lunes, 7 de diciembre de 2020
PELIGRO DE TSUNAMI NAVIDEÑO
Ni preocupado ni lo contrario… es decir lo que pueda pasar lo dejo a los avatares del destino, triste sino el del ser humano.
Creo que de todas las especies que pueblan la Tierra, no somos precisamente de las más inteligentes detectando los posibles desastres. Me explico y pongo un ejemplo: Ante un Tsunami y antes de que llegue el problema, los animales detectan el peligro, son capaces de percibir alteraciones en el magnetismo y las vibraciones terrestres, detectan los cambios de presión y los infrasonidos, en consecuencia toman la decisión más inteligente que es no quedarse en el lugar donde va a ocurrir la tragedia.
La especie humana, sin embargo es pobre de oído, escasa de olfato, carente de sistemas de aviso ante las alteraciones magnéticas y vibratorias, y sobre todo corto de entendederas, lo que hace que caigamos de bruces sobre el problema.
Ante un tsunami, la primera ola suele ser suave y mientras los animales huyen, el ser humano se queda observándola, la segunda ola es más fuerte y trágica, y si llega una tercera con el entorno debilitado es más trágica todavía.
Lo dejo ahí…y me pongo en manos del destino, no queda otra.
martes, 15 de septiembre de 2020
Don Raimundo y don Vicente - Diálogos
DON RAIMUNDO Y DON VICENTE — diálogos
V — ¿Que tal don Raimundo?
R — Bien Don Vicente ¿y usted?
V — Como diría aquel, “jodido pero contento”
R —Sana contradicción Don Vicente
V —Así son las cosas don Raimundo.
R —Don Vicente… que mal que está el Mundo.
V —Ya empezamos don Raimundo, es así la gente.
R — Verá Don Vicente, ahora ni nos vemos la cara.
V — Pero podemos mirarnos a los ojos, Don Raimundo.
R — Siempre tan optimista Don Vicente.
V — Don Raimundo, así son las cosas, o lo tomas o lo dejas.
R — Ni de lejos estoy de acuerdo Don Vicente.
V — ¿Y que se puede hacer Don Raimundo?
R — Pues la verdad es
que no lo se Don Vicente.
V — Entonces, ¿De que
vale no estar de acuerdo?
R — De poco, pero me
confirma que va mal el Mundo
V — Siempre ha sido así Don Raimundo.
R — Siempre no, peor acaso en algunas épocas
V — Don Raimundo, me está dando la razón.
R — No se la doy Don Vicente, esto tiene mala pinta.
V — Mala pinta o no, han habido épocas peores.
R — Y quien le dice a usted, que no las vamos a superar.
V — Hay Don Raimundo, que pesimista es usted.
R — Realista acaso Don Vicente.
V — Venga anímese… y póngase bien la mascarilla hombre.
R — Que más da, ahora los viejos valemos una mierda.
V — Eso quédeselo para usted Don Raimundo.
R — ¿Acaso no tengo razón Don Vicente?
V — Don Raimundo, solo es cuestión de tener autoestima.
R — Don Vicente…pues quédesela para usted hombre.
V — Ya está, ya salió la vena de viejo gruñón.
R — ¿Usted cree, que a nuestra edad aun existe la esperanza?
V — Verá Don Raimundo, eso es lo último que se pierde.
R — Pues estoy jodido, porque yo ya la he perdido.
V — Sabe qué Don Raimundo…
R — Qué, dígame usted Don Vicente…
V — Pues que ya nosotros hemos hecho los deberes.
R — ¿Y que me está usted diciendo con esto?
V — Pues que no nos corresponde arreglar el Mundo
R — No puedo estar más de acuerdo don Vicente.
V — Pues entonces don Raimundo, ¿Qué hacemos?
R — Vivir y gozar de nuestra amistad, acaso.
V — Buena idea…vivamos pues Don Raimundo.
R — Vivamos… mientras podamos y nos dejen.
V — Es que no tiene
usted remedio Don Raimundo…
viernes, 4 de septiembre de 2020
Miedo o respeto al Virus
Intento
dar con la clave del problema social que nos ocupa. Es realmente un hartazgo
leer o escuchar las noticias. El virus nos atenaza una gran parte del tiempo y
no nos da tregua. Claro que no todo el mundo lo vive de la misma manera. Una
importante parte de la sociedad no le tiene miedo al virus, mayormente gente
joven y no tan jóvenes. Ya sea envuelto en ideologías extrañas, o simplemente
consecuencia de su estado de salud y energía, no ven en ello una amenaza y a
muchos les “resbala” que existan muertos, inquietud y desvelo en la sociedad.
Se puede entender desde la perspectiva de que el problema no parece ser que
vaya con ellos.
Pero…
falta un matiz a considerar, esta gente debería de tener respeto, volver a
observar la situación y tener miramientos. Vale que no tengan miedo, pero sí
respeto a los muertos cercanos, a los familiares de los muertos, a los
sanitarios, al millón de largo de muertos en el mundo, a lo que supone una
pandemia que conlleva crisis de todo tipo.
No
importa de donde venga el virus, ni quien lo haya fabricado o que surgiera de
manera natural. El virus es un problema y si le perdemos el respeto le estamos
haciendo el juego a él y a sus consecuencias. Si no acaba la sociedad por
entender lo que es el respeto, tenemos un problema muy serio.
jueves, 13 de agosto de 2020
Los idus de Marzo
Los idus de Marzo llegaron,
sembrando el desconcierto
entre el género humano.
Ya lo dijo el vidente:
“Cuidaros que no ha
acabado
la ira de los dioses
mundanos”
Estaréis recluidos y
aislados
con el temor acumulado.
Mas no penséis demasiado
en ser libres, no podréis,
porque estaréis obligados
a ocultaros el rostro
cierto tiempo todavía.
Muchos cuerpos yacieron
en el olvido postrados.
Otros tantos sufrieron
mas salvaros sus vidas.
