viernes, 10 de junio de 2016

Novela: "El foraster" Parte 4

Toulouse, a finales del mes de Septiembre 2015

   Han pasado tantos años y queda tanto por resolver…se considera que aún quedan 113.000 desaparecidos de la guerra civil española, muchos de ellos aún están enterrados en cunetas, bosques, junto a las tapias de los cementerios, en el valle de los caídos, en agujeros. Enterrados como si fueran animales,  tan solo se ha conseguido identificar de estos a 6.300 personas. Y desgraciadamente, uno de los que aún no están encontrados es mi abuelo materno José Molina. Su historia es muy similar a la de otras tantas historias, pero no por ello se debe olvidar y mi madre no lo olvida, y por si yo lo hiciera, ella se encarga de recordármelo.
   El era enfermero en el hospital provincial de Castellón, afiliado a la Unió Republicana. Tan pronto estalló la guerra civil y ante el avance de las fuerzas rebeldes, decidió marchar con la columna Casas Sala hacia el frente de Teruel. Su intención no era pelear sino ayudar como sanitario a los posibles heridos. Cuando se estabilizó el frente, decidió volver al hospital pues le llegó la noticia de que allí necesitaban también ayuda. El drama ocurrió cuando llegaron los rebeldes al mando del General Aranda ocupando Castellón, fue a mediados de Junio del 1938. Mi abuelo siguió en el Hospital como si no pasara nada, al fin y al cabo no había pegado un tiro y en cambio ayudó a salvar muchas vidas.
   Pero las insidias, los celos, la mala fe y la maldad están instauradas en todos los estamentos de la sociedad. Un hospital no es una excepción. Alguien puso al corriente a los nuevos mandos de los movimientos de mi abuelo. Lo detuvieron junto a tres más, nos consta que fueron dos auxiliares y uno de la sección administrativa, todos ellos afiliados a partidos republicanos y con antecedentes de haber participado de una u otra forma en el conflicto. En principio debían ser llevados a la cárcel de Castellón, para posteriormente ser juzgados en un consejo de guerra, pero nunca llegaron, se perdieron en una lúgubre cuneta, tal vez. Lo que si se sabe es que fueron ejecutados sin que llegaran a la cárcel. La razón, se ignora, aunque mi madre teme que ella pudo ser una de las causas, pero esa es otra historia que contar.  Los posibles testigos no existen ya, si que hay habladurías y una importante pista que se encontró no hace mucho tras innumerables investigaciones de gente interesada en saber la verdad.  Yo mismo, en tres de mis desplazamientos y antes de conocer esa pista, junto a miembros de la Asociación para la recuperación de la memoria Histórica, sin más recursos que un pico y una pala he ayudado a excavar en más de una cuneta buscando los restos de mi abuelo, aunque sin éxito… En el año 2006, el Gobierno Socialista Español aprobó ayudas públicas de hasta 60.000 euros por proyecto, pero había que hilar fino y no desperdiciar los recursos, es decir, estar muy seguros de donde efectuar el trabajo. No conseguimos que la posible fosa donde mal descansan los restos de mi abuelo estuviera en uno de esos proyectos. Nos quedamos en la cola de espera.
   Y justo cuando parecía que llegaba nuestro momento y habíamos atesorado la suficiente información como para excavar con interesantes medios una zona sospechosa de alojar los restos, justo cuando nuestro proyecto era aprobado y teníamos a nuestro alcance el dinero para pagar al arqueólogo, sus viajes, el hotel, la maquinaria, el laboratorio… el grifo se cerró. Algo que agradecer, que cosas, al cambio de gobierno en España, ni que decir que ahora de derechas.

   Total, a estas alturas de la vida mi abuelo sigue ahí y mi madre me lo recuerda, no quiere morirse sin saber que los restos de su padre descansan en un lugar decente… A todo esto, es fácil adivinar lo que sucedió con la familia de mi abuelo, tuvieron que salir pitando de Castellón con destino a Barcelona. Allí ocurrió otra desgracia. Barcelona, en Marzo del mismo año 1938, sufrió un terrible bombardeo con centenares de víctimas, parecía que no iba a ocurrir más pues los bombardeos se extendieron a las zonas costeras. A finales de Junio, una vez mi familia estaba ya refugiada en la ciudad gracias a unos familiares que les acogieron, apenas unos días de estar instalados, sucedió que mi abuela fue a buscar pan a una de las colas establecidas, cuando un aislado bombardero S.M.81 de la Aviazione Legionaria de Italia, quien sabe si por capricho o porque le faltaba una bomba por soltar tras un misión en la costa, puso rumbo a la ciudad y la dejó caer, con la desgracia que mi abuela estaba allí justo donde explotó… por lo menos sabemos que ella descansa en paz en el cementerio de Montjuïc.  No he hablado para nada en este relato de mi madre y sus andanzas, solo diré que ella no estaba en Barcelona...


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