viernes, 19 de abril de 2019

Novela: "La senda del Porvenir" (Parte14)

...  Esta Vez no tuve ningún problema para convencer a mis padres. No pusieron ninguna pega. Ordené mi mochila y salí de casa con destino a Mozarrejo.

No me atreví a adentrarme solo en el bosque a pesar de tener bastante idea del trayecto hasta la cabaña. Preferí pedir de nuevo ayuda a Antonio. Mientras caminábamos él siguió con su hermetismo respecto a contarme lo que sabía sobre la vida de Raúl. Esa circunstancia generaba una incógnita, por lo que no dejaba de preguntarme sobre la razón que le habría impulsado a vivir como un ermitaño  en aquel recóndito lugar.

Antonio me dejó como la otra vez al pie de la senda final que daba acceso a la cabaña. Cuando llegue a la altura del claro, observé la imagen de Raúl sentado en el banco adosado en actitud pensativa. Me dio algo de pena verlo así, era una imagen en la que se reflejaba cierta soledad. Orienté los pasos hacia él. Tan pronto se dio cuenta de mi llegada, se levanto para saludarme cambiando el semblante serio de su rostro por una sonrisa.

Nos abrazamos y enseguida noté el calor que da la emoción, me dijo que precisamente en esos momentos estaba pensando en mí.

No hizo falta esta vez que le enseñara cartilla alguna, mis propias palabras ya servían como pasaporte. Le conté la enorme alegría que suponía para mí haber conseguido el acceso a la universidad para estudiar el primer grado de periodismo. El inmediatamente mostró su satisfacción con una frase:

     Quien iba a decir que el mozalbete que ahora está ante mi presencia, es el mismo que hace dos años encontré abatido y perdido en el bosque.

     Pues ya ves Raúl, soy el mismo.

     Bueno con una salvedad que marca cierta diferencia. Te perdiste y te has sabido encontrar, es tú merito.

     Tienes razón… sabes, creo que he superado mis dudas. En todo este tiempo no he dejado de alimentar al lobo bueno y te puedo asegurar que estoy haciendo todo lo posible para que mi vida no sea una mierda.  

     Es alentador oír eso…

Esta vez fueron ocho días los que pasé junto a él. Aprendiendo de cada frase suya y de sus enseñanzas sobre el medio natural. Por supuesto que le interrogué sobre su pasado y algo conseguí sacarle, como aquella tarde veraniega sentados bajo la sombra de un roble centenario.

     Bien Raúl, te estás enfrentando a un futuro periodista, no puedes evitar que ensaye contigo.

     No se si lo puedo evitar, pero sí ponértelo difícil… No creas que es fácil sonsacar al que no se deja.

     Bueno, contigo no lo tengo mal porque ya vamos adquiriendo cierta confianza. Sí tú me lo pones difícil, yo te lo pondré fácil. Solo se trata de ir siguiendo el guión de tu propia vida.

     Mi vida no tiene nada de particular, y si lo consideras así es porque todavía eres un pardillo. La de vidas que existen mucho más interesantes que la mía.

     Pudiera ser, pero solo me interesa la tuya. Que le vamos a hacer.

     Juegas con ventaja, es cierto…

     Vale, pues suelta ya… Estábamos en que andabas algo acojonadillo tras los sucesos del 23F

     Eso ya te lo conté, si no recuerdo mal.

     Ya, se te pasó el susto y…

     ¿Y Que?

     Bueno… ¿que sucedió después, por donde continuaron tus pasos?

     Mis pasos fueron inquietos…

     Vaya, todo lo contrario a como lo son ahora… por cierto, hablando de pasos ¿a que es debido tu ligera cojera?

     Muy sagaz el muchacho… eso no tiene nada que ver con lo que me estabas preguntando.

     ¿un accidente?

     Anda, sigue con tu guión y no te apartes de él.

     Está bien, esta bien… ¿seguiste ejerciendo la abogacía?, pienso.

     ¿Piensas o preguntas?

Ya me estaba empezando a mosquear, parecía el juego del ratón y el gato. Decidí mostrarme malhumorado para ver si así dejaba de quedarse conmigo.

     ¡Ostras!, que tío más pesado… anda déjate de cuentos y suelta respuestas sobre lo que intento preguntarte.

