Hoy me he levantado pensando en una palabra que suele ser altamente
contradictoria pues a veces es fácil de entender, pero también es difícil de
saber. Puede pesar como una losa, o ser tan liviana como una pluma. Puede ser
transparente u oscura. Se muestra con alegría o se esconde en lo más recóndito
de tu ser. Es fuerte y difícil de destruir, aunque parezca débil. Suele salir
siempre a flote, no importa el tiempo en que está hundida. A veces hay que
tirar de ella oculta en el más profundo de los pozos. Por ella se han llegado a
jugar la vida, aquellos que siempre la han defendido. Son muchas las veces que
molesta su interés. Se la tapa, se la esconde, se la camufla con falsedades. Se
la disfraza con turbias imaginaciones. Suele ser defendida por valientes y
ocultada por miserables. A veces duele, otras alivia. Cuando produce demasiado
dolor, se suele tapar por piedad. Cuando produce demasiado temor, se suele
ocultar por precaución. Pero por mucho que se la vilipendie, se la oculte tarde
o temprano reluce, porque la verdad es única.
Y pensando es esta palabra, en relación al COVID-19, tengo claro que no
nos dicen todo lo que saben. Son ya meses desde que se supone salió el primer
foco de la infección, y no me trago que en todo este tiempo y con los
innumerables avances en investigación de laboratorio, no se haya tirado del
hilo hasta descubrir, la verdad. ¿Los motivos por los que posiblemente se
oculta esa verdad?, es de suponer que
son por algunas de las razones que aparecen en la primera parte del escrito.
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