Hoy me he levantado como el día, nublado,
tristón, aburrido. Apático me he sentado en el sillón, mi colega peludo lo ha
notado y se ha tumbado a mis pies con su cabeza pegada al suelo y la vista
perdida. Lo primero que se me ha ocurrido ha sido comprobar el “parte de guerra”:
Hoy en los diferentes frentes del conflicto nacional, han caído 743 y son multitud los heridos. Pero es que esto
no es una “guerra civil sino mundial”… no me quiero ni imaginar que dure cinco
años como la última.
Si antaño se generalizó la industria bélica,
ahora está pasando lo mismo, solo que en vez de producir a toda marcha bombas,
tanques, aviones etc. para combatir al enemigo, todo se centra en fabricar
equipos de protección como batas, mascarillas, guantes, respiradores. Inclusive
estamos inmersos en un “toque de queda” porque el enemigo acecha. Un enemigo
traidor, invisible e imprevisible. Un enemigo que cuenta con aliados entre
nosotros los afectados, que se encargan de distribuir bulos, para desorientar a
todos aquellos que estamos pendientes de ver como acaba esta “guerra”. Sabemos
que como ocurrió antaño tenemos la inestimable ayuda de los científicos, eso
por lo menos tenemos que pensar que es cierto. Ellos, se están encargando de
crear la “vacunatómica” que haga agachar la cabeza de una vez al enemigo.
Mi mente obnubilada se estaba recreando en
este escenario, hasta que mi perro dijo basta, se levantó de un tirón, me dio
un par de lametazos y me indicó claramente que ya estaba bien, que era la hora
del paseo. Salí al exterior, ya las nubes se habían disipado, el sol entraba
con fuerza y el silencio permitía percibir nítidamente el trino de los pájaros.
Entonces pensé que la vida estaba presente por lo menos para lo que tenemos la
suerte de no haber caído en desgracia, todavía… y que no era justo mostrarme
triste cuando son muchos los que están luchando en el “frente”, unos intentando
sobrevivir y otros anudándoles a conseguirlo… y en honor de todos ellos decidí
recuperar la sonrisa.
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