miércoles, 15 de junio de 2016

Novela: "El foraster" Parte 9

Pedrafosca, cuarta semana del mes de Octubre, 2015

   ...Ya van dos días que Paco no aparece en el banco de piedra, ni por la tasca, algo que no es habitual. Sus congéneres en el juego, algo menos carcamales, no tienen ni idea de donde para…  El pueblo está solitario y baldío, los veraneantes hace días que ya se han ido y tan solo quedamos unos pocos, los de siempre. La calma peina el aire, solo las mortecinas hojas de los plataneros se mueven al compás del tibio aire de la mañana, prestas a soltarse cara al suelo para crear una alfombra otoñal. El silencio embriaga los oídos creando un coro de melancolía que va dejando paso a la paz interior. Por eso me quedo en el pueblo, es el marco ideal para que fluya las ideas recreadas por la imaginación.
   Pero el trabajo que estoy haciendo no tiene nada que ver con la imaginación…muy al contrario quisiera que fuera real y crudo, no como hasta ahora que no es más que una mera recopilación de datos que ya todos, o casi todos sabemos. Me armo de decisión que no valor, para acercarme a la casa de Paco y picar a su puerta… que está abierta como siempre, sin temor por parte de él de que entren indeseables. La empujo levemente y voceo con decoro… no contesta. Repito el voceo con algo más de vehemencia sin resultado alguno… no está en casa.
   Me siento en su banco de piedra, apoyo mi espalda en el respaldo de la fachada y hago como él, perder la mirada en el fondo de encinares y pinos en la ladera del monte justo enfrente, a unos cientos de pasos si apetece andar pendiente arriba. No pienso en nada… solo me dejo ir… y de repente, aprecio una figura sentada sobre una roca bajo la sombra de un cerezo justo en el camino que va a los huertos. Arrugo la nariz, adelanto un tanto la mirada como para escrutar la imagen… sí, sin duda es Paco. Decido acercarme, no se me puede escapar… lo hago con tiento como haría un cazador ante su presa, temeroso de que esta escape si no eres sigiloso. Claro que en el caso de Paco es fácil, sus pasos vacilantes no le harían llegar muy lejos, temo más a su mente que es ágil como las ardillas y esta si que se me puede escapar.
   Me ve llegar desde la distancia, justo al doblar un recodo del angosto camino que circula serpenteante sobre una ligera pendiente. Ni se inmuta… no tardo en notar que está taciturno, con un ligero asomo de tristeza… él deja que me acerque. Le saludo y me siento a su lado sin decir nada, pero no tarda en romper el silencio con una frase lánguida en cuyo tono se aprecia mis presentimientos.

    ¿Qué quieres…?
    No quiero ser pesado, ni romper tu intimidad...
    No lo haces…
    Me permites… que siga aquí, a tu lado.
    Has llegado… no me molestas, de momento.
    Si quieres desaparezco… pero si de algo me conoces, sabes que soy algo tozudo y no me gusta dejar las cosas a medias.
    Te conozco Roberto… se que eres de fiar, por eso accedo a que me des el coñazo.
    Te noto algo tristón… ¿Qué te pasa?
    ¿Eso importa?
    Bueno… a mí me importa.

   Paco me mira de refilón moviendo el tronco y la cabeza en un claro gesto de escepticismo… toma su cayado lo apuntala entre su barbilla y el suelo cerrando la empuñadura con ambas manos, permanece sentado pero con claros signos de querer marchar…trato de impedírselo.

    Espera Paco, no te vayas por favor… aquí estamos lejos de las miradas.
    Algo ingenuo eres… ¿no crees?
    Del todo Paco, del todo… y que demonios importa eso,
    Cierto… no debería importarnos.
    Vale… pues permíteme que continuemos.

   Movió ligeramente sus glúteos ajustándolos otra vez sobre la piedra, relajó sus brazos y osciló el cayado con ambas manos, luego lo dejó caer entre sus piernas… Me dejaba continuar, enseguida pensé en seguir su propio guión sin entrar en matices, era una buena manera de continuar el proceso.
    Estábamos en que tras cerrar la fábrica textil en Pedrafosca, te fuiste a vivir dos años a la ciudad y luego volviste…    
    Estábamos…
    Vale… pues supongo que ese detalle, cerrar la fábrica, debió significar cambios importantes en el pueblo.
    Cierto…paulatinamente la gente desertó al igual que yo en busca de oportunidades… otros se quedaron en el pueblo, incluso iban caminando hacia pueblos cercanos para trabajar en lo que fuera… pero la consecuencia es que el pueblo terminó jodido. Cuando yo volví al cabo de dos años esto estaba más que vacío.
    ¿y como te las apañaste entonces?
    Volví a residir en la misma casa que aún vivo, aquella que me alquiló el patrón del Far y que más tarde  pude comprar… No me quedaba más recursos que cultivar la tierra e ir puliéndome los ahorros que me quedaban.
    ¿Duró eso mucho tiempo?
    Lo justo y suficiente…
    ¿Qué quieres decir? 
    Bueno… poco tiempo después, no tardaron en venir los veraneantes… gente pudiente de las ciudades limítrofes, algunos de ellos con antecedentes familiares en el pueblo, gente que les había ido mejor que yo tras las deserciones una vez se agotó el filón de la fábrica, o foráneos que se podían permitir el lujo de encontrar otra residencia para pasar los fines de semana o el verano.
    Y…
    Pues que los espabilaos del pueblo vieron en ello otro filón… especializarse en reacondicionar las viejas casas, o construir otras… y claro, no te olvides que yo aprendí a manejar y trabajar la piedra seca en el Far… No es fácil hacer muretes para sujetar los bancales, solo con tus manos y encajando las piedras sin cemento ni cal alguna… anda ve y observa las muchas que aún quedan en pie repartidas por todo el monte…
    Las he visto, tú lo sabes… como sé que no tardaste en apuntarte al negocio.
    Claro… primero ayudando a otros, después con mi propia cuadrilla.
    Lo que me llama la atención… y te hablo claro, es que otros se han forrado y tú… en absoluto, además tenías fama de mal empresario, eso dicen…
    Ya empezamos… ya me quieres tirar de la lengua…no me jodas Roberto… hasta ahora íbamos bien.

