Una de las pocas cosas que nos ha “regalado”
el confinamiento, es el tiempo. Dicen que el tiempo es oro siempre que lo sepas
aprovechar. Vivimos una época donde las redes sociales vienen a ser lo que
antaño era contar historias al calor de una lumbre, o buscar fantasmas
traspasando la tapia de un cementerio.
Hemos dejado de un lado lo local y próximo
que no dejaba de ser entrañable, para adentrarnos en lo global y por lo tanto
virtual, y tenemos tiempo, mucho tiempo. Pese a pertenecer a una generación,
donde ni de lejos podíamos soñar en los avances tecnológicos y de comunicación
que ahora tenemos, si que algunos hemos aprendido a movernos por las redes.
Es tanto lo que podemos ver, leer, que no
nos queda más remedio que usar el filtro que nos ofrece la particular manera de
conceptuar la vida. Este criterio nos ayuda a eliminar mucha “basura” y a
quedarnos con todo aquello que nos inspira y ayuda. Es alentador comprobar, que el pensamiento
nunca es único y que no se está solo en el amplísimo espectro de las ideas y
las emociones.
Dado
que en la actualidad nos ocupa la “maldita” pandemia… me he atrevido a recoger
de las redes esta reflexión:
“Muchos tienen prisa por volver a la
normalidad, pero creo que deberíamos usar este tiempo para reflexionar que
partes de lo que antes era normal queremos volver a repetir. La vida nos ha
dado la oportunidad de una pausa para cambiar todo aquello que nos estaba
haciendo daño y orientarnos hacia algo mejor, responsable y sustentable”.