Y todos, jóvenes y viejos
viviréis en la congoja
de no ser libres todavía.
Llegan tiempos oscuros
de lúgubres privaciones
e incierto futuro urbano.
Mas pasará la tormenta
y es mucho lo que temo
que si no aprendéis
de lo que ha pasado,
volverán otra vez,
los temidos… idus de
Marzo.
lunes, 3 de agosto de 2020
La juventud en tiempos de pandemia
Cuando yo era joven, no es que temiera a la
muerte, es que ni por asomo pensaba en ella. Cuando era joven estaba pleno de
energía y necesitaba explayarme como fuera. Bien es cierto que el deporte me
ayudó, pero fuera de él necesitaba salir, ver mundo, compartir con los amigos
la libertad de los espacios abiertos y las fiestas mundanas.
Ahora que soy ya prácticamente un anciano y
que en estos días inciertos pulula en el ambiente no solo nuestro sino en todo
el orbe, cierto virus de nombre aparentemente noble pero horrible en su
complemento “Corona-virus”, entiendo que a la juventud le cueste entender lo
que es la muerte y el sufrimiento que conlleva la antesala de la misma.
Entiendo que le cueste entenderlo y que necesite desfogar su energía… pero
mirar, la muerte existe y el sufrimiento también, no solo del que se va, sino
del que se queda… No sois invencibles, pensarlo, como debéis pensar que vuestra
aparente inmunidad puede ser la fuente
de desgracia de otros… y si no os llegan vuestras entendederas a comprender la
situación, pues nada, ya llegareis a viejos y veréis las cosas de otra manera…
No se acaba el Mundo por unos meses de paciencia, consideración y respeto a los
vulnerables, y a todos aquellos que luchan por ayudarles.
lunes, 27 de julio de 2020
La difícil cuadratura del círculo
“Tiempos
difíciles” que diría mi abuelo, “pero no os preocupéis tanto, peor es un
bombardeo”… eso, también me lo diría.
Corremos
el serio riesgo de entrar en un bucle de difícil salida. Se enciende la
televisión y como si fuera un mantra encontramos en las noticias una palabra:
“Coronavirus”, en la radio también, en los periódicos igual. Ocurre que entre
unos y otros, nos estamos olvidando de los “daños colaterales”, y eso que no
quiero entrar en terrenos belicistas.
Multitud
de problemas de todo tipo se acumulan: La sanidad se encuentra sin fuerzas para
responder a todas las demandas de los ciudadanos, multitud de enfermos crónicos
no pueden ser asistidos debidamente. La economía se resiente y las relaciones
humanas se adormecen. El arte en todas sus facetas queda recluido de puertas
para adentro porque para afuera le cuesta manifestarse.
¿Y
que hacemos los ciudadanos? Pues simple y llanamente nos dejamos llevar. Lo
malo es que parece ser que han dejado en nuestras manos la solución, y no lo
estamos haciendo bien por una sencilla razón: “La inconciencia de unos pocos
hace saltar por los aires el buen hacer de la mayoría… y así andamos intentando
cuadrar el círculo sin encontrar la solución… solo espero, deseo y me cubro,
para que no nos alcancen las “bombas”, esas a las que se refería mi abuelo.
miércoles, 17 de junio de 2020
Novela: "Como una mariposa"
...Y ocurrió
lo que ya estaba intuyendo… un grupo de personas de ambos sexos se instalaron
en lo que debía de ser algún tipo de visión. Ellos formaban parte del paisaje.
Algunos me resultaban más que familiares y su figuración era hermosa digna de
sus mejores años, otros no acababa de identificarlos, pero todos ellos quizás
una docena, representaban algo muy valioso en mi existencia. No había lágrimas,
no había dolor sino solo vínculos de amor… amor, una palabra muy vilipendiada y
que solo la comprenden aquellos que aman. No hubo abrazos ni roces, estos no
son posibles en un contexto donde solo existen emociones, sensaciones, donde lo
sutil es predominante. Noté como una gran fusión de elementos y un enorme
confort al entender lo mucho que había amado y cuando me habían amado.
Estaba tan embargado por la emoción, que sentí la
necesidad de estar solo, de reflexionar sobre lo que habían sido mis últimos
pasos… y llegué a la conclusión que no había nada que temer, pese a mis
errores, sentía que jamás abandoné la dignidad. Y el simple hecho de reconocer
con meridiana claridad en lo que me había equivocado, pues me daba alas para
seguir caminando y corregir o rectificar aquello que consideraba era mejorable.
Aquí la sensación del tiempo y la distancia no
existe, como no existe la gravedad, el peso de la materia. Era la conciencia lo
que te hacía sentir liviano y el efecto resultaba expansivo. Pese a sentirme
arropado, no dejaba de estar solo, solo conmigo mismo…y como si fuera un Déjà
vu, todo lo que estaba experimentando me parecía ya haberlo apreciado en otras
ocasiones de mi existencia...
martes, 16 de junio de 2020
Novela: "Como una mariposa"
ANGEL
Lo tenía claro, la luz se apaga y punto final… pero
no, otro tipo de luz me embargaba. No era unidireccional sino que abarcaba el
espacio por completo sin que adivinara su origen, y no molestaba en absoluto.
No podría definirla sino es con un cúmulo de sensaciones agradables: bienestar,
templanza, tranquilidad, paz, mucha paz y sobre todo una gran serenidad de
ánimo, la misma que curiosamente tenía cuando se apagó la luz.
¿Y ahora qué?...-me dije-. Lo más sensato debía ser
esperar algún tipo de acontecimiento, La existencia, porque en ella me sentía,
no se detiene y algo tendría que ocurrir más allá de mi estado emocional.
