No se tiene constancia de que los pueblos
primitivos que habitaron la península ibérica usaran este tipo de enseñas. De
los romanos y visigodos se sabe que usaban estandartes o insignias. Fueron los
árabes los primeros que usaron telas sujetas a palos para significar sus
distintas dinastías. Durante la reconquista, los cristianos enarbolaban colores
y emblemas según de que reino procedieran, empezaron a aparecer cadenas,
barras, castillos, leones. En el siglo XIII Alfonso X el sabio decidió unificar
algo este galimatías, la banda sería signo de monarcas y castillos y leones de
reinos. Posteriormente los reyes católicos introdujeron yugos y flechas. Felipe el hermoso, la cruz
de borgoña. A partir del 1700 los Borbones introdujeron el fondo blanco. Hasta
que en el 1785 Carlos III, con el fin de que los barcos en alta mar no
sufrieran confusión, decidió unificar la bandera con colores de fondo a franjas
rojas y amarillas.
En
la primera república se mantuvieron las franjas, pero se suprimió la corona del
escudo. Año 1931, segunda república se introdujo el color morado en la franja
inferior para alejarse del símbolo de la monarquía. Año 1936, los sublevados
recuperan la bicolor y se la apropian tras su victoria en el 1939, con la
introducción de un aguilucho. Tras la transición hubo que esperar hasta el año
1981 para que se hiciera oficial el actual escudo, manteniéndose las dos
franjas rojas y el amarillo
¿Que
es la bandera? ¿A quien representa?... En todo caso, a un País digo yo. Nadie
tiene derecho a hacerla suya de una forma particular e interesada. ¿Es que
acaso solo los que la enarbolan son los verdaderos patriotas? ¿Hacer patria es
mover un trapo, o acaso es otra cosa?
En
cuanto a las cacerolas, pues bueno, todo el mundo las tiene. Unos las emplean
directamente y otros se las quitan a sus “chachas” para montar el numerito. El
caso es que cuando una pandemia viene para acorralarnos, deberíamos estar
unidos, pasando de banderas y cacerolas. Unas deberían estar sujetas a las
astas y las otras en la cocina. Cuando nos daremos cuenta, que la salud no
distingue de colores ni de ideas.
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