo suficientemente dilatadas como para permitir ver los obstáculos. Siguieron el trayecto sin demasiadas complicaciones hasta llegar a una zona boscosa según bajaban de la cresta. En un momento determinado Bruno se paró al comprobar que la senda se cerraba.

    No lo entiendo, estoy seguro que estamos en buena dirección… He perdido la senda.

    ¿Cómo que la has perdido? Hasta llegar al bosque era nítida y clara de seguir.

    Lo sé, lo sé… por eso no encuentro explicación, tendría que continuar. Quedaros aquí, voy a explorar esta zona.

Bruno dejó la mochila y a Maia junto a sus padres y se adentró en la espesura. Al rato volvió con ciertos rasguños en los brazos producto de las ramas espinosas.

    Se lo que ha pasado… La senda continúa tras esa maraña de zarzas. Es como si algo o alguien se haya encargado de taparla, disimularla.

    Primero la carretera ahora la senda...

    Tienes razón papa… esto me da mala espina.

Tamara con la niña en brazos se dirigió a los dos hombres, ella no parecía tener tantas dudas.

    Bruno… ¿Podemos continuar tras las zarzas?

    Podemos, solo hay que abrirse  paso pero con cuidado... es un lugar un tanto complicado porque a ambos lados existen fuertes desniveles.

    Pues a que esperamos

Los dos hombres se aprestaron a recoger unas ramas y las usaron como herramientas para desbrozar la zona. Luego extremando las precauciones salvaron el paso hasta llegar otra vez a la senda que se marcaba con claridad sobre el terreno. Continuaron la marcha ascendiendo un pequeño collado y luego volvieron a bajar. Estaba amaneciendo, el alba clareaba el día anunciando la salida del sol, entonces decidieron pararon un rato para descansar. Todos conocían la dificultad de la zona montañosa, era abrupta y peligrosa en ciertos tramos. La ventaja era que Bruno tenía la experiencia suficiente como para saberse adentrar por las zonas boscosas y encontrar las sendas que conducían a Ramu. Esperaban llegar al atardecer, no tenían prisa. Después de tomar un pequeño refrigerio se aprestaron a continuar la marcha. Al adentrarse en otra parte boscosa otra vez volvieron a perder la senda y también en un lugar estratégico. Tardaron un rato en encontrar la manera de recuperar el camino y no sin ciertas dificultades. Sejo decidió que a partir de ese momento seguirían pero con los cinco sentidos en danza, algo se escondía tras esos intentos de camuflar las sendas. Justo al momento de retomar la marcha, Tamara les hizo una señal para que callaran.

    Escuchad ¿no oís?... son pájaros cantando al amanecer. En este sitio hay vida: jabalís, pájaros, insectos, vegetación sana. Eso no puede ser malo.

    Sí… es delicioso observar todo esto, refrescar la mirada, escuchar sonidos perdidos, pero debemos hacer caso a papá en extremar las precauciones y no fiarnos.

    De acuerdo, totalmente de acuerdo… pero estoy empezando a renacer, todo irá bien.

El día iba avanzando con el sol remontándose en el cielo. Estaban a finales de lo que podía entenderse que fue la primavera. Tuvieron que protegerse de la fuerte radiación solar y cuidarse del calor al atravesar zonas despejadas. Desde un promontorio divisaron ya no muy lejos las torres del tendido eléctrico que pasaban en línea cerca del pueblo. Estaban alcanzando su objetivo. Al mediodía, con el sol ya en lo alto, llegaron a la altura de las torres. Esta vez fue Bruno quien hizo una observación al pasar justo por debajo del cableado.

    Esperad, quedaros quietos y escuchad… ¿no notáis algo extraño? ¿No os acordáis cuando realizábamos excursiones por esta zona y justo al pasar por aquí yo decía?... 

    Que estaban friendo un huevo por allá arriba… ¿no es eso Bruno?.

    Pues ahora que se ha acabado la energía… los cables ya no chisporrotean, es otra sensación, ¿verdad?

     No es solo eso hijo… mirad aquella otra torre, la han desmontado casi por completo.

