miércoles, 10 de abril de 2019

Novela: "La senda del Porvenir" (Parte 5)

... No le importó a Raúl enseñarme su cocina económica a base de leña, que él cortaba, proveniente de los árboles caídos por obra de tormentas o fenómenos naturales. Leña que también le servía para calentarse dejándola quemar en el hogar a ras de tierra. Observé también una colección de potes de vidrio que contenían diferentes hierbas recogidas por él en el bosque, me indicó que todas ellas tenían una determinada utilidad y que le llevó su tiempo llegar a conocerlas y reconocerlas en el entorno del bosque.

La mañana pasó rápidamente a la luz de mis ojos… mi mente se encontraba distraída y el cuerpo cada vez más ligero. Pero eso no impidió que llegara a pensar:   “Esto si que es un sueño del que no tardaré en despertar”

Antes de entrar en la cabaña para preparar la comida, Raúl se dirigió a mí:

       Quítate el pijama que llevas puesto y déjalo en ese cubo. Dúchate y aprémiate porque apenas tendrás un minuto de agua caliente. Verás una pastilla de jabón ahí en la ducha. Después de encontrarte, te limpié un poco, por encima, antes de sacarte la ropa que llevabas puesta, pero no es suficiente. Hazlo, te encontrarás mejor; luego, puedes vestirte con lo que queda de tu ropa, ya debe de estar seca.

Extrañado, le pregunté donde estaba la ducha, no había reparado en ella. Me señaló un lateral de la cabaña y aprecié un pequeño depósito de madera en lo alto, del que salía una manguera enroscada en espiral a sendos palos, uno para que bajara la manguera y otro para que subiera y en su extremo más alto una boca de ducha. Estaba el conjunto orientado al sol. Deduje enseguida que los rayos habrían calentado el agua de la manquera y que de ahí saldría el minuto de agua caliente a que se refería Raúl… Una vez  me hube duchado, sin poder evitar que el agua acabara por enfriarse, me vestí con los casi harapos de mi ropa y entré en la cabaña.

Le ayudé a preparar la comida, batiendo los huevos para hacer una rica tortilla de patatas, acompañada de ensaladas y verdura recién cogida. Yo estaba acostumbrado a comer carne en casa, pero en absoluto la eché en falta, todo estaba exquisito. Me llamó la atención que todos los utensilios, vasos, platos, cucharas y tenedores, fueran de madera.

Mientras nos alimentábamos,  Yo no paraba de preguntar y preguntar tratando de indagar como era la existencia de Raúl en aquel lugar, y el me contestaba pronunciando las frases con una exquisita calma, que me permitía entender todo lo que él me estaba diciendo. Tras la pausa de un silencio, Raúl se puso serio y pronunció:

     Ya no tengo dudas de que mañana estarás en condiciones para caminar.

Aquella frase me desbordó… me hizo dar de bruces con la realidad. Agaché la cabeza al unísono con mi ánimo. Un desasosiego creciente empezó a embargarme… y tal como lo sentía le contesté:

     Pero es que yo no quiero… no quiero volver a ese infierno.

Raúl hizo una pausa, esperó a que yo levantara mis ojos y me penetró con los suyos. Observé esa mirada azul y sin poderlo evitar, me entró un sollozo. Con suavidad, sus labios empezaron a moverse acompasando unas frases:

     Bien Daniel… ignoro las causas que te han llevado a adentrarte en el bosque, a perderte y ha llegar hasta aquí…ni tampoco deseo saberlas. Yo tan solo he cumplido con mi deber de auxiliarte… ahora tú debes de cumplir con el tuyo.

No sabía que hacer ni que decir…ni tan siquiera acertaba a que de mi garganta saliera palabra alguna…dejé pasar unos instantes, el silencio era penetrante, me desbordaba por completo. Por fin, respiré hondo y contesté:

     No deseo volver… prefiero entrar de nuevo en el bosque y perderme para siempre.

Raúl no tardó ni una décima de segundo en responderme, sin levantar la voz, con calma, con exquisita calma empezó a pronunciarse,
Iniciamos un diálogo, contrastado, porque mis palabras surgían atropelladas por la insatisfacción.

     Puedo entender tu agobio… pero algo está fallando en tu razonamiento.

     ¿Por qué, por qué me dice eso Raúl?

     Porque solo estás pensando en ti.

     Y en quien sino… estoy harto, harto de mi vida… prefiero morirme de una vez en vez de continuar así.

     Llevas cuatro días fuera de tu casa…por lo que vengo observando todo tiene pinta de una huida. No te creo un delincuente. Por tus palabras, por tu actuación, adivino que te han educado, no eres un indigente, debes de tener padres, o tutores, o aunque provinieras de algún asilo… en consecuencia alguien estará sufriendo por ti… y no solo tus allegados, sino todos aquellos que sin duda te estarán buscando… tienes un deber para con ellos.

     Yo no tengo un deber para nadie, estoy cansado de mi situación… es cierto, huí. Si lo hice es porque no quiero volver a vivir como lo estaba haciendo…

     Daniel…es preciso que te centres, que medites. Piensa un poco más allá de lo que consideras tu desgracia…

Le escuché, pero no volví a contestarle, preferí quedarme mudo. Raúl tampoco dijo nada más, se limitó a recoger de la mesa los utensilios de comer y llevarlos a la pica para lavarlos. Me levanté, traspasé la puerta de la cabaña y me senté sobre un tronco cortado sobre la explanada de hierba. Un par de gallinas vinieron a remolonear a mi lado, y uno de los gallos no tardó en acercarse a ellas como para llamarles la atención. Tomé del suelo una pequeña piedra y la tiré con rabia lejos de mí. Resoplé, tras ello me levanté decidido para hablar con Raúl.