Que sensación más extraña por lo agradable que
resultaba, absoluta ligereza, algo así como estar liberado del peso de la
materia. Me recordaba aquellos sueños agradables donde era capaz de batir el
más longevo record de salto en longitud, volaba y volaba antes de alcanzar el
suelo. Lo que me rodeaba creo que era una ilusión, porque representaba el más
bello paisaje natural que hubiera imaginado y que se encontraba todavía vivo en
mis recuerdos. ¿Recuerdos?, sí los había, pero podía más la abstracción del
momento que el lastre del pasado. Un pasado que observaba lejos, muy lejos, ya
inalcanzable. Nada extraño por cierto, era una práctica habitual mía, centrarme
lo mejor que podía en el presente. Siempre he pensado que no se puede volver
atrás.
¿Errores?, a montones… pero escasa mala intención,
y esa sensación era más poderosa que todo el mal estar que hubiera podido acarrear
al prójimo sin haberlo deseado.
Y todos aquellos seres que amé y que todavía amo,
pues noto que están aquí, conmigo, acompañándome, porque insisto, lo que me
estaba ocurriendo no era más que un cúmulo de sensaciones agradables, donde
solo cabía aquello que estaba relacionado con el sentido del entrañable afecto.
Claro que, no podía abrazar pero sí sentir en plenitud… sí, como cuando se está
enamorado en la distancia, como cuando abrazaba a mí amada con el pensamiento y
sentía palpitar mi corazón tan solo con recordarla.
Ellos, todos aquellos que amé y se alejaron de mí,
y los que quedaron atrás, no puedo preguntarme: ¿dónde están?, no puedo. Quien
sabe, estoy expectante, todavía nadie ha llegado a recibirme. Que curioso es
como si algo misterioso me retara a estar a solas conmigo mismo, y la verdad es
que estoy bien, me encuentro bien.
Decidí caminar por la vereda, ligero, muy ligero
pese a mis muchos años… ¿Cuántos tendría en realidad?, pues la verdad es que
siento que tengo bastantes más de los que pensaba, otra de mis muchas
sensaciones…Como decía, caminando por la vereda llena de verdor y de aromas
primaverales, los espectaculares paisajes se iban sucediendo unos a otros sin
cesar… La sensación era muy parecida a cuando en un tránsito mental, era capaz
de recorrer, detalle a detalle, curva tras curva, un recorrido de carretera en
breves segundos, cuando con el coche hubiera tardado media hora… No se si logro
explicarme correctamente, las sensaciones son muy complicadas a la hora de expresarlas.
Tampoco deseo atropellarme con mi estado emocional, pues el embargo es
inimaginable. Total que voy a optar por parar y no lo hago por descansar, porque la palabra
cansancio no entra en mis actuales parámetros de existencia, solo necesito templar el ánimo...
martes, 9 de junio de 2020
País de pillastres
Es que aquí no se escapa nadie, o mejor
dicho, ninguna capa social está exenta de pillos. En la moderna sociedad y en
combinación con la justicia, o lo que es lo mismo las leyes, se instauró la
palabra “presunto”… vamos que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre
lo contrario.
De acuerdo a la ley y ateniéndose a las
circunstancias, podríamos decir por ejemplo, que el rey emérito es un presunto
pillo. Cantidad interesante de políticos, empresarios “hincando el diente” o ejerciendo mordidas presupuestarias de dinero público
son también presuntos pillos. Por no hablar de las grandes empresas que
fiscalizan en paraísos y aunque amparándose en legalidades ambiguas, pues no
dejan de ser unos presuntos pillos. O también los bancos con sus triquiñuelas
también disfrazadas de legalidad, no dejan de ser presuntos pillos. Infinidad
de autónomos privilegiados, omito a los que no lo son, cobran en negro y
declaran lo que les parece y claro también son, presuntos pillos. Y para
acabar, en una escala social digamos que más baja, los pillos de siempre
negociando con lo ilícito.
Entonces,
¿Quién sostiene el País económicamente?, pues los asalariados no falla,
conjuntamente con la pequeña y mediana empresa, a quienes les resulta difícil
librarse de la fiscalidad y cumplen a rajatabla. El problema lo tenemos en las
líneas de más arriba, presuntamente claro.
jueves, 4 de junio de 2020
¿Por qué somos tan superfluos?
…me
pregunto. Yo es que alucino con una
parte de nuestra sociedad. Acabamos de superar, se supone, la parte más dura de
la pandemia, ya tenemos más libertad de movimiento y podemos pensar en
perspectiva. Pero que ocurre: En el congreso de los diputados andan a
dentelladas los unos con los otros, mejor dicho, más los unos que los otros,
dando un ejemplo paupérrimo de unidad ante la crisis, no solo la que estamos
pasando sino la que nos espera.
En lo que respecta a esa parte de nuestra
sociedad, andan preocupados por como van a tenerse que bañar este verano, ya
que las piscinas y playas pueden estar restringidas, preocupados por no poder
tomarse cómodamente una cerveza en las terrazas, o disfrutar de un buen
restaurante sin limitaciones, o de cómo van a pasar las vacaciones ya que el
horno no está para bollos.
Y sin embargo, felices ellos que por lo que
se ve gozan de buena salud y les importa poco o nada la de los demás, no les
oigo comentar o preocuparse por la sanidad, que ha quedado después de tanta
“batalla” en un estado lamentable. No les veo preocupados por el hecho que la
atención primaria anda al garete, e infinidad de enfermos crónicos, de cáncer,
etc, andan desatendidos, sin consultas, sin controles. No les veo preocupados
por el hecho que prácticamente todos los ambulatorios del País están en mínimos
o parados. No les veo preocupados por remontar el vuelo tras el desastre, y
solo les veo preocupados por pasarlo bien… “felices” ellos que de lo superfluo
hacen el hecho más transcendental de sus vidas.
lunes, 1 de junio de 2020
Desgracias
Algo me preocupa enormemente… porque no se como añadir el apelativo.