Cerca de las torres circulaba un camino ancho que llevaba a una encrucijada. Desde allí se podía seguir por ese mismo camino al pueblo, o bien elegir entre un par de sendas por entre el bosque para llegar.  Cuando alcanzaron la cruz de hierro sobre un pequeño monolito que marcaba la encrucijada, se pararon para observar el entorno. El camino estaba cerrado por completo a base de montones de tierra y vegetación, con las sendas ocurría lo mismo. Por el otro extremo, el camino se cegaba y solo estaba orientado hasta la base de las torres eléctricas.  Hacía mucho calor y antes de tomar una decisión, Bruno les sugirió que  podían dirigirse a una barraca de viña que el conocía. Estaba ahí mismo, allí estarían en disposición de descansar y reflexionar sobre los próximos pasos a dar.


Semioculta en un talud, de tal manera que por arriba no era más que una continuación del terreno boscoso, aparecía una barraca en forma cilíndrica y ligeramente redondeada en su techo, sus paredes eran a base de piedras toscas de la zona  muy bien dispuestas,  escasamente tendría metro y medio de altura pero su interior estaba fresco y despejado. Antiguamente los labriegos guardaban allí sus herramientas o bien la usaban para descansar, justo lo que ellos iban a hacer. Se introdujeron los cuatro, lograron acomodarse pero con justeza de espacio. Sejo sentado, se apoyó sobre una de las paredes y expuso su idea...


jueves, 25 de septiembre de 2014

Poema: "La Verdad"

Buscando encontrar la verdad,
grité...
¡¡Que alguien me escuche!!
por caridad...
Oí una voz y me asusté,
parecía venir en tono ufano.
Pregunté...
¿Donde está la verdad?
Y la voz restó notoriedad
a mi búsqueda en vano.
Y pregunté...
¿La verdad sale por la boca?
No...
¿La verdad se escucha?
No...
¿Se lee acaso la verdad?
No...
¿Podemos ver la verdad?
No...
Entonces, ¿donde encuentro la verdad?
Y la voz suavemente entonó:
La verdad es ciega,
La verdad es sorda,
La verdad es muda,
La verdad es... íntima.
Y la voz se fue,
ufana como vino... con su verdad.


martes, 23 de septiembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" ( Parte 8 )

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/7 (Septiembre)

... Dos individuos de muy mal aspecto se plantaron ante ellos. Vestían harapos y llevaban unas barbas espesas y muy desaliñadas. Uno de ellos se abalanzo sobre Sejo y lo sujetó con fuerza; el otro quiso hacer lo mismo con Bruno, pero este reaccionó rápido. Realizó una vertiginosa finta y se lanzó de un salto hacia la parte trasera del coche, sabía lo que estaba haciendo. Antes de que el otro individuo pudiera llegar hasta él, Bruno ya había cogido el revolver que tenía bien dispuesto en uno de los bolsillos de su mochila. Raudo le apuntó con el arma y lo hizo parar en seco a tan solo un par de metros. Con la otra mano lo hizo alejar del coche hasta ponerlo a la altura de donde se encontraba su padre. Con horror comprobó como Sejo tenía un cuchillo que le estaba amenazando el cuello. El hombre que portaba el arma sonreía malignamente mientras su compañero con los brazos caídos le miraba sin saber que hacer. Tras unos instantes de tensión alguien se encargó de romper el silencio.
                     
    Deja el revolver muchacho si no quieres que rebane el cuello a tu padre… ¿es tu padre verdad?

Bruno seguía apuntando y dando la espalda a su madre y hermana procurando protegerlas. Tenía la adrenalina a tope circulando por sus venas. Conocía esa sensación de cuando escalaba en situaciones límite y tenía que tomar decisiones en décimas de segundo. Sin dudar y mostrando el máximo de entereza contestó al individuo.

    Antes de que le hayas cortado el cuello ya tendrás un tiro en la cabeza. Tú veras...

El hombre dudó… pero no pensaba arredrarse. Le contestó.

    Tendré el tiro en la cabeza pero quizás ya sea tarde para tu padre.

