lunes, 20 de junio de 2016

Novela: "El Foraster" Parte 14

Castellón, cuarta semana del mes de Octubre 2015

   ...La noticia ya es dada, y la alegría de mi madre inenarrable… las cosas por aquí abajo, tal como ella presentía habían cambiado y eso nos iba a permitir dar un importante giro a los acontecimientos. Contábamos con la colaboración del consistorio de Almassora, con la ayuda de los miembros de la Recerca y por si fuera ello poco, desde el Ayuntamiento de Castellón también estaban dispuestos a echarnos un cable. Solo cabía tener algo de paciencia, esperar al pleno que debía de otorgar legalidad al proyecto, y arreglar el asunto más peliagudo que sería convencer al propietario del terreno donde estaba ubicada la fosa para que nos permitiera excavar.
  Decidí permanecer en Castellón y desde aquí mismo me puse en contacto con el periódico donde había trabajado por si les interesaba la noticia… la verdad es que no demostraron demasiado interés. Quienes si estaban dispuestos a poner “toda la carne en el asador” y ayudarme en consecuencia, fueron los miembros de las diferentes asociaciones de excombatientes de la república sitas en Toulouse, y que pese a disponer de pocos supervivientes de la contienda, si que su legado había sido debidamente transmitido y continuaba vivo en el recuerdo… Por otra parte existe la poderosa influencia de mi madre, ella sí una superviviente y nunca mejor dicho, capaz de movilizar todavía a quien fuera necesario para conseguir por fin su añorado proyecto de localizar los restos de su padre.
   Faltaba tan solo organizar el tema económico, el equipo de trabajo, avisar al forense  y al laboratorio para cotejar las muestras de ADN, que ya obraban en nuestro poder provenientes de miembros de las cuatro familias afectadas… Pero antes de movilizar nada, era necesario tener los permisos y sobre todo hablar con el propietario del terreno. Lo que sí hice fue avisar a los implicados en el proyecto y tenerlo todo preparado.
   A la semana de haber hablado con Mónica la concejala del ayuntamiento, ya teníamos la aprobación del pleno…Los documentos obraban en nuestro poder y solo faltaba la definición del propietario del terreno para que nos dejara trabajar. Teníamos su nombre, la dirección y los papeles en la mano con los pertinentes permisos judiciales y municipales. Intentamos ponernos rápidamente en contacto con él, se trataba de Oriol Martí uno de los más grandes mayoristas de la zona, propietario de innumerables huertas y de la empresa “Citronja” exportadora de cítricos a todo el Mundo. No fue fácil localizarlo, es más no se quiso poner en contacto con nosotros… Conseguimos no obstante, una cita en el local de su empresa con uno de sus hijos y copropietario del negocio que accedió a recibirnos.
   Llegamos al polígono donde estaba ubicada la empresa, curiosamente en la misma carretera que unía Castellón con Almassora y no muy lejos del lugar donde se encontraba la supuesta fosa con los restos que buscábamos. Dimos nuestras credenciales en recepción y esperamos en la sala de visitas a que nos atendieran. Al poco rato llegó hasta nosotros un hombre elegantemente vestido y encorbatado, con su escaso pelo bien cuidado y algo engominado, de presencia estirada. Me fijé también en sus zapatos de un reluciente color negro. No era el prototipo de persona fácil de conocer por su apariencia digamos que artificial. Debería de tener 50 años largos, lo que daba idea de la edad que tendría su padre. Nos recibió con amabilidad e invitó a que pasáramos a su  despacho. Mónica la concejala y Jaume de la Recerca me acompañaban en el evento.
  Tras presentarnos, nos acomodamos, esperamos a que se sentara y me dispuse a hablar:

    Sr. Martí… creo que no hace falta que le expliquemos el proyecto, debe de ser de sobra conocido por todos los precedentes que existen.
    Está usted en lo cierto…
    Bien… algo ha cambiado, esta vez no hemos encontrado ningún impedimento en el consistorio y se ha obtenido la aprobación al proyecto, pero es debido contar con su permiso para trabajar en la localización de la fosa…por eso estamos aquí.
    Bueno, no soy yo quien debe de darles el permiso… sino mi padre.
    Ya… pero según parece, no tiene ningún interés en recibirnos, por lo que rogaríamos su colaboración.
    Tienen mi colaboración… por eso les he recibido.
    Eso no parece ser suficiente pues…
    No… está claro que no es suficiente, lo siento.

