viernes, 24 de abril de 2020

(La incertidumbre) Después de cinco semanas y pico.


   Bueno, parece que por lo menos la famosa curva se aplana con tendencia a la baja, el próximo lunes ya los niños podrán salir al exterior, las muertes ya son menos, los contagios también y las recuperaciones superan a los contagios, eso nos dicen… “pero”, cuando se dispara esta conjunción adversativa, es señal de que dista mucho que la historia acabe en los próximos días.

   Recuerdo cuando era niño, que deseaba que llegaran las vacaciones, había una fecha exacta para ello, podrían tener ganas o algo de ansiedad, pero la certidumbre era total. Lo mismo nos ha ocurrido con infinidad de situaciones donde una fecha clara nos esperaba para ofrecernos un acontecimiento.

    “Pero” lo “peor”, curioso que las mismas letras formen dos palabras desagradables, es que la incertidumbre nos tortura, porque representa la falta de un conocimiento seguro.

¿Cuando podré acercarme, abrazar, besar a mis seres queridos? que ahora parecen haberse anclado en la distancia. ¿Podré ir al cine con normalidad, pasear con normalidad, comprar con normalidad? ¿Podré ir de vacaciones con normalidad? ¿Trabajar con normalidad? ¿Podré vivir con normalidad? ¿Cuánto durará esta situación? ¿Nos dicen la verdad, toda la verdad, media verdad, ninguna verdad? ¿De donde salió este virus? ¿Lo conocemos, mucho, poco, nada? ¿Se habrá instalada para siempre en nuestras vidas, será solo estacional, lo controlaremos con vacuna o sin vacuna?...INCERTIDUMBRE TOTAL…


   Lo que si tengo claro, es que pese a las extrañas circunstancias que nos ocupan, nada ni nadie podrán borrarnos de nuestra cara una sonrisa, un gesto amable o la esperanza, siempre que no nos olvidemos de que estos pequeños pero  grandes elementos también forman parte de nuestra existencia.


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