Toulouse, a
finales de Noviembre, 2015
...Martí
hijo se alejaba con pasos firmes y decididos del lugar… giré mi vista hasta el
hoyo número uno marcado con cintas y varillas tras haber sido ampliado tras la
nueva excavación, allí perfectamente alineados, uno junto al otro, como si
hubieran sido colocados con algún signo de decoro, se encontraban los cuatro
esqueletos. Los voluntarios no paraban de cepillar con sus pinceles los huesos
y su periferia con sumo cuidado en busca de ansiados vestigios que no tardaron
en aparecer… Es curioso como la ropa se desintegra con el tiempo, solo los
huesos y escasos efectos metálicos suelen perdurar. Alguna moneda, dos anillos,
trozos de plomo que seguramente debían pertenecer a las balas que quedaron
incrustadas en los cuerpos y varios botones. Tan pronto uno de los voluntarios
hizo una señal de haber encontrado uno, me coloqué raudo a su lado para
comprobar si tenía algún parecido con el que yo tenía en mi poder. El
voluntario puso esmero en limpiarlo con sumo cuidado y hubo suerte, era
posiblemente de nácar y con un tamaño y posición de los orificios muy similar
al que madre en su día me entregó como
muestra…
Mas tarde llegó
el forense junto al juez, realizaron varias fotos del lugar y sin más nos indicaron
que realizarían el pertinente informe a la espera de que las pruebas pudieran
determinar la identidad de los fallecidos… También llegó el profesional del
laboratorio que habíamos contratado para que recogiera muestras de los huesos o
de algún posible tejido todavía existente para contrastarlo con las pruebas de
ADN… Fotografiamos la fosa, los esqueletos y todos los objetos encontrados y
los conservamos debidamente protegidos en pequeñas cajas… Al día siguiente tras
considerar acabados los minuciosos trabajos, dimos por finalizada la
operación... Una vez se hubieron
realizado todos los trámites, tanto judiciales, técnicos como burocráticos, ya
solo quedaba colocar con esmero los cuatro esqueletos en sendas cajas y
trasladarlos a la morgue, donde permanecerían a la espera de que se resolvieran
las identificaciones… Dimos orden al operario de la retroexcavadora para que
rellenara las fosas y aplanara el terreno, dejándolo en parecidas condiciones a
como lo encontramos y marchamos del lugar con la satisfacción de haber cumplido
con nuestro deber.
Semanas más
tarde llegaron las buenas noticias… los anillos encontrados fueron determinantes
para identificar a dos de las víctimas, las pruebas de ADN confirmaron la
identidad de tres de ellas, incluida la de mi abuelo y tan solo una de las
cuatro presentaba dudas, pero que se determinó resolverlas ante los indicios y
la constancia de las identidades de los que en su día fueron trasladados del
hospital hasta el lugar de su ejecución… El juez por fin determinó que se podía
entregar las cajas con el contenido de los restos mortales a sus respectivos
familiares.
Por aquellas
fechas yo estaba en Toulouse junto a mi madre y ambos teníamos claro lo que
hacer con los restos de mi abuelo, serían depositados junto a los de mi abuela
en el nicho del cementerio de Montjuïc en Barcelona, nos pareció moralmente lo
más justo, pero no sin antes brindarle un homenaje público… allí estaban miembros de diferentes organizaciones
relacionadas con la memoria histórica tanto de España como de Francia,
afiliados a partidos republicanos, algunos políticos de signo izquierdista y mi
madre que por supuesto también fue homenajeada… Ya de vuelta a nuestro hogar,
mientras realizábamos el trayecto en coche, tuvimos una conversación mi madre y
yo donde quedó claro por parte de ella que no todo estaba acabado… y eso que yo
pensaba todo lo contrario… deseaba tanto que ella por fin ella estuviera en
paz.
— Hijo…
todavía tienes trabajo…
— ¿A que te
refieres Madre?
— Queda un
Molina por identificar…
— ¿Te refieres
a tu hermano?
— A quien si
no…
— Huf...… ahí
topamos con una dura piedra madre… me temo que no es fácil de resolver ese asunto,
no tenemos tantas pistas como en el caso de tu padre.
— Si que las
tenemos y tú lo sabes…
— Son pistas
muy vagas… ¿Qué sabemos, que sabemos de tu hermano?... que luchó en el frente
del Ebro al final de la guerra…que posiblemente murió…que sus restos junto a
centenares fueron depositados en enormes fosas comunes… que de esos restos la
mayoría fueron trasladados en su día al Valle de los Caídos…¿Qué más que eso
podemos saber?..