Bruno entendió que solo quedaba una opción, no podía arriesgarse a disparar. Intentó dialogar y llegar a un acuerdo. 

    Está bien, está bien… ¿Qué es lo que queréis?

    Todo.

    Todo… ¿Qué es todo?

    Todo lo que lleváis… y el coche también.

    Vale, vale… ¿Cómo lo hacemos?

    … Eso no es todo, también quiero tu revolver.

    No eso no, ni hablar, lo necesito para dispararte si no sueltas a mi padre… ¡maltita sea!

    Estas nervioso eh… ¿Quién hay dentro del coche? , je je  je… 

Aquella risa sarcástica hizo hervir la sangre del muchacho. Sejo nervioso y asustado miraba a su hijo que no dejaba de apuntar a los dos individuos. Tamara dentro del coche abrazaba a su hija que ya se había despertado. La niña observaba la escena con la expresión de no entender nada. Las ventanillas estaban descendidas y el aire circulaba entre ellas con un aroma de tragedia. Tamara miró fijamente a la nuca de su hijo… tuvo una idea instintiva y solo deseaba que él la captara. Durante una décima de segundo Bruno se giró para mirar a su madre, observó sus ojos muy abiertos y expresivos. Volvió la mirada para no dejar de vigilar a los dos malhechores. Entonces Tamara lanzó el osito de peluche de la niña por la ventana contraria a donde todos se encontraban. El osito cayó sobre la maleza haciendo crujir unas ramas y en ese mismo instante acompasando el ruido sonó un disparo… El individuo cayó desplomado a los pies de Sejo con un balazo en la frente, el otro salió corriendo como si le persiguiera el diablo… Todo fue rápido, en un instante la escena había cambiado por completo. Sejo no perdió el tiempo pidió a su hijo que le ayudara y entre ambos apartaron el cadáver del lugar por donde tenían que pasar, al mismo tiempo Tamara acudió a recuperar el osito de peluche de su hija. Acabaron de quitar la porción del quitamiedos, entraron en el coche y traspasaron la alambrada para alcanzar la autopista.

Durante largos minutos siguieron sin pronunciar palabra alguna. La autopista se encontraba llena de partes de maleza que habían salido quebrando el asfalto. Llevaban solo las luces cortas de posición para no alertar y tan pronto como se hubieron alejado del lugar ralentizaron la marcha con la intención de amortiguar el ruido del motor. Solo al cabo de bastante rato Bruno reaccionó parando el coche para cubrirse la cara con ambas manos, estaba sollozando. Sus padres optaron por dejar que se desahogara.

    Dios… Dios…

    Hijo… no quedaba otra opción.

    Lo se, lo se, pero…

    ¿Quieres que conduzca yo?

    No papa, estoy bien… puedo hacerlo.

    De acuerdo Bruno, como quieras. 

Siguieron circulando sin problemas, esquivando los trozos descompuestos del asfalto. Al cabo de unos diez kilómetros un desvío que indicaba: Ramu 53 km. Esa era la ruta hacia la esperanza. Un clima de sosiego les alcanzó, sabían que estaban cerca y por lo tanto con menos riesgo de sufrir más amenazas. Tomaron la carretera repleta de curvas y en sentido ascendente. Se notaba que hacía mucho tiempo que no era transitada porque la vegetación lateral se había adueñado de parte de la carretera. Todavía era de noche, serían las cuatro de la madrugada.  Cuando ya llevaban una treintena larga de kilómetros, en una de las curvas Nobru paró el coche al percibir una, dos y hasta tres sombras. Lo hizo porque enseguida advirtió que eran varios jabalíes. Aquello era un buen síntoma, en aquel lugar la vida todavía no había sido esquilmada. Se sintieron aliviados, casi fuera de peligro. Bruno aprovechó ese momento para respirar, salir del coche y quitarse toda la tensión que llevaba dentro. Quiso embriagarse de silencio, mirar las estrellas y percibir la naturaleza que todavía se mostraba intacta. Sabía que en cuando llegaran al collado ya solo quedaba bajar y encontrar el desvío hacia Ramu, enclavado en un paraje angosto y cerrado, junto a una vaguada rodeada de elevación montañosa y prácticamente imperceptible desde el aire.  Sejo salió también para apoyarse en un lateral del coche junto a su hijo. Tamara dejó a la niña durmiendo en el asiento abrió la portezuela y se colocó junto a ellos. Los tres observaron el cielo radiante de estrellas, Sejo colocó su brazo sobre los hombros de Bruno y le miró procurando no mostrar ningún tipo de reproche para decirle:

    ¿Y esa pistola hijo?

