Ayer no fue un buen día, sufrí un “pajarón mental” o lo que es lo mismo
un bajón anímico, que consiste en tener la cabeza en los pies y los pies en la
cabeza. Me lo merecía después de un mes mostrándome positivo y optimista. Me
levanté con mala cara y el carácter cruzado. Sin saber bien porqué estaba
serio, taciturno, cansado física y mentalmente, derrumbado, harto de escuchar
las mismas palabras en los medios informativos, de contabilizar cada día los
fallecidos, los contagiados, los recuperados, la economía, harto del COVID-19.
Sobre las 20 horas, resuena en el aire la canción de moda “Resistiré”,
ni siquiera me asomé para escucharla. He
de reconocer que me duró ese estado hasta el anochecer.
Cuando estás de bajón cuesta
reflexionar, escuchar, atender, solo te centras en tu estado emocional, sin
acertar a saber que puedes estar preocupando a tus seres queridos, que los
puedes perjudicar…pero se debe entender que todos tenemos derecho a flojear.
Por suerte, y a mis años ya estoy avezado y acumulo una cierta
experiencia, no es la primera vez en mi vida que me ocurre algo parecido, y he
aprendido. Tengo un pequeño secreto que contar: Guardo en un baúl y procuro que
nunca falten, ciertas dosis de paciencia, ánimo, empatía, fuerza y esperanza de
que lo que nos preocupa acabe pronto. Consiste el truco, en que antes de ir a
dormir tomes una pequeña porción de todo ello y a descansar. Al amanecer, te
levantas con todo el ánimo renovado, dispuesto a seguir adelante porque hacia
atrás ya es imposible. El devenir, es algo que se construye día a día y nuestra
misión es seguir en pié, por tu propio bien y el de los demás.
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