jueves, 2 de junio de 2016

Meditaciones: " La Semilla"


   Cuando mejor se comprende el alcance de las metáforas, es si las puedes contrastar con hechos evidentes. He aquí el ejemplo: Hace un año alguien me dio una sola semilla de tomate, fue como una especie de apuesta en un momento de jolgorio, me dijeron, “de esto pueden salir cientos de semillas”. Bien, tomé la única semilla y la guardé en un sobre pequeño y bien cerrado. A principios de Abril descubrí en un cajón la semilla, me dije, “Porqué no, la voy a sembrar”, así que la coloqué enterrada a dos centímetros de un tiesto bien grande.  Pasaron dos semanas sin respuesta alguna, ya casi me olvidaba de ella cuando descubrí como dos ligeras hojas se abrían paso entre la capa de tierra. Por la posición, sin duda era la semilla de tomate que había por fin germinado.
   Han pasado más de dos meses de proceso lento y continuo, las hojas se han multiplicado, el tallo se ha hecho fuerte y resistente y tras crecer la planta unos treinta centímetros ya se aprecian varias flores del fruto, que a buen seguro pues las cuido, serán espléndidos tomates de los que podría extraer montones de semillas.

    Esto me ha hecho recordar una anécdota que le ocurrió a un conocido mío. Es funcionario de Hacienda. Cuando ganó las oposiciones le destinaron a una determinada delegación. Es una persona plácida, paciente y muy responsable, a la vez que amable en el trato. Total, que fiel a su carácter se dedicó a atender a la gente de la mejor forma posible detrás de su mostrador. Los compañeros, me contaba, empezaron a mirarlo con recelo, hasta que por fin uno de ellos se le acercó y le dijo: “Chaval, frena un poco que nos estás poniendo en evidencia”… Pero cabezón él no se arredró y siguió a lo suyo, hasta el punto de que se le multiplicaba el trabajo, pues la gente procuraba arrimarse a la parcela de su mostrador…Pasó una mala época, no solo por el trabajo sino por la pésima respuesta de sus compañeros que acabaron por marginarlo.

   Pero fue al cabo de unos meses, cuando ocurrió algo que cambié el rumbo de los acontecimientos. Llegó una nueva responsable de área, que no tardó en observar el panorama, y le faltó tiempo para llamar al orden a quienes racaneaban en su función. Mi amigo no tuvo que hacer nada más que seguir en su línea, el provocó el contraste. Al poco tiempo pareció que germinaba su natural esfuerzo pues le aflojó el trabajo, al tiempo que los demás se responsabilizaban de su labor. Me acabó contando que gracias a lo que fuera, el ambiente se relajó hasta el punto de que ya existía un buen “rollo” en esa delegación de Hacienda.

Bien… para que germine una semilla es necesario: agua, sol, aire, buena tierra… y sobre todo perseverancia y buen trato para evitar que las malas hiervas proliferen y ahoguen el crecimiento del fruto. Una buena semilla siempre provoca su multiplicación, ocurre que su crecimiento suele ser lento, muy lento.


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