   Encogí el estómago en un acto instintivo, interiormente sabía que había puesto el pié en ese terreno donde es fácil resbalar… tenía que arreglar pronto el desaguisado… era conocedor y en positivo de muchas cosas sobre el pueblo, habladurías que yo no había experimentado, pero que las mismas evidencias demostraban su certeza… solo había que ser mínimamente experto en conocer la naturaleza humana y observar como se comportan las personas para entenderlo… Paco era un tipo noble y hasta diría que idealista, con un primer pasado de origen incierto y al que todos en el pueblo le seguían mentando como “el foraster”, precisamente porque nunca se había integrado en las insondables triquiñuelas de la comunidad, lo que hacía que para muchos siguiera siendo un elemento incómodo… por otra parte se que es una buena persona y claro, este raro espécimen de seres humanos suelen ser solitarios y bastante enigmáticos.   ´

    Perdóname Paco, se que no quieres entrar ahí… sigamos.
    Sigamos…pero sin dar nombres…Te diré Roberto, que yo jamás ayudé a la prevaricación del que mandaba, ni cobré comisiones del poder aquí en el pueblo por realizar obra alguna, ni inflé presupuestos, ni engañé, ni robé ni especulé con nada…siempre fui fiel a los presupuestos aún a riesgo de equivocarme…y sobre todo pagaba bien a mis empleados teniéndoles siempre asegurados…eso tenía un precio y lo pagué con envidias y zancadillas, estaba comprometiendo a más de uno… ser justo no estaba de moda…si, es cierto… de ahí debe de venir esa fama que me achacan…

   Noté que Paco se crispaba… estaba  apretando con fuerza la empuñadura de su cayado a la vez que miraba desafiante a las casas del pueblo… sí, estaba enfadado y a la vez desahogándose a su manera…intenté calmarle cambiando el tema.

    Bien, Ayudante de constructor, luego constructor y después ¿cuando te jubilaste…?
    Labriego para mantenerme y también para vender patatas, lechugas, tomates  y demás a la tienda del pueblo o a los veraneantes… y tirando de los ahorrillos, como siempre.
    ¿Y cuando dejaste de trabajar en los huertos…?
    Pues no hará mucho de eso… justo cuando me dí cuenta de lo mucho que cuesta levantarse…Cuando lo hago me dedico a colocar a sitio desde el meñique del pie a la punta de las orejas… bien te digo que faena trae ese menester… luego tengo que poner en marcha la maquina de andar… y te digo que cuesta de arrancar. Cuando lo consigo pues ya sabes… me gusta echar la partidita… y el resto del día lo dedico a observar como se acerca la parca.
    Bueno… ya sabes Paco, la parca nos llega a todos y es tan puñetera que nunca sabemos donde está.
    Unos la tienen más cerca que otros…
    Eso no quiere decir nada…a todos nos puede pillar desprevenidos, sin importar la edad.
    Cierto es… pero porqué cojones nos ponemos transcendentes ahora.
    Has sido tú el que has mencionado la parca…
    Razón tienes ¡pardiez!...
    Pues ya está… esto se ha acabado… pero te voy a decir una cosa Paco, ha sido una mierda de entrevista…nada nuevo bajo el sol.
    Pues sí que te valoras poco…
    Precisamente porque me valoro no pienso entregársela a Lucía…
    Allá con tus cuitas… el problema es tuyo.
    Pues como es mi problema… lo voy a resolver.

   Se hizo un extraño silencio… me encontraba con el ánimo algo cabreado por mi fracaso. Curiosamente mi rostro, mis formas debieron de ofrecer una cierta hilaridad a quien antes parecía postrado en un asomo de tristeza porque de repente Paco se tronchó a carcajadas…de tal manera que me hizo contagiar de las suyas y ambos acabamos por partirnos de la risa… Cuando llegó la calma, miré a los ojos de Paco a la vez que pensaba: — te he pillado—...


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