Guarda relación con las tragedias… cuando éstas las sentimos cerca se arma un alboroto mediático y social. No importan del signo que sean, la tragedia puede implicar a dos, diez, ciento cincuenta, o millares de personas, si éstas pertenecen a nuestro mal llamado primer Mundo, consternan…
Cuando las tragedias son lejanas, localizadas en ese mal llamado tercer Mundo, bien sea por causas naturales,pandemias, guerras o por indignidad, parece que estamos hablando de otra clase de seres humanos. No importa que sean niños, ancianos, pueblos enteros los que caigan en las redes del infortunio, no importa que caigan miles, ellos solo parecen representar un número frío y nada más.
Nos preocupamos de mostrar el rostro de los desgraciados en nuestro primer Mundo, y obviamos todo lo demás… no me parece justo. Para el dolor y la tragedia siempre existe una razón… La Tierra , no deja de ser nuestro hogar, deberíamos intentar encontrar sentido a tanta desgracia.
jueves, 28 de mayo de 2020
El Covid-19 y el ajedrez
EL
COVID-19 Y EL AJEDREZ
Cuenta la leyenda, que existía en la India
un rey llamado Sheram. Como ocurrió que el citado rey perdió a uno de sus hijos
en una batalla, se embargó de tristeza.
Uno de sus subtitos llamado Sissa pidió audiencia con el fin de mitigar al rey
su dolor. Le mostró un tablero de ajedrez y le enseñó a jugar. El rey
agradecido por el gesto quiso premiarle: “Pídeme lo que quieras” –Sissa le respondió-:
“Me conformo con que en la primera casilla se ponga un grano de arroz, doblar
en la segunda y así sucesivamente hasta el final de todas ellas”. El rey empezó
a contar: 1+2+4+8+16+32+64+128, y al completar la primera de las ocho líneas se
indigno por que él creía que era un insignificante regalo.
Bien, con el covid-19 pudo muy bien ocurrir
algo parecido, primero hubo un contagiado, este pudo contagiar a su vez a dos,
estos dos a cuatro, hasta llegar a los 128 en primera instancia. Al igual que
el iluso del rey, otros ilusos debieron pensar, esto no tiene importancia, vaya
memez.
Sucede, que de seguir una constante, sin
poner ningún tipo de freno a la epidemia ni a las casillas del ajedrez, al
final nos encontraríamos con esta abrumadora cifra: 18.446.744.073.709.551.615
granos de arroz… que en el caso de la pandemia, sería suficiente como para
contagiar a la humanidad un montón de veces hasta exterminarla por completo.
Moraleja, demos gracias a quienes han puesto
freno a la pandemia o están en ello (principalmente, sanitarios y científicos,
sin olvidar a todos los que ponen su empeño en solucionar el problema con su responsabilidad)…y por
favor a los ilusos, pasotas o irresponsables que piensen un poquito, solo con
eso bastaría para aliviar la presión.
miércoles, 27 de mayo de 2020
Machado y las dos españas
Hace ocho décadas, Antonio Machado lo
tenía bastante claro y realizó el siguiente poema:
Ya hay
un español que quiere
vivir y
a vivir empieza,
entre
una España que muere
y otra
España que bosteza.
Españolito
que vienes
al mundo
te guarde Dios.
Una de
las dos Españas
ha de
helarte el corazón.
Eran otro tiempos, cierto pero en
esencia, me pregunto: ¿Hemos aprendido algo en este tiempo… seguimos
igual?...creo que sí, que no hemos cambiado para nada y que seguimos
tristemente con la secuela de esas dos Españas.
domingo, 24 de mayo de 2020
Inconsciencia, sinónimo de irresponsabilidad
Somos
muchos los que tendríamos que alzar la voz y decirlo. ¿Quién duda de que lo que
está pasando con la pandemia es un asunto grave?, ¿el personal sanitario? ¿Los
que se “escuernan” por ayudarnos? ¿Los que han sufrido directamente o han
perdido familiares, muchos de ellos sin una triste despedida?
Que
decir de todos esos personajes eufóricos que salen a tropel para exhibir sus
corpachones “atléticos” Mirad, por lo que a mi respecta, la mayoría no hacen
más que marcarse el “pegote” y lo digo con conocimiento de causa porque conozco
de primera mano lo que es el mundo del deporte. Que decir de las aglomeraciones
en terrazas, playas, paseos, es que no podéis aguantar un poco o esparciros por
las grandes ciudades, y mirad que son grandes. Que decir de las cacerolas y las banderas, ¿Qué es lo
que buscáis?, ¿Cómo se puede culpar de los muertos o de la mala gestión
sanitaria a un gobierno que solo lleva meses? ¿Por qué no os dedicáis a mirar
cerca de vosotros o a vuestro propio ombligo, a quienes sí que recortaron la
sanidad pública y la dejaron desprotegida?
El
95% de los fallecidos son personas mayores de 60 años, y el 95% de los que
hacen el “paparina”, son menores de 60 años…Sí, ya se que lo necesitáis, que
habéis estado semanas recluidos en vuestras casas, pero “joder” es que los que
muestran tener más sentido común también han estado en la misma situación y
muestran mucha más calma. Las normas van cambiando en función de las
circunstancias, pero vosotros no cambiáis “mamelucos”, tener un poco de
paciencia.
Pero
tengamos tranquilidad, porque los que hacen mucho ruido, son los que más se ven
y los que menos suelen hacer…creo que estos no son más que una gota en el vasto
océano de la cordura. Son muchos más los que merecen todos mis respetos,
afortunadamente.
viernes, 22 de mayo de 2020
Poema: "Alas de mariposa"
Recuerdo tu cabello al viento,
al compás de una linda mirada,
llena de luz y de esperanza.
Recuerdo tu alegría,
endulzada de sonrisa y confianza.
Hasta que una tormenta oscura,
anego tu alma y tu cordura.
Ya no se alza tu cabello al viento
y no es fácil la sonrisa.
Pero sigues siendo bella
cual frágil mariposa.
…Mas no te rindas jamás,
despliega tus alas al viento,
y mantén firme el rumbo.
Se que la tormenta es dura,
y cuesta volar…
Pero no estás sola,
cuentas con nuestro aliento.