    La encontré hace tiempo en el maletero de un coche abandonado. Intuía que algún día la podríamos necesitar… Lo que jamás me imaginaba era que llegaría a matar con ella. 

    Se como te sientes hijo… Lo único que puedo decirte es que si yo hubiera estado en tu lugar tampoco hubiera dudado.

Tamara también cubrió con la mirada a su hijo, le sonrió. Luego le dio un beso y dijo:

    Es lamentable lo que ha ocurrido, pero solo entiendo que todos estamos vivos gracias a ti. El tiempo nos ayudará a olvidar… y ahora debemos seguir adelante, todavía no estamos a salvo ni mucho menos.

Volvieron a entrar en el coche y continuaron la marcha. Llegaron al collado donde vieron la antigua caseta de los guardias forestales en claro estado de abandono.  Iniciaron la bajada hacia el desvío. No habían recorrido ni un par de kilómetros cuando se encontraron con un impresionante bloque de granito  que bloqueaba por completo la carretera. Bajaron del coche para comprobar. Sejo fue el primero en advertirlo.


    Fijaros… esto no es natural.  Toda esta enorme porción de roca ha sido volada...

lunes, 22 de septiembre de 2014

Meditaciones al alba: "La Tierra enferma"

No hace muchos años los ecologistas eran tachados como mínimo de alarmistas. No costaba nada restarles prestigio y notoriedad ante sus avisos de que estábamos gravemente deteriorando el ecosistema de nuestro Planeta.
Hoy en día no solo son los ecologistas los que siguen dando la alerta, sino que a ellos se han sumado numerosos científicos, el cambio climático es un hecho. La alarma se suma a la credibilidad... Veamos algunos ejemplos:

"La organización meteorológica Mundial avisa de que los niveles de dióxido de carbono entre 2012 y 2013 marcaron el mayor incremento anual en los últimos 30 años"

"La capa de hielo del Ártico registró su nivel histórico más bajo en verano, según la NSIDC (Centro Nacional de Nieve y Hielo de EEUU)"

"James Hanses (Científico) alerta de que el deshielo en el Ártico crece a un ritmo muy rápido, con el riesgo de provocar daños irreversibles"

" El acelerado derretimiento del Ártico, podría liberar más de un billón de piezas de plástico acumuladas en los Océanos (Revista científica Earth's Future)"

"La Tierra se enfrenta a su sexta ola de extinción masiva de especies (Revista científica Science)"   

"El metano que está emergiendo en el Ártico por el deshielo masivo y que se está acelerando cada verano, incrementa el cambio climático y puede convertirse en una bomba de tiempo. (Universidades de Cambrige/Rotterdam/Alaska)"

"El deforestamiento del Amazonas tiene efecto sobre el calentamiento global y ocasiona una pérdida considerable de biodiversidad, a la vez que debido a un menor control de los flujos del agua puede ocasionar graves inundaciones. (Unión of Concerned Scientists)"

Cierto que individualmente poco  podemos hacer ante esta realidad... pero menos o nada haríamos si alegáramos ignorancia.


jueves, 18 de septiembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 7)

Nota: Parte 1 (junio) Partes 2/6 (Septiembre)

...—    Se que Lebrid está muy mal. ¿Cuánto calculas que le queda de vida?

Se dirigió a Tamara… Ella vaciló un instante, pero enseguida entendió que no era necesario evitar la realidad.

    Muy poco querida Aura, muy poco. Tiene el pulso muy débil y respira con mucha dificultad... Le he suministrado un sedante, ahora está tranquilo pero...

