Me encontré en un mundo de ensueño
donde la calma peinaba el aire.
Caminé por senderos de hierba,
respirando la fragancia de las flores.
Por donde quiera que iba,
la naturaleza desbordaba en colores.
Y lo más hermoso... era,
el cálido carácter de sus seres.
Allí los seres eran libres,
nadie presionaba en sus mentes,
nadie les decía lo que hacer
porque ellos lo sabían por si solos.
Vivir, respetar y avanzar,
empujando la evolución de si mismos
Porqué ser egoístas...
si la muerte abrazaba venidera
y caminaban hacia ella optimistas
sabiendo que era un paso seguro.
Sus cuerpos gastados sucumbían
hermanados a la tierra trashumante,
mas su mente y sentimientos perduraban
por los siglos de los siglos venideros.
Caminaban siempre en compañía
de algo tan hermoso y entrañable
como el respeto a la vida y al futuro.
Allí, no existían los extremos,
ni el depender de algo ni de nadie.
El tiempo, dejaba de ser tiempo
y transcurría liviano y sin notarse.
Trabajaban lo justo y necesario,
para mantener la vida sin cansarse,
Y pensaban, accionando sus cerebros,
permitiendo que avanzaran sus sentidos. Para ellos, el riesgo del espacio no existía
y las estrellas alcanzaban confiados,
comprendiendo la miseria que ahí había,
en planetas de dramas y torpezas.
Sin poder ayudarles, lo sabían,
porque el ser humano por si mismo,
sus miserias tiene que sacar con la cabeza.
Pues el ser humano por si mismo, sus sentidos,
tiene que despertar con su firmeza,
sintiendo latir al corazón
y amando la vida con fijeza.
Cambiando los errores por aciertos,
si se aceptan los errores con nobleza...
Desperté de mi sueño anonadado,
preguntando si era real lo soñado.
¿Por qué en la Tierra hay ignorancia?
¿por qué somos salvajes, violentos, egoístas?
Por qué no nos sobra dignidad
y le falta sentido a las creencias.
¿Por qué ansiamos el poder y la gloria?
pretendiendo ser protagonistas de la historia,
si todos lo somos de la vida.
Y sigo viviendo en la esperanza,
de que la Tierra aguante las torpezas,
y el ser humano cambie...
como cambian las horas de los días.
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