Entre todos…venceremos
a esa extraña tormenta.
Entro todos… lograremos
que nunca dejes de volar,
que tus alas de mariposa
resistan el temporal…
y que no se nuble la esperanza,
hasta que vuelva tu cabello
a jugar, otra vez con el viento.
jueves, 21 de mayo de 2020
Indignación en la tercera edad
Creo que ya es hora
de alzar la voz en favor de la tercera edad, y me preocupa un tanto que no se
haya hecho mayor hincapié en estos datos. Del global de los fallecidos por la
epidemia, el 95% corresponde a mayores de 60 años. Vamos que se ha cebado
principalmente en nosotros los mayores. Y claro, como estadísticamente no
parece que haya afectado la incidencia en los jóvenes, pues parece ser que entienden
que esta historia no va con ellos.
Me avergüenza la
falta de respeto y consideración hacia esta franja de edad, lo estoy viendo en
la gente que sale a la calle despreocupada, sin importarle para nada las normas
de protección establecidas. Les importa un pito lo que les pase, que lleven
ellos el virus, que se muestren asintomáticos y que sigan contagiando a sus
mayores. Me molesta que el gobierno se muestre tan blando en sus declaraciones,
y que la oposición capitalice la acción con la sola intención de desbancar el
poder establecido en las urnas.
Llego a pensar, que
todo está controlado desde una perspectiva política. Por una parte el gobierno
debe de entender: “Mejor no forzar la situación hacia los que incumplen las
normas, no sea que se vuelvan contra
nosotros; y posiblemente, algún asesoramiento científico, debe de decirles al
oído: “Dejémosles salir en determinadas zonas, sin control, así veremos como
reacciona la pandemia en la población”
Pero lo lamentable, es que poca gente piensa, “Ojo con los
mayores, que ellos son los que reciben, tengamos cuidado y respeto”… y creo
sinceramente, que es algo que merecemos los que hemos cumplido cierta eedad,
por lo que somos, por lo que fuimos y por todo lo que hemos aportado. El
egoísmo no nos deja ver que todos vamos a pasar por el rasero de la edad,
tiempo al tiempo.
martes, 19 de mayo de 2020
De banderas y cacerolas
No se tiene constancia de que los pueblos
primitivos que habitaron la península ibérica usaran este tipo de enseñas. De
los romanos y visigodos se sabe que usaban estandartes o insignias. Fueron los
árabes los primeros que usaron telas sujetas a palos para significar sus
distintas dinastías. Durante la reconquista, los cristianos enarbolaban colores
y emblemas según de que reino procedieran, empezaron a aparecer cadenas,
barras, castillos, leones. En el siglo XIII Alfonso X el sabio decidió unificar
algo este galimatías, la banda sería signo de monarcas y castillos y leones de
reinos. Posteriormente los reyes católicos introdujeron yugos y flechas. Felipe el hermoso, la cruz
de borgoña. A partir del 1700 los Borbones introdujeron el fondo blanco. Hasta
que en el 1785 Carlos III, con el fin de que los barcos en alta mar no
sufrieran confusión, decidió unificar la bandera con colores de fondo a franjas
rojas y amarillas.
En
la primera república se mantuvieron las franjas, pero se suprimió la corona del
escudo. Año 1931, segunda república se introdujo el color morado en la franja
inferior para alejarse del símbolo de la monarquía. Año 1936, los sublevados
recuperan la bicolor y se la apropian tras su victoria en el 1939, con la
introducción de un aguilucho. Tras la transición hubo que esperar hasta el año
1981 para que se hiciera oficial el actual escudo, manteniéndose las dos
franjas rojas y el amarillo
¿Que
es la bandera? ¿A quien representa?... En todo caso, a un País digo yo. Nadie
tiene derecho a hacerla suya de una forma particular e interesada. ¿Es que
acaso solo los que la enarbolan son los verdaderos patriotas? ¿Hacer patria es
mover un trapo, o acaso es otra cosa?
En
cuanto a las cacerolas, pues bueno, todo el mundo las tiene. Unos las emplean
directamente y otros se las quitan a sus “chachas” para montar el numerito. El
caso es que cuando una pandemia viene para acorralarnos, deberíamos estar
unidos, pasando de banderas y cacerolas. Unas deberían estar sujetas a las
astas y las otras en la cocina. Cuando nos daremos cuenta, que la salud no
distingue de colores ni de ideas.
lunes, 18 de mayo de 2020
A dos metros en la pandemia
No lo se si va a ser esto posible, abrazar a
dos metros, besar a dos metros, acariciar a dos metros, a todos aquellos que
han estado lejos de nosotros durante estas semanas.
No se si va a ser posible, chocar la mano a
los amigos a dos metros, tomar cerveza juntos a dos metros, jugar a dos metros,
hablar a dos metros, sin un roce, sin un amago tonto de confraternización.
En el espacio de esos dos metros, puede
esconderse algo invisible y molesto, una amenaza de la que se va conociendo
poco a poco más cosas, pero que sigue siendo teóricamente peligrosa.
Menos mal, entiendo, que los afectos, los
verdaderos afectos no entienden de tiempo espacio, siempre están ahí,
sonriendo, esperando pacientes el reencuentro con el tacto, no importa las
circunstancias que los separen.
Pero insisto, va a ser difícil, muy difícil
cumplir las normas establecidas, como puedo evitar abrazar a un nieto, a un
hijo, a unos padres, a cualquier amigo o familiar que haya estado lejos de
nosotros en este tiempo. No se me ocurre más que aplicar algo que nos debieron
enseñar en la escuela de pequeños, las
reglas del sentido común y del civismo, para poder atravesar con dignidad todas
las fases de una pandemia todavía no extinguida del todo.
domingo, 17 de mayo de 2020
La tormenta, en la Pandemia
Ayer cayó sobre nosotros una espectacular tormenta. El cielo
se tornó oscuro, las nubes se fueron apretando a la vez que crepitaban en un
concierto sonoro que anunciaba lo que a continuación iba a caer. Y cayó, agua,
piedra, acompañada de un viento iracundo. Luego poco a poco, la piedra dejó
paso a la lluvia persistente y algo más equilibrada, hasta que dejó de llover.