    Antes de que llegarais tenía la intención de no verlo sufrir más y de irme con él… lo entendéis.

Sejo resopló intentando sacarse la congoja de encima, Tamara tomó la mano de Aura para que no se sintiera sola, lo entendían. 

    ? Que podemos hacer querida¿

    Tu mucho Tamara… ayudarnos ha hacer la transición sin dolor. Ya hemos cumplido el ciclo, aquí nada nos retiene. Tenemos el premio de haberos conocido y de saber que aún todo es posible. La esperanza es lo último ¿verdad?, pues la hemos encontrado antes de salir de este Mundo. No tenemos miedo… Con Legrib hemos tocado mucho este tema. Siempre decíamos que iremos justo al lugar donde estábamos antes de nacer, pero habiendo aprendido un poco más. Nada es casual… ¿verdad?

    Verdad querida…

Unas lágrimas de emoción resbalaron por las mejillas tanto de Sejo como de Tamara. Aura en cambio se mantenía serena, como si se hubiera quitado un gran peso de encima y se sintiera recompensada. Tamara, abrazó a la anciana y Sejo no pudo evitar hacer lo mismo. En ese preciso instante, oyeron la explosión de un motor al arrancar y un pequeño acelerón que se cortó en seguida. Aquel detalle les volvió a la realidad de la lucha por la vida. Aura aprovechó el momento para animarlos.

    Lo veis, lo veis… ya todos estamos dispuestos para realizar el viaje. Vosotros a Ramu y nosotros… a encontrarnos con el gran misterio de la existencia, a lo que es imposible renunciar, la transición,  el puente que todos un día deberemos de atravesar. 

      Tamara sonrió, no podía hacer otra cosa. Sejo en cambio reflexionó: — que manera más hermosa de burlar a la muerte, claro que eso solo se puede hacer si has cumplido con la vida — ... Vieron llegar a Bruno con rostro de satisfacción. Éste alzó el pulgar en claro signo de que todo iba bien.  Una vez se hubo serenado, el muchacho percibió al instante que allí se había hablado sobre algo trascendente, miró a sus padres luego a Aura como pidiendo una explicación. La anciana comprendió la expresión del muchacho y se dirigió a él con la intención de ayudarle a tomar una decisión.

    Bien Bruno, solo queda acabar de quitar las brozas para dar paso al vehículo. Tenéis que hacerlo rápido y salir de aquí cuanto antes, pronto anochecerá. Los sonidos por muy leves que sean se propagan con suma facilidad en el silencio. Alguien puede haber percibido algo y no sería bueno para nadie que nos encontraran.

Bruno la miró de soslayo, bajó la mirada y le preguntó.

    y ustedes… ¿Qué va a ser de ustedes?

    Nosotros ya somos felices por haberos encontrado. Y lo seremos aún más si lográis vuestro propósito de llegar a Ramu. No te preocupes más… estaremos bien.

    No… no me gusta la idea de dejarlos solos.

    No hijo… no estamos solos. Es difícil de entender para un joven con toda la vida por delante… pero nunca estamos solos ni en lo físico ni en lo más sutil. Anda, no perdamos más tiempo, ve con tu padre a despejar la salida.

Sejo tomó del brazo a su hijo y lo animó a seguir las instrucciones de la anciana. Ambos se dirigieron al exterior para acabar de desbrozar el ancho necesario con el fin de dejar paso al vehículo. Mientras se afanaban en la tarea, Bruno habló a su padre.

    Papá, que quería decir en realidad Aura con lo de que nunca estamos solos.

    No lo sé hijo, no lo sé. Solo entiendo dos cosas: que ella tiene el firme propósito de quedarse junto a Lebrid y eso debemos respetarlo; y la segunda que posiblemente el ser humano perciba al estar más cerca del final, muchas más cosas de las que suponemos.

    Pero nuestra obligación es ayudar papá, no podemos dejarlos solos.

    Nuestra obligación es sobrevivir hijo… y respetar la voluntad de ellos dos.