— Tenemos esa
foto de la maleta mexicana de Robert Capa que nos confirma que mi hermano
estuvo luchando también en el frente del Segre… y casualidades de la vida
quizás… mira la página de este periódico que ha caído en mis manos.
Me enseña un
periódico de ese mismo día y lo abre en la página indicada… observo el título
del artículo firmado por un periodista sobre los trabajos de una historiadora:
“Nuevas listas de catalanes en el Valle
de los Caídos” y leo algo que en principio ya conocemos: “ El 30 de Mayo de 1958 apareció en la prensa
española un anuncio en el que se informaba de la posibilidad de pedir el
traslado de los restos de familiares fallecidos durante la Guerra Civil , del bando
franquista o del republicano, al Valle de los Caídos. La única condición es que fuesen de
nacionalidad española y de religión católica. Eso excluyó a los combatientes de
las Brigadas Internacionales y a la Guardia
Mora. Muy pocos civiles atendieron a esa demanda y entonces
se decidió el traslado obligado de los fallecidos en el campo de batalla
enterrados en fosas comunes o cementerios. Entre 1958 y 1968, se trasladaron
más de 33.000 cadáveres
(28.000 franquistas y el resto republicanos).
Los traslados masivos de restos se realizaron en camiones militares que los
recogían de las distintas fosas. Los llevaban en cajas de madera de pino para
quince cadáveres, donde se mezclaban los huesos y con unos listados por grupos
que impedía la identificación individual””… Contando que mi tío, el hermano de mi madre fue bautizado y en el caso
de que constase su fallecimiento en combate, cabe la posibilidad de que sus
restos yazcan en el Valle de los Caídos según esa referencia histórica…Sigo
leyendo lo que hasta ahora no me presenta novedad alguna: “Se ha rastreado en los archivos locales y localizado por primera vez
listas de los soldados exhumados y los certificados individuales que se debían
enviar a las familias para informarles del lugar de inhumación en las criptas
de la basílica del Valle de los Caídos madrileña. También se han podido
localizar incluso los papelitos de filiación de cada soldado, que de acuerdo
con una orden franquista se ponían dentro de botellas de vidrio enterradas
junto a los soldados muertos”… Bueno pienso entonces al leer las últimas
líneas — esto si que puede ser interesante—,
mi madre no tarda en sacarme de la abstracción:
— Bien hijo,
¿Qué piensas hacer?
— Poco, poco
se puede hacer creo…
— Pues crees
mal… ya estas tardando en hacerte con esas listas… quizás ahí figure el nombre
de mi hermano.
— Ya… ¿y eso
en que nos puede ayudar?
— Por lo menos
en saber que es allí donde reposan sus restos…
— Flaco favor
el saberlo… aunque encontrara su nombre en las listas, jamás podríamos
recuperar lo que quede de él… y solo tendríamos un mal sabor al pensar donde
está enterrado… personalmente hubiera preferido que sus huesos continuaran
donde en principio se encontraban.
— Pero… es que
no lo sabemos, no sabemos si él murió… solo tenemos sospechas y ninguna
evidencia clara, solo tenemos eso.
— Madre… si él hubiera sobrevivido te hubiera
encontrado, te hubiera buscado hasta en los límites de la tierra, tal como tú
lo estás intentando. El, tú hermano, está muerto o desaparecido, como
prefieras… igual, igual que miles de combatientes a los que no se les ha podido
identificar.
— No hijo
no…no me conformo, quiero estar segura, quiero saberlo antes de que se acaben mis
días en esta Tierra… quiero sacar de mi cabeza ese presentimiento.
— ¿Qué
presentimiento madre?
— Que el está
vivo… o que si ya esta muerto él sobrevivió a la guerra.
— Mamá…está
bien, lo haré por ti… no le des más vueltas buscaré esas listas, ¿de acuerdo?
— De acuerdo
hijo.
— Y digo yo…
¿Qué pasará si tu hermano Vicente Molina Gallén no se encuentra en esas listas?
— Pasará que
no nos hemos detenido, que hemos dado un paso más… que lo hemos intentado y que
seguimos luchando hijo.
— Bien madre…
como tú dices, seguimos en la lucha.
Ya no
hablamos más del tema durante todo el trayecto hasta llegar a Toulouse, dejé a
mi madre en su casa y continué hasta la mía. Estaba claro que mi trabajo aún no
había acabado, no quedaba más remedio que hacerse con esas listas, por la gloria
de mi madre...
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