     Decías que vas a empezar el primer grado, pues no te falta nada para...

     No me falta nada para que…

     Vale, vale, un buen periodista nunca debe de perder la paciencia...

     Contigo la perdería hasta un santo…

     Bueno… seguimos el guión. En aquella época, años 80, alguien me enredó para que entrara en la política. En las elecciones del 82 por carambola salí elegido como diputado por un partido de izquierdas perseguido durante el franquismo. A los dos años abandoné el escaño totalmente decepcionado de la política. Mucha verborrea y poco interés por los problemas reales del pueblo. Descubrí lo que significaba la ambición de poder y los contactos sospechosos de ese mundo con ciertas fuerzas oscuras, que hacían difícil sostener una verdadera democracia.

     ¿Fuerzas oscuras?

     Mira te lo resumiré con una frase de Saramago: “La democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder”

     Ostras… suena fuerte, pero no se bien lo que quiere decir.

     Pues eso, que los que mandan de verdad son los grandes poderes económicos y todos los que lo entendemos así y protestamos pues sobramos… Claro que todo tiene un límite y un día ya cansado de tanta purria, en el congreso y en mi turno de palabra, mandé literalmente a la mierda a unos parlamentarios de derechas que me increpaban desde  sus escaños.

     ¿Porque te increpaban?

     No les gustó lo que decía y empezaron a meterse con lo que ellos consideraban mi oscuro pasado.

     Entonces, ¿abandonaste la política?

     Por supuesto…Al que era mi partido no les gustó nada mi gesto. En los partidos políticos se debe de seguir un guión predeterminado, sin saltárselo. Todo son frase hechas, directrices guiadas, un cuento chino… total que abandoné la militancia.

     ¿Y que hiciste después?

     Por supuesto que seguí ejerciendo de abogado, pero entendí que faltaba algo por hacer o experimentar. Decidí ampliar algo el radio de acción.

     De ahí lo de los pasos inquietos…

     Puede ser, mira, a veces cuando uno se siente fracasado en su gestión, en cierto modo también frustrado,  pues tiene que airearse, buscar nuevos horizontes, y eso hice.

     Entiendo… quiero decir que sí, que lo entiendo como sino todo un señor diputado puede enviar a la mierda a otros señores diputados.

     Me alegro que lo entiendas muchacho… el resultado de mi frustración fue tomar la decisión de colaborar como Logista en una organización  no gubernamental en el ámbito de la medicina, que se encargaba de realizar misiones de riesgo en diversos lugares del Mundo.

     Suena fuerte…

     Lo fue… durante siete años estuve recorriendo con ellos diferentes partes del Mundo…

     Siete años estuviste…

     Sí, cubrimos la hambruna de Etiopía. En Honduras asistimos a refugiados Salvadoreños y nicaragüenses. Posteriormente en la guerra civil en Sri Lanka montando clínicas móviles para atender a los heridos, terremoto de Armenia, guerra de Liberia y para acabar la guerra de Somalia.

     No me lo puedo creer…

     Pues así fue… acabé destrozado moralmente al estar dentro de tanto horror, de tanta muerte, de tanta miseria. Intentando por todos los medios evitar la degeneración humana y tratando de ayudar a ese último efecto de la caja de Pandora que llaman esperanza… y por favor, no sigamos, lo vamos a dejar aquí.


Le noté afectado por todos esos recuerdos y no quise atosigarle más. No tenía ni idea de que hubieran pasado todas esas tristes historias en este planeta que llamamos Tierra, supongo entre otras razones porque en esas fechas yo no había nacido todavía.

Tras esos ocho días de estancia en la cabaña, dejé a Raúl y marché a mis Lares  con la ilusión puesta en empezar el primer grado de periodismo.  Y por supuesto que me propuse dejar de ser tan ingenuo, tenía el convencimiento de que yo no era más que un ser inexperto, sin ninguna capacidad para entender lo convulso que puede llegar a ser el Mundo. Empezaba a ser consciente de que solemos vivir anclados en nuestros propios problemas y no nos damos cuenta de que existen cientos de miles, quizás millones de personas que por razones muy dispares  lo pasan fatal. 

IX



El ambiente de la Universidad era otra cosa muy diferente a lo que estaba acostumbrado. Más libertad de acción, más contacto con los colegas, más intentos de desarrollar criterios, inclusive podían encontrarse pequeños grupos de alumnos  con reacciones críticas hacia la sociedad o la misma Universidad.