Sejo no habló más, siguió despejando el camino. Bruno le secundó con algo más de genio, como queriéndose sacudir ciertas incomprensiones. Cuando lo hubieron conseguido, se dirigieron a la casa a tomar las mochilas y depositarlas en el maletero del vehículo. Mientras tanto, Tamara dejó algo en las manos de Aura y estuvo hablando  sobre lo que debía acontecer en un próximo intervalo de tiempo. Con todo preparado, ya solo quedaba la despedida que la anciana intentó por todos los medios que no fuera amarga.

    Tengo la agradable sensación, que cuando salgáis de aquí se os abrirá una especie de brecha que os facilitara el rumbo. Esa brecha está llena de luz y de esperanza… No paréis hijos, no paréis hasta alcanzar Ramu.

Todos quisieron subir a dar un beso a Lebrid, que en un instante de lucidez aún pudo abrir los ojos y sonreír. Aquella sonrisa, era como un síntoma de que él nunca estuvo al margen de lo acontecido. Era como si pese a su inconsciencia, fuera capaz de percibir lo que estaba ocurriendo las últimas horas en la casa. Luego bajaron por la escalera de caracol y allí en la sala se abrazaron. Descendieron por las escaleras que daban al piso inferior, Sejo no quiso mirar atrás, Bruno aún parecía resistirse pero su padre le empujó levemente la espalda para que continuara. La última en bajar fue Tamara con Maia en sus brazos. La niña entendiendo que aquello era una despedida, saludó con la mano a la anciana. En un momento determinado, Tamara se detuvo, orientó su vista y tropezó con la mirada de Aura. Ambas sonrieron, su sonrisa era una mezcla de complicidad, afecto y sobre todo agradecimiento. Tamara continuó bajando, cambió la sonrisa por un suspiro y llegó hasta la altura de los dos hombres. Aura subió con parsimonia la escalera de caracol, cerró la trampilla y tras entrar  en la estancia donde estaba su marido, le tomó la mano y se dejó caer en el camastro.
                                


  
                                                                 RAMU                           



La noche ya se cernía sobre el lugar, una noche oscura sin reflejos con las estrellas brillando nítidas en el cielo, y sin la clásica contaminación lumínica de antaño que provocaba la vida en los pueblos y ciudades. Una noche silenciosa, llena de misterio y de dolor. Solo el viento susurraba por entre la vegetación cercana. Miraron en lontananza y la sensación de soledad pareció desbordarse, pero pronto entendieron que ya no existía el futuro ni las distancias, solo cabía avanzar metro a metro, con la mente muy consciente en cada momento para lograr el objetivo de llegar a Ramu.


Todos estaban silenciosos, Maia volvió a dormirse. El coche al arrancar rompió el decorado del vacío. Con las luces apagadas y bajo el brillo de las estrellas avanzaron despacio por el camino de tierra ya descuidado y absorbido por bastante vegetación. Solo escuchaban el rodar de los neumáticos al rozar con la tierra. Llevaban las ventanillas abiertas para mirar de soslayo y estar atentos al recorrido. En ocasiones, las sombras conformaban misteriosas formas  que les hacían dudar. Percibían una extraña sensación, era como si fueran animales en época de caza siendo plenamente conscientes de ello. Los depredadores humanos eran pocos pero existían y podían estar en cualquier lugar. Los tres estaban en tensión, esperando el momento de encontrarse a la altura de la autopista que ya estaban divisando. Tanto Bruno que conducía como su padre en el asiento delantero se habían olvidado del respaldo y mantenían la espalda erguida y hacia delante para ver mejor. En un momento dado, Sejo señaló a su hijo un lugar que parecía el indicado para acceder a la autopista. Estaban a la misma altura y solo les separaba una valla y los tornillos que sujetaban una de las protecciones. Bajaron del vehículo, se dirigieron a la parte de atrás para coger las herramientas y empezaron a cortar los gruesos alambres. Mientras tanto, Tamara permanecía en el coche cuidando a su hija que dormía ajena a todo. De repente… algo cortó en seco sus quehaceres y les hizo girar la vista en una única dirección. Eran ramas quebrándose por algo que poseía cierto peso, quizás un animal… pronto salieron de dudas...