Hoy luce el sol, el clima es templado, agradable, dentro de
un día luminoso, tal cual es la primavera. Por la riera que nos acompaña, el
agua discurre serena, cantarina y alegre. Y los pájaros después del susto van
recomponiendo sus hábitats, y buscando algún pajarillo de corto vuelo que cayó
del nido.
Pronto llegó a mi mente un parangón, y si la “tormenta”
virulenta que nos acompaña fuera eso. Si después de que el cielo se cerrara,
volviera a abrirse para decirnos que lo peor ha pasado. Quien sabe, si esto
será así. Lo único que me preocupa, es que la primavera no es eterna, y la
amenaza de las tormentas siempre existirá. Así es la vida, nuestra vida, llena
de contrastes, amenazas y también alegrías.
viernes, 15 de mayo de 2020
Poema: ¿Que cose Dolores?
…bajo el porche, junto al arroyo,
con los ojos tristes,
con las rosas mustias de su entorno.
La primavera, y sus colores,
llena de fragancias, quiere animar…
pero Dolores cose sin mirar.
Y las rosas viven,
y el dolor corroe
y la sabia empuja.
Pero la herida abierta,
desgasta el brillo de los ojos,
de las flores.
Y el arroyo mana,
y el aroma surge,
y Dolores cose.
Su perro ladra, avisa.
El dolor persiste
y la herida duele.
Dolores cose.
Y de repente… la mirada
sigue a su barbilla
y llega al horizonte.
Los pájaros cantan,
hasta de noche,
cuando la herida, más duele.
Pero sus ojos, ya han percibido,
lo que la primavera quiere.
Y Dolores cose,
cierra su herida,
brotan las rosas, sigue la vida.
jueves, 14 de mayo de 2020
Don Raimundo y don Vicente
Don Raimundo y Don
Vicente
…dialogo divergente.
No lo dude usted don
Raimundo,
de trepas y lameculos
está lleno el Mundo.
De dudarlo no lo dudo
Don Vicente,
pero es que acaso no
sabe,
que también existe,
la buena gente.
Pero estos no pesan,
son livianos,
no pertenecen a este
Mundo,
ni se les ve… son
enanos.
Me sorprende usted,
Don Vicente,
le tengo en buena
estima,
y nunca ha dejado de
ser, elegante.
Lo se, lo se Don
Raimundo…
pero es que estoy
cansado
de ver tanta miseria,
en este Mundo.
Abra los ojos Don
Vicente,
no se confunda, esté
alerta,
y descubrirá el bien
entre la gente.
¿El bien?... solo
suena la maldad,
en los que mandan,
hablan y ejecutan,
¿donde, donde se
encuentra la bondad?
Creo Don Vicente que
en todo lado,
ella es discreta,
silenciosa, no destaca,
todos tenemos junto así ese hado.
…Y la violencia, el hambre, la miseria,
que me dice usted, Don
Raimundo,
este Mundo, no es más
que una feria.
Cierto, pero es que hay
de todo, como en botica,
las buenas gente no
hablan, actúan,
son ellas, quienes al
Mundo ponen árnica.
Pero es que no lo ve
Don Raimundo
que todo se rompe…la
maldad es más fuerte,
nada que hacer, se va
al carajo este Mundo.
Discrepo de usted Don
Vicente,
el Mundo se sostiene
por el bien,
tengo esperanza, aún
creo en la gente.
Ojala tuviera usted
Razón, Don Raimundo
No la tengo Don
Vicente… pero si algo entiendo
es que en este
Mundo…aún somos divergentes.
miércoles, 13 de mayo de 2020
Objetivo común (En la pandemia)
Hoy he escuchado un relato estremecedor,
coherente, educado y no exento de rabia y tristeza debidamente controlada.
Pertenece a un doctor de 58 años, jefe de servicio del SUMMA112 de la comunidad
de Madrid (Servicio de urgencia médica). Este doctor, cuyo nombre no me ha
quedado en la memoria, fue contagiado por el virus en los primeros días en acto
de servicio, y tras pasar por la UCI, todavía se encuentra en delicado estado
de recuperación.
Bien… él indicaba algo primordial en todo
objetivo, que en el caso que nos ocupa debería ser controlar la pandemia.
Decía: “En mi unidad somos gente muy diversa, de mentalidades, opiniones e
ideas diferentes, pero todos, absolutamente todos tenemos claro cual es nuestro
objetivo, atender al paciente. En el hospital, desde el primer sanitario hasta
el último sucede lo mismo y todos, absolutamente todos tenemos un único
objetivo, cuidar del paciente e intentar salvarle la vida.
Al preguntarle sobre qué opinaba de como se
esta llevando este asunto a nivel político, se controló para no lanzar
improperios, pero en un tono emocionado dijo: “Es lamentable lo que está
pasando, no existe un objetivo común sino particular, así no se combate una
pandemia. He visto mucha indecencia y poco sentido de estado en algunos
políticos, no hay unidad. Esto provoca que la gente ande desconcertada y actúe
de manera diversa, unos usan el sentido común y otros hacen lo que les parece.
Todos aquellos que no se están tomando en serio algo tan grave como lo que está
ocurriendo, están insultando a los que sufrimos en primera línea la pandemia,
desde los pacientes hasta el personal médico.
Y
claro, es lo que pasa, si seguimos así, el virus nos estará acompañando bastante
tiempo, porque algunos no han aprendido todavía lo que significa tener un
objetivo común ante algo tan serio. Esta
pandemia nos compete a todos, absolutamente a todos, sin distinción de ideas ni
colores.
martes, 12 de mayo de 2020
¿Premonición? (Fase 1, pandemia)
Cuantas veces habremos oído hablar de
premoniciones, más en fase de preocupación. Y es lógico porque las
premoniciones suelen ser advertencias previas para el futuro. Antes de que nada
se produzca, se advierte, aconseja, se recuerda algo, incluso se amonesta sobre
situaciones que pueden orientarnos hacia cierto desenlace nada grato.
