lunes, 18 de mayo de 2020

A dos metros en la pandemia


   No lo se si va a ser esto posible, abrazar a dos metros, besar a dos metros, acariciar a dos metros, a todos aquellos que han estado lejos de nosotros durante estas semanas.

   No se si va a ser posible, chocar la mano a los amigos a dos metros, tomar cerveza juntos a dos metros, jugar a dos metros, hablar a dos metros, sin un roce, sin un amago tonto de confraternización.

   En el espacio de esos dos metros, puede esconderse algo invisible y molesto, una amenaza de la que se va conociendo poco a poco más cosas, pero que sigue siendo teóricamente peligrosa.

   Menos mal, entiendo, que los afectos, los verdaderos afectos no entienden de tiempo espacio, siempre están ahí, sonriendo, esperando pacientes el reencuentro con el tacto, no importa las circunstancias que los separen.


   Pero insisto, va a ser difícil, muy difícil cumplir las normas establecidas, como puedo evitar abrazar a un nieto, a un hijo, a unos padres, a cualquier amigo o familiar que haya estado lejos de nosotros en este tiempo. No se me ocurre más que aplicar algo que nos debieron enseñar en la escuela de pequeños,  las reglas del sentido común y del civismo, para poder atravesar con dignidad todas las fases de una pandemia todavía no extinguida del todo. 


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