viernes, 26 de septiembre de 2014

Novela: "Pueblo de Ramu" (Parte 9)

Nota: Parte 1 (Junio) - Partes 2/8 (Septiembre)

    ... ¿Qué quieres decir papa?

    Que por alguna razón han cerrado el transito por esta carretera…

    Solo haría falta saber cual es esa razón, ¿No crees?

    Ahora que importa eso… El caso es que ya no podemos continuar.

Tamara salió también del coche y mientras los dos hombres divagaban, se dirigió al maletero, tomó una mochila y la dejó a sus pies.

    ¿Se os ocurre otra idea que continuar a pie?

    Tienes razón mama… buscaremos una senda hacia el pueblo. Conozco varias por aquí.

Se colocaron las mochilas, Nobru se encargó de llevar a Maia y después de echar un vistazo al coche tras decidir dejarlo ahí, se dispusieron a continuar. Anduvieron en sentido ascendente por la carretera, No habían recorrido ni cincuenta metros cuando Sejo se paró justo al empezar una curva muy virada:

    Esto es muy extraño… fijaros el lugar donde han volado esa enorme porción de pared. Por un lado el barranco y por el otro una elevación vertical de más de cien metros…

    ¿Qué quieres decir papá?

    Es un lugar estratégico… para superar la roca que está en la carretera habría que escalar y es imposible pasar por ninguno de los dos lados…

     Luego parece claro que quienes hicieron eso han querido evitar a toda costa que se continúe en esa dirección… ¿es eso?

    Sí y en esa dirección esta Ramu… no se que pensar hijo.

Tamara siempre discreta y atenta a todo lo que acontecía, aunque dejando la maniobra a los dos hombres era la encargada de sacarlos de dudas.

    Pues no tenemos más opción que continuar. Cierto que no sabemos lo que vamos a encontrar en Ramu, pero si no fuera posible establecerse allí, siempre queda la posibilidad de protegernos en algún lugar de la montaña.

Sejo se frotó la nariz en claro signo de pensar que era cierto, no quedaban muchas más opciones pero…

    Estoy de acuerdo contigo querida… aunque deberíamos extremar las precauciones, esto no me acaba de gustar.

Ya más decidido Sejo se aprestó a continuar la marcha, no sin antes indicar a su hijo que les guiara en busca de una senda que les acercara al pueblo. A poca distancia de allí se encontraba un recodo en la carretera desde se podía iniciar un trayecto a través de una cresta no demasiado complicada. Decidieron no usar las linternas que llevaban.  A pesar de ser noche cerrada, sus pupilas ya estaban lo suficientemente dilatadas como para permitir ver los obstáculos. Siguieron el trayecto sin demasiadas complicaciones hasta llegar a una zona boscosa según bajaban de la cresta. En un momento determinado Bruno se paró al comprobar que la senda se cerraba.

    No lo entiendo, estoy seguro que estamos en buena dirección… He perdido la senda.

    ¿Cómo que la has perdido? Hasta llegar al bosque era nítida y clara de seguir.

    Lo sé, lo sé… por eso no encuentro explicación, tendría que continuar. Quedaros aquí, voy a explorar esta zona.

Bruno dejó la mochila y a Maia junto a sus padres y se adentró en la espesura. Al rato volvió con ciertos rasguños en los brazos producto de las ramas espinosas.

    Se lo que ha pasado… La senda continúa tras esa maraña de zarzas. Es como si algo o alguien se haya encargado de taparla, disimularla.

    Primero la carretera ahora la senda...

    Tienes razón papa… esto me da mala espina.

Tamara con la niña en brazos se dirigió a los dos hombres, ella no parecía tener tantas dudas.

    Bruno… ¿Podemos continuar tras las zarzas?

    Podemos, solo hay que abrirse  paso pero con cuidado... es un lugar un tanto complicado porque a ambos lados existen fuertes desniveles.