Me atrevo a contar
una anécdota: Escribo desde hace tiempo, lo cual provoca que ya lleve varias
novelas concluidas. Los editores y yo debemos andar en ondas distintas, por lo
cual cuando una novela no es aceptada, suelo encuadernar dos o tres unidades, y
sigo escribiendo que es lo que más me gusta.
Ocurre que uno de
estos días abrí una de mis novelas por las primeras páginas y me encontré con lo
que a continuación podéis leer, si os apetece. (Novela: “Pueblo de Ramu”,
escrita hará unos diez años).
…Llevaban tres largos meses en esa situación, sin
salir del piso mas que de forma esporádica en busca de algo que les fuera útil.
Exponían su integridad física lo justo y necesario, porque en cualquier
instante podían encontrar la perdición.
Tamara, la madre, era médico. Trabajó arduamente junto con su equipo
para contrarrestar las epidemias, lo
hizo mientras aún había sentido para ello. Hasta que no le quedó más remedio
que huir el día que el descontrol se apoderó de todo. Ella era la vigía de la salud de toda la familia, y pese a su
fortaleza iba perdiendo dosis de su entereza
a medida que pasaban los días, por eso solo tenía una idea en su cabeza, llegar
a Ramu. Solo Maia, la pequeñita de la familia, mantenía un ápice de alegría y
jovialidad propio de sus tres años, representaba la fuente de la esperanza, y
lo fue desde el día que decidieron concebirla tardíamente pese al mal panorama
social que enturbiaba sus vidas. Fuerte, inquieto y nervioso por naturaleza,
bregado en las dificultades pese a su juventud, a Bruno le costaba mantener la
calma. Estudiaba en la facultad de Historia hasta que los sucesos originaron el
caos, aun siendo un excelente atleta prefería la practica del montañismo,
habiendo hollado montes importantes. El era quien arriesgaba más cuando había
que salir por necesidad, quien más alentaba y animaba a escapar de allí.
Eran ya
muchas las semanas sin electricidad y sin que funcionaran los sistemas de
comunicación. Aquella noche, toda la familia, contemplaron como el pabilo de su
última vela se extinguía. Sin duda era la señal que estaban esperando, había
llegado el momento de prepararse para intentar llegar a Ramu donde tenían una
casa, un pequeño pueblo enclavado en un macizo montañoso a unos doscientos
kilómetros de la ciudad y escenario de los mejores recuerdos de sus vidas.
Llevaban
tiempo planeándolo. Iban a intentar salir de la ciudad en coche. Para ello,
guardaban un bidón de 20
litros de gasolina que Bruno había conseguido
extrayéndola poco a poco de diferentes vehículos abandonados. En el garaje
ubicado en los sótanos del edificio, uno de los vehículos ya sin dueño había
sido elegido para ocuparlo. Llevarían consigo lo imprescindible, sobre todo el
agua y las últimas provisiones. Calzado fuerte y resistente y ropa la justa y
necesaria para un clima seco, cálido y casi irrespirable. Todas las medicinas
que pudieron recopilar. Nada de recuerdos, el instinto de sobrevivir se
encargaba de centrarlos en cada minuto, cada segundo del presente era como si
fuera el último de sus vidas. El dinero y las pocas joyas que poseían, era
inútil llevarlo pues había perdido todo su valor. Sabían por lo observado que
solo la comida, la bebida, medicinas, gasolina y armas era lo más necesario y
buscado, pudiendo incluso peligrar sus vidas si alguien descubría que ellos
disponían de algo así. La mayor parte de esas pertenencias, menos el oso blanco
de peluche con el que Maia se abrazaba al sueño cada día, fueron introducidas
en tres mochilas y las dejaron preparadas esperando el momento de salir.
Sejo era biólogo y sus últimos días de
trabajo los había pasado en el laboratorio de la universidad donde impartía una
cátedra. Era conocedor en primera persona y sabía demasiado sobre las epidemias
que asolaron la ciudad, la peor una determinada gripe que originó una pandemia,
ese era el motivo por el cual tuvo que huir precipitadamente y refugiarse con
su familia. Desde que el caos se apoderó en primera persona de todo el orden
establecido y produjo…
lunes, 11 de mayo de 2020
La normalidad (En la pandemia)
Constantemente estamos oyendo: “es cuestión
de que poco a poco volvamos a la normalidad”… mas resulta que este concepto es
erróneo. Lo normal tiene que ver con las normas a seguir, con una regla,
modelo, precepto o mandato. Luego lo normal es justamente lo que nos está
sucediendo. Por ejemplo. Cuando estos días, en determinadas ciudades salió la
gente en estampida a correr, no es que se acercaran a lo normal, sino que
justamente estaban haciendo lo contrario, lo anormal porque estaban
incumpliendo una guía de comportamiento.
En todo caso deberíamos decir: ¿cuando
cambiaran las normas, para que volvamos a las de antes?. Y es necesario que esto
ocurra porque las normas de ahora preocupan, esto ha provocado que la atención
primaria prácticamente no exista ya que la mayoría de los ambulatorios están
cerrados, que las consultas en hospitales sean ahora inexistentes, o que las
operaciones en principio no tan graves estén aplazadas, a la vez que diversos
controles de salud aparezcan desprogramados. Esto solo es un ejemplo, el más
cercano a la salud que nos preocupa, ya que en el ámbito de la sociedad son
innumerables los problemas que acarrean lo que ahora es normal.