La libertad de acción llevaba implícito el ser responsable de tus propios actos y del gobierno de tus estudios. Todo ello me favorecía dado mi carácter. Me encontraba bien en ese ambiente y poco a poco fui superando los sesenta créditos de mi primer grado, a base asistencias a clase, horas de estudio, trabajos académicos, seminarios,  proyectos y horas exigidas para preparación y realización de exámenes.

En resumen, un éxito en mi primer año en la Universidad. Cierto que ello llevaba implícito un considerable esfuerzo pues no me quedaba otro remedio que compaginarlo con mi trabajo en la panadería. Lamentablemente tuve que dejar el taller de escritura, no había tiempo para más.

Ya en casa, se mostraban más tranquilos y conciliadores, empezaban a creer en mí. No les quedaba otro remedio, los resultados cantaban. Claro que siempre el pesado de mi padre tenía que  salir con sus lindezas:

     Bien, bien, veo que lo llevas bien… pero está por ver si tanto estudio te va a servir para algo, demasiados estudiantes para tan poco trabajo de periodismo… ¿Sabes que solo un mínimo porcentaje de los que acaban la carrera consiguen colocarse en un periódico o un medio de comunicación?… yo de ti me lo pensaría…

Pero yo ya estaba acostumbrado, no necesitaba para nada sus digamos consejos. Lo verdaderamente relevante era que acababa de cumplir veinte años, entraba en una nueva década. Ni idea de lo que me depararía el inmediato futuro, aunque eso sí, el hecho de ser un veinteañero me iba a dar mucho más empaque, es así como lo percibía.

Claro que el estar tan abstraído por lograr mis objetivos, no me hacía olvidar a Raúl ni a mis ganas por volver a su cabaña. Ya se estaba convirtiendo en un ritual. Aquel verano, decidí no molestar más a Antonio, simplemente al llegar a Mozarrejo le saludé y le dije que ya me atrevía a llegar yo solo a la cabaña.

Coloqué mis cinco sentidos en cada paso que realizaba por las sendas de aquel bosque, intentando recordar las encrucijadas y fijándome en todos los detalles del recorrido que figuraban en mi memoria. Fue más fácil de lo que imaginaba, todo salió bien y logré mi objetivo. Que curioso, que pese a estar totalmente desconectado del exterior, Raúl siempre presintiera mi llegada. Así me lo hizo saber tan pronto llegué a su altura. Se lo comenté y el me sorprendió con una de sus clásicas frases un tanto extrañas:

     La soledad no existe en estos parajes… el silencio ayuda a despertar los sentidos, la intuición es algo real y que se desarrolla si tu mente se encuentra preparada.

     Perfecto Raúl… pero como siempre no te pillo a la primera.

     Me acabas de decir que has llegado hasta aquí solo, sin ninguna ayuda. ¿Cómo lo has logrado, con un GPS?

     Pues no, ya sabes que aquí no hay cobertura…

     Tu mismo lo acabas de decir, aunque no te hayas enterado…

     Bueno, la verdad es que he estado muy concentrado, avanzaba y procuraba dejar señales por si me despistaba, pero no ha hecho falta retroceder, todo ha salido a la primera.

     Bien… por tu semblante, parece que bienes con otro pasaporte en la manga…

     Ni más ni menos, primer grado en el bolsillo.

     Perfecto… te eximo de que me presentes más pasaportes, te has ganado toda mi confianza. Quedas nombrado ciudadano de este bosque. 

Nos reímos con ganas tras el abrazo de rigor. Era de esperar que el nombramiento de ciudadano del bosque, llevara incluido la venia por estar allí todo el tiempo que quisiera.


La estancia esta vez se prolongó dos semanas y pudiera haber sido más días, pero decidí que ya estaba bien así. Por supuesto que en ese tiempo  aproveché la más mínima ocasión para avanzar en el conocimiento de su vida, como aquella tarde que le pillé un tanto taciturno mientras se preocupaba de dar de comer a las gallinas. Raúl era un hombre perfectamente adaptado a ese medio y parecía gozar de excelente salud, claro que ya tenía setenta y cinco años y eso era algo que por lo menos a mí me preocupaba...


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