     Raúl… ¿no puedo quedarme aquí contigo?

Su contestación, esta vez más enérgica no tardó en llegar a mis oídos.

     No puedes… ni debes.

     Yo no te molestaría… además siempre te podría ayudar.

     Creo que ya hemos hablado y ha quedado clara la situación. Mañana, a primera hora, sin falta, recoges tu mochila y nos acercamos al Pueblo más cercano. Eso es todo.

Sin inmutarse, Raúl continuó con sus quehaceres, y yo me pasé toda la tarde revoloteando por los alrededores. Más que meditar  tal como él me había sugerido, lo que hice es traspasar mis pensamientos a ese inmediato futuro que para nada me alentaba. Solo pensaba en broncas por recibir, reproches por mi actuación… quizás me metieran en un reformatorio, me condenaran… yo que sé. Tan solo circulaban pensamientos negativos por mi pobre cabeza.

Llegó la hora de cenar, todavía quedaba algo de luz en el cielo. Ni siquiera me preocupé por ayudarle en preparar la mesa como hice al mediodía. Me encontraba totalmente abstraído en mis turbios pensamientos. Durante la frugal cena apenas hablamos y cuando yo intenté decir algo, él pareció adivinarme otra vez lo que iba a pronunciar.

     Si has de hablar de lo mismo…olvídate.

     Vale… ya veo que es inútil convencerte…

     Lo es. 

Me preguntaba: ¿Parece enfadado?... solo lo parece porque no se altera por nada. Que diferente a mi padre que por cualquier inconveniencia saltaba como un grillo. Su postura era firme… pero la mía también. Así que empecé a elaborar un plan.

Esta vez me tocó dormir en el suelo, fue iniciativa mía. Por respeto y dado que ya me encontraba mejor, insistí en dejarle el catre, su catre, para él. Coloqué un par de mantas sobre los tablones del suelo y me puse un cojín a modo de almohada. No me desvestí, ¿para qué? Dejé los zapatos y la mochila a un lado y esperé…esperé a que Raúl quedara dormido a juzgar por sus intermitentes ronquidos. Entonces pacientemente dejé que llegaran las primeras luces del alba y con sigilo, me puse los zapatos, recogí la mochila y salí al exterior. Escuché el ulular de un búho y el trino de multitud de pájaros anunciando el amanecer.   Ya en la línea de los primeros árboles, me apresté a sacar la cazadora de mi mochila para abrigarme y empecé a caminar por una de las sendas en dirección al arroyo. Solo una idea en mi cabeza, continuar huyendo.

IV


Mientras caminaba hacia no se sabe donde, no tardé en darme cuenta, que a parte de desesperado, era un “tonto del culo”. Y lo era porque sencillamente no llevaba nada de comida en la mochila… “Por lo menos podrías haberte apropiado de algo” — me dije— Pero continué andando.  Mi plan era seguir el curso del arroyo, que sin duda me llevaría a un curso de agua mayor, y cuando hubiera conseguido salir del bosque, porque un río siempre lleva a la civilización, pues ya vería que es lo que hacía. Todavía me quedaban bastantes euros en el bolsillo de los noventa y seis con que salí de casa, eso me podía ayudar a desplazarme a otro lugar… pero volver al hogar, junto a mis padres… ni borracho lo haría, no quería saber nada de mi familia, ni del colegio, ni de la vida que llevaba.

Por fortuna para mí era fácil avanzar junto al arrollo, caminé y caminé durante bastante tiempo, del agua no me tenía que preocupar, la tenía en abundancia, pero empecé a notar cierto hormigueo en el estómago. “No tiene importancia” — me dije— ya tendré tiempo de comer algo, estoy repuesto y me encuentro fuerte.

Pero algo torció mis planes… el subsuelo estaba cambiando de forma. Empezaron a aparecer muchas piedras pequeñas y bastante arena… de repente, la tierra se tragó el agua. El arroyo había desaparecido ante mi vista. Seguí adelante pensando que quizás volviera a surgir el agua por ahí cerca, pero nada. Desconcertado, en vez de desandar el camino, no tuve otra idea que continuar adentrándome más y más en el interior del bosque, sin darme cuenta que me estaba desorientando.

Para nada había aprendido la lección… Un bosque tupido, de relieve variado y sin sendas claras a la vista, es una invitación al desconcierto. No tardé en reconocer que me había perdido de nuevo. Intenté volver de nuevo al curso del arroyo, pero no lo lograba. Me sentía más y más desmoralizado hasta llegar a un estado de atolondramiento total. Rompía ramas y arbustos a mi paso, dejaba jirones de mi camisa y pantalones enganchados en los zarzales. Estaba atrapado. Intenté salir de ese atolladero, pero al final no pude más y me derrumbé totalmente abatido por el esfuerzo tanto mental como físico.


Apoyado en una amplia piedra que encontré, me acurruqué y rompí a llorar. No entendía lo que me estaba pasando, solo malos pensamientos circulaban por mis entendederas. “ Esto no mola…no me quieren en casa, no me quiere Raúl en su cabaña, nadie me quiere…el bosque me odia”...


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