Una pregunta podría ser: ¿por qué tanto
miedo? Y la sugerencia: “Cambiemos de una vez, que ya es hora”… Nos ocurre,
algo parecido a lo que le sucedió a Damocles, un cortesano del Rey Dionisio I
en Siracusa, Sicilia, siglo IV a.c. Harto el rey de tanta adulación, le dijo a
Damocles: “Vale, vamos a cambiar las normas, ahora tu te pones en mi lugar en
el trono” Ocurrió que Damocles entonces observó, que encima de donde estaba
sentado, pendía de un pelo del rey, una afilada espada que apuntaba justo a su
cabeza. Moraleja: “Espada, tamquam virus”
domingo, 10 de mayo de 2020
Hoy es domingo (En la pandemia)
Hoy es domingo… que más da. Llueve, tras los
cristales llueve… melancolía. Pues mirad por donde hoy no, no estoy triste, ni
resentido, ni agobiado, hoy tengo claro más que nunca que tras las nubes está
el sol, el mismo sol reluciente que días atrás.
Y sabéis porqué mi ánimo está disparado,
pues sencillamente porque estoy harto de pensar y oír siempre lo mismo; y no
solo eso, sino que más de lo que quisiera tengo que ver, escuchar o leer lo que
considero que son deslealtades, indecencias, harto de percibir a miserables que
solo desean aprovecharse de la situación para conseguir sus logros egoístas.
Hoy quiero despejar los nubarrones para que
salga el sol, y estar al lado de la gente sana que pese a las dificultades no
pierde el buen humor, al lado de todos aquellos que nos ayudan, al lado de los
que baten “el cobre” en las primeras líneas de conflicto, al lado de todos los
seres que nos aman, de aquellos que protegen la naturaleza, los animales, al
lado de los que han sufrido y sufren esta contingencia llamada pandemia. Al
lado de todos los seres humanos que son simplemente buenos, y que sin ellos
sería imposible vivir en paz.
No es que pretenda ser optimista, es que
quiero y deseo serlo. Porqué no va a ser que de todo esto saquemos alguna
conclusión de mérito, y que de paso nos haga entender cuales son nuestros
errores, Tengo claro y vaya en ello un
homenaje, que sin los “buenos” hoy en día ya no existiríamos… no hay que
desesperar todavía, porque sobre las nubes sigue estando el sol.
sábado, 9 de mayo de 2020
"El murciélago", en la pandemia
Primero de todo, una anécdota relacionada con este mamífero quiróptero.
Justo enfrente de mi casa, en la estrecha calle, existe un disco de dirección
prohibida. Entre el disco y la pared, en verano, suelen habitar una familia de
murciélagos. Uno de esos días me encontré uno de ellos en el suelo, era una
cría que se había caído. Lo cogí, era delicada. Al tacto aprecié su fino vello
aterciopelado y la membrana casi transparentes de sus alas. Me pareció un
animal precioso. Con cuidado lo volví a dejar entre el disco y la pared que era
su hogar.
Existen 1240 especies de murciélagos, prácticamente todos son
frugívoros, insectívoros y totalmente inofensivos. Solo tres de estas especies
chupan sangre, vampiros que suelen vivir en América, de México para abajo.
Y mirad por donde que este animal suele tener mala prensa… Que curioso,
por tres tipos de vampiros que hay, 1237 especies de murciélagos son
vilipendiados como poco menos que “chupasangres” y “vampíricos”, y encima le
cae encima el estigma del mal que nos ocupa. Es la ley de vida, “pagar justos
por pecadores”
Yo no se si fue un vampiro el que transmitió el virus, lo que sí se es
que la mano del hombre no puede estar lejana. Y más peligroso aún la turbulenta
mente del ser humano anda al acecho. No es nueva la idea de inocular un virus a
la humanidad, aparece en numerosas obras de escritores, cineastas, inclusive
gente de gran poder ya hablaron en su momento de la posibilidad de un contagio
masivo. Para muestra, solo un botón:
Series: “The hot zone” “Pandemic”, “La tribu”
Películas: “Contagio”, “Virus”,
“Epidemia”
Novelas: “Estación once” de Emily
St.Jhon Mandel,
“Severance” de Ling Ma
Predicciones: el magnate Bill
Gates, año 2015
¿Donde está la verdad?, ¿Quién la
sabe?... ¿En manos de quien estamos?
viernes, 8 de mayo de 2020
Respeto, a la pandemia
Ayer, y por primera vez en dos meses, tomé
la decisión de dejar el confort del pueblo y adentrarme en la “selva” de una
ciudad tipo medio como es Manresa para comprar algunas medicinas.
Aprecié varias cosas que me sorprendieron,
ya que no es lo mismo experimentarlo en primera persona que verlo por los
medios informativos. Respeto, sí respeto. El 80 % de la gente andaban con
mascarillas, solo algunos jóvenes iban sin ellas. Era curioso observar que los
que llevaban mascarillas andaban lento y los que no la llevaban su ritmo era
rápido, no se si porque eran jóvenes o huían de algo. Para comprar algo en
cualquier pequeño comercio, colas en la calle y con distancia de seguridad.
Y lo que más me impactó fue al entrar en el
mercado, con la mayoría de las paradas abiertas. En otras ocasiones me acuerdo
del batiburrillo sonoro, rumores variopintos
de voces encontradas en tonos medio altos, y algún que otro “alarido” de algún
vendedor que daba ritmo al entorno. Pero esta vez, silencio y murmullos. La
gente hablaba en voz baja y con pausa. Bien parecía un mercado del norte de
Europa donde el silencio es más normal.
Respeto, sí respeto más que miedo, y eso no
es malo. Claro que es inevitable una reflexión. Lo que no suelen tener el
respeto que merece esta pandemia, suelen hacer mucho ruido, demasiado. En las
ciudades grandes, donde la masificación es inevitable, “doscientas” personas
irresponsables pueden adormecer la sensación de respeto, y dejar en evidencia a
una gran mayoría que creo que si que es respetuosa. Pero es que además estos
“doscientos” pueden provocar lo que nadie desea, el rebrote.
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