Toulouse,
Departamento Alto Garona , Región mediodía-Pirineos,
año 2015 Redacción:
La Dépêche du
Midi.
Hoy es mí
último día de trabajo… que ironía, mi último día de un trabajo no terminado,
bueno, así es la vida de un periodista, o así debería ser la vida de un buen
periodista. Me jubilo, pero no de lo que me interesa, ahora puedo ser libre
quizás e investigar en lo que siempre más me ha interesado… por mi cuenta, por
mi real cuenta.
Me ha llamado el director y supongo, porqué
así se ha hecho otras veces, que me rendirán un homenaje… bla, bla, bla, muchas
palabras y el justo sentimiento, un periódico no se detiene, ni ante la
jubilación de un redactor tras muchos años de chupar mesa, noticias, calle y
temas que siempre y sobre todo han de interesar, no a la opinión pública, sino
a los intereses económicos del periódico, es el secreto de la subsistencia...
bueno, no estoy descontento del todo, ellos han respetado siempre mis métodos
de trabajo, digamos que nos hemos sabido compatibilizar sino no hubiera estado
tanto tiempo aquí.
— Querido Jean
Philippe… esto se acaba. Te estamos agradecidos por todos tus servicios, lo
sabes.
— Lo sé
Pierre, lo sé.
— Bien, y
ahora ¿que va a ser de tu vida?
— Bueno… no
niego que voy a añorar todo esto, pero tú sabes muy bien que un buen periodista
nunca se jubila, como sucede igual que con todos los buenos profesionales, los
que se supone adoran su trabajo.
— Y tú adoras
tu trabajo… pero llegó tu tiempo.
— Sí… llegó mi
tiempo.
Tengo 64
años, soy viudo, como lo es mi madre, Eva Molina, por dos veces y que ahora tiene
96 años, ella enviudó hace 72 y ya más recientemente lo hizo por segunda vez… y si pienso que su primer esposo, su gran
amor, murió guillotinado, parecería una historia de la revolución francesa del
siglo XVIII, pero estamos en el siglo XXI y como dando fe de ello, el nombre de
su primer marido está ligado a una estación de metro en el barrio de
Saint—Michel en Toulouse. .
Me llamo
Jean Philippe Charrón Molina, de padre francés y madre española…Yo nací en esta
tierra francesa a la que amo, como adoro a mi madre, todavía llena de vigor
mental pese a su elevada edad. Ella vive sola, aquí en Toulouse, en la que
siempre ha sido su casa, con una asistenta que la ayuda en todas las tareas que
no están a su alcance… y tiene un teléfono que ahora está sonando en mi móvil.
— Jean
Philippe… ¿Cómo estás hijo?, ¿Qué tal tu
último día en la redacción?
— Como va a
ser mamá…te lo puedes imaginar muy bien.
— De que sirve
imaginar… eso es cosa de los que imaginan. Pero tu no imaginas tu persigues las noticias, ¿verdad hijo?
— Si mamá… lo
sabes.
— No se lo que
me queda de vida… pero me aseguras que ahora que puedes estar más libre,
cumplirás con lo que prometiste.
— Mamá… ha
pasado tanto tiempo… siempre estás con lo mismo. Debes de estar tranquila, todo
aquello ya pasó.
— No hijo… no
pasó, aún está en la memoria… y eso no se olvida, no se puede olvidar.
— Bien… está
bien… sabes que lo he intentado todo, que he removido cielo y tierra y todos
los resultados han sido en vano… pero intentaré cumplir con lo prometido… ahora
que tendré mucho tiempo libre, seguiré en la lucha.
— En la lucha
hijo… siempre en la lucha… nunca debemos de dejar de luchar. Un beso hijo.
— Un beso
mamá.
No puedo
decirle que no, como iba a contradecirla… aunque lo que me pide es un
imposible, siempre ha sido un imposible, cuantas veces parecíamos estar cerca
del objetivo y las mismas veces hemos fracasado… Su memoria está fresca, más
fresca que nunca, es como si quisiera cumplir con una cuenta pendiente antes de
que se cerrara el ocaso de su vida, de su rica y entrañable vida…Creo que si
resiste a morir es por eso, porque aun sueña con ese imposible… La guerra Civil española, la que fue su
familia, la resistencia ante los nazis en Francia, la posguerra, el partido, la
lucha por los derechos civiles…todo ello es como un fuerte cimiento en el que
se asienta su vida, algo mucho más fuerte que la aparente comodidad de la
segunda parte de su existencia… Todavía conserva con fervor esa breve nota que
le escribió Marcel antes de morir…la sé de memoria de tantas veces que me la ha
enseñado: “Querida mujercita mía, cuando
esta carta llegará en tus manos, no seré más en este mundo, estoy condenado”… que dura contradicción guillotinado por el régimen de Vichy, por franceses de mal
recuerdo para muchos, cuando él estaba luchando por una Francia libre.
Pero no solo
Marcel y todos los que murieron por un ideal están en su recuerdo…es algo más
lo que todavía la atormenta y la intranquiliza por momentos, aunque
por pura contradicción esa sea aún su mayor motivación para seguir viviendo… y
tiene que ver con la memoria, con su memoria y la que debería ser nuestra
memoria colectiva, ante algo que no deberíamos olvidar nunca...
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