domingo, 26 de abril de 2020

(La verdad) Después de seis semanas


   Hoy me he levantado pensando en una palabra que suele ser altamente contradictoria pues a veces es fácil de entender, pero también es difícil de saber. Puede pesar como una losa, o ser tan liviana como una pluma. Puede ser transparente u oscura. Se muestra con alegría o se esconde en lo más recóndito de tu ser. Es fuerte y difícil de destruir, aunque parezca débil. Suele salir siempre a flote, no importa el tiempo en que está hundida. A veces hay que tirar de ella oculta en el más profundo de los pozos. Por ella se han llegado a jugar la vida, aquellos que siempre la han defendido. Son muchas las veces que molesta su interés. Se la tapa, se la esconde, se la camufla con falsedades. Se la disfraza con turbias imaginaciones. Suele ser defendida por valientes y ocultada por miserables. A veces duele, otras alivia. Cuando produce demasiado dolor, se suele tapar por piedad. Cuando produce demasiado temor, se suele ocultar por precaución. Pero por mucho que se la vilipendie, se la oculte tarde o temprano reluce, porque la verdad es única. 


   Y pensando es esta palabra, en relación al COVID-19, tengo claro que no nos dicen todo lo que saben. Son ya meses desde que se supone salió el primer foco de la infección, y no me trago que en todo este tiempo y con los innumerables avances en investigación de laboratorio, no se haya tirado del hilo hasta descubrir, la verdad. ¿Los motivos por los que posiblemente se oculta esa verdad?,  es de suponer que son por algunas de las razones que aparecen en la primera parte del escrito. 


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