    Pues a que esperamos

Los dos hombres se aprestaron a recoger unas ramas y las usaron como herramientas para desbrozar la zona. Luego extremando las precauciones salvaron el paso hasta llegar otra vez a la senda que se marcaba con claridad sobre el terreno. Continuaron la marcha ascendiendo un pequeño collado y luego volvieron a bajar. Estaba amaneciendo, el alba clareaba el día anunciando la salida del sol, entonces decidieron pararon un rato para descansar. Todos conocían la dificultad de la zona montañosa, era abrupta y peligrosa en ciertos tramos. La ventaja era que Bruno tenía la experiencia suficiente como para saberse adentrar por las zonas boscosas y encontrar las sendas que conducían a Ramu. Esperaban llegar al atardecer, no tenían prisa. Después de tomar un pequeño refrigerio se aprestaron a continuar la marcha. Al adentrarse en otra parte boscosa otra vez volvieron a perder la senda y también en un lugar estratégico. Tardaron un rato en encontrar la manera de recuperar el camino y no sin ciertas dificultades. Sejo decidió que a partir de ese momento seguirían pero con los cinco sentidos en danza, algo se escondía tras esos intentos de camuflar las sendas. Justo al momento de retomar la marcha, Tamara les hizo una señal para que callaran.

    Escuchad ¿no oís?... son pájaros cantando al amanecer. En este sitio hay vida: jabalís, pájaros, insectos, vegetación sana. Eso no puede ser malo.

    Sí… es delicioso observar todo esto, refrescar la mirada, escuchar sonidos perdidos, pero debemos hacer caso a papá en extremar las precauciones y no fiarnos.

    De acuerdo, totalmente de acuerdo… pero estoy empezando a renacer, todo irá bien.

El día iba avanzando con el sol remontándose en el cielo. Estaban a finales de lo que podía entenderse que fue la primavera. Tuvieron que protegerse de la fuerte radiación solar y cuidarse del calor al atravesar zonas despejadas. Desde un promontorio divisaron ya no muy lejos las torres del tendido eléctrico que pasaban en línea cerca del pueblo. Estaban alcanzando su objetivo. Al mediodía, con el sol ya en lo alto, llegaron a la altura de las torres. Esta vez fue Bruno quien hizo una observación al pasar justo por debajo del cableado.

    Esperad, quedaros quietos y escuchad… ¿no notáis algo extraño? ¿No os acordáis cuando realizábamos excursiones por esta zona y justo al pasar por aquí yo decía?... 

    Que estaban friendo un huevo por allá arriba… ¿no es eso Bruno?.

    Pues ahora que se ha acabado la energía… los cables ya no chisporrotean, es otra sensación, ¿verdad?

     No es solo eso hijo… mirad aquella otra torre, la han desmontado casi por completo.

Cerca de las torres circulaba un camino ancho que llevaba a una encrucijada. Desde allí se podía seguir por ese mismo camino al pueblo, o bien elegir entre un par de sendas por entre el bosque para llegar.  Cuando alcanzaron la cruz de hierro sobre un pequeño monolito que marcaba la encrucijada, se pararon para observar el entorno. El camino estaba cerrado por completo a base de montones de tierra y vegetación, con las sendas ocurría lo mismo. Por el otro extremo, el camino se cegaba y solo estaba orientado hasta la base de las torres eléctricas.  Hacía mucho calor y antes de tomar una decisión, Bruno les sugirió que  podían dirigirse a una barraca de viña que el conocía. Estaba ahí mismo, allí estarían en disposición de descansar y reflexionar sobre los próximos pasos a dar.


Semioculta en un talud, de tal manera que por arriba no era más que una continuación del terreno boscoso, aparecía una barraca en forma cilíndrica y ligeramente redondeada en su techo, sus paredes eran a base de piedras toscas de la zona  muy bien dispuestas,  escasamente tendría metro y medio de altura pero su interior estaba fresco y despejado. Antiguamente los labriegos guardaban allí sus herramientas o bien la usaban para descansar, justo lo que ellos iban a hacer. Se introdujeron los cuatro, lograron acomodarse pero con justeza de espacio. Sejo sentado, se apoyó sobre una de las paredes y expuso su idea...


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