   Se produjo un instante de silencio, como si se hubiera obrado un enorme punto muerto difícil de erradicar… la conversación parecía no tener sentido. Mónica se dispuso inmediatamente a echarme una mano.

    Sr. Martí… desde el ayuntamiento no ponemos ninguna objeción al proyecto. Esta historia debe de finiquitarse, son 77 años de interrogantes, es necesario comprobar si están ahí los restos y acabar de una vez para tranquilidad de todos.
    Entiendo su posición… pero yo personalmente no puedo hacer nada.
    Entonces… ¿por qué nos ha recibido?
    Porque  su ayuntamiento nos lo ha requerido.
    Bien… sabe que podíamos impulsar el caso vía judicial, pero entienda que es mejor evitar todos esos trámites y tener entonces que perder mucho más tiempo.
    Insisto…no soy yo quien puede y debe darles el permiso… ejerzan la vía judicial, si así lo prefieren.

      Jaume asistía al diálogo callado y observando… pero llegado el momento entendió que él también debía de intervenir.

    Sr. Martí… llevamos muchos años detrás de este caso… no apelamos por lo legal sino por lo humanitario. La Srª  Molina tiene 96 años y aún vive con el deseo de encontrar los restos de su padre, al igual que el Sr. Charrón su nieto aquí presente. El mismo deseo lo transmiten las familias de las otras tres personas cuyos restos mal reposan en la fosa, todos ellos merecen ser reconfortados… No entendemos porqué tanta obstinación por parte de ustedes, por lo menos merecemos saber la razón.
    ¿Nunca mi padre se lo ha explicado…?
    No entendemos su pregunta… su padre nunca nos ha querido recibir.
    Bien… eso puedo explicarlo yo, quizás entiendan entonces. Mi abuelo, ósea el padre de mi padre, para que quede claro, lo mataron los republicanos durante el principio de la guerra civil… tan solo por ser un terrateniente.

  Todos nos quedamos callados, pensativos. Me decidí a romper el silencio y apelar al sentido común.

    Sr. Martí… la guerra civil fue horrible, como todas las guerras. Se cometieron muchas injusticias, como en todas las guerras. Su abuelo no mereció tener ese final como tampoco el mío. Uno era un terrateniente, el otro un enfermero del Hospital provincial. Que culpa tendrían ellos de que se declarara una guerra… ninguna, como seguro las otras tres personas que supuestamente se encuentran en la fosa. Todos somos víctimas, todos… los que murieron y los que todavía existimos… Ya no se trata de bandos, sino de reparar en algo esas injusticias. Permítame esta pregunta: ¿Dónde reposan los restos de su abuelo?
    En el cementerio claro está… en nuestro panteón familiar para más señas.
    Lo ve… ¿puede ahora entenderlo?... Dos injusticias, dos, pero no es mayor injusticia que los restos de mi abuelo estén abandonados en una fosa al borde de la carretera sin ser reconocidos… a mí también me gustaría que reposaran no ya en un panteón sino en un simple nicho, aunque nada más fuera para que mi madre pudiera depositar una rosa en él.

   Martí hijo se mostró aparentemente impertérrito ante mi locución, ni siquiera pestañeó… pero solo hacía falta mirarle a los ojos para entender que las palabras que yo acababa de pronunciar no habían caído en saco roto. Tras unos instantes de incertidumbre por parte de todos, él se dispuso a responder.

    Les he escuchado… a todos. Créanme que entiendo su postura, pero va a ser difícil convencer a mi padre, tiene verdadera inquina a esos recuerdos, no quiere hablar ni saber nada de ellos. No obstante intentaré convencerle, veré como se lo enfoco… personalmente, que sepan que yo no tengo ningún inconveniente en que se abra esa fosa, pero las circunstancias son las circunstancias. Por mi parte, si hubiera alguna novedad se la haré llegar.
    Haga todo lo que esté en su mano Sr. Martí…no sabe cuanto se lo agradeceremos.

   Cortésmente nos acompañó hasta la puerta de salida y se despidió… su rostro no parecía transmitir ninguna emoción, al contrario que los nuestros. Nos quedamos con la incógnita de saber si cumpliría su palabra. Solo quedaba esperar un tiempo prudencial, porque para realizar un requerimiento judicial siempre estábamos a tiempo...


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