Castellón,
a mediados del mes de Noviembre, 2015
...Ocurre a
veces que una espera prudencial se hace insoportable. Ya han pasado cinco días
sin recibir respuesta de Martí hijo…uno entiende que éste ya debió informar a
su padre de lo acontecido en la entrevista realizada en la fábrica de cítricos…
¿tanto cuesta decir sí o no? Los
miembros de la Recerca
se muestran impacientes al igual que mi persona. Mientras esperamos la
respuesta me tengo que encargar de tranquilizar a mi madre, quien desde Toulouse
no entiende la espera. Dudamos entre aguantar un poco más o actuar ya y obligar
a los Martí mediante las resoluciones judiciales a que colaboren… mientras
tanto, no paramos de especular sobre lo que deben de estar pensando.
Todo está preparado, por recomendaciones de los
miembros de la Recerca ,
hemos tenido que precontratar a un geólogo, quien nos debe ayudar a calcular
las variaciones habidas en el terreno en estos más de setenta años, lo cual
determinará la profundidad a que puedan encontrarse los restos. Tenemos también
el contrato preparado para el alquiler de una retroexcavadora, además de la
aportación de una docena mínima de voluntarios que van a trabajar en la
excavación, están impacientes e ilusionados en colaborar, algunos de ellos ya
han trabajado en operaciones similares y tienen una interesante experiencia que
añadir. Tengo en mi poder unas
fotografías que me facilitó mi madre, en donde se aprecia con meridiana
claridad un reloj y sobre todo una camisa blanca en la que se observan sendos
gemelos de nácar sobre la boca de las mangas. Este dato no tendría importancia
sino fuera porqué ella está convencida de que esa era la camisa que llevaba su
padre el fatídico día, inclusive logró conservar un par de botones también de
nácar, similares a los de la prenda y que obran en mi poder. El hecho de que
todo fue muy rápido, que las cuatro personas fueron detenidas en el hospital y
no llegaron a la cárcel, hace suponer que sea posible contrastar esos vestigios…
y lo más importante la declaración firmada por el conductor del camión, donde
se refleja con exactitud la zona donde se produjo el fusilamiento y posterior
entierro y que ahora está perfectamente señalada.
Al sexto día
llegó por fin el esperado comunicado, tenía que presentarme yo solo en el
despacho de Martí hijo... Me recibió con la misma amabilidad que la vez
anterior, vestido elegantemente y con el rostro impertérrito sin mostrar
emoción alguna…tal es así que pensé que íbamos a tratar de una negociación
estrictamente comercial.
— Buenos días
Sr. Charrón… tiene que perdonarme por lo tardío de mi respuesta.
— No hay
porqué… supongo que me recibe para dármela.
— Así es… y
créame que ha costado lo suyo. Como ya les dije, la decisión no es mía sino de
mi padre. Me reservo explicarle como ha sido el trámite…pero quedémonos en lo
principal, él ha accedido por fin.
— Vaya… esa es
una buena noticia.
— Claro está
que con condiciones. No quiere ningún detalle que recuerde el lugar… y que
dejen al final todo tal cual está ahora.
— Bueno si
esas son las condiciones que pone su padre, dígale que no se preocupe, así lo
haremos.
— Ah y otra
cosa…que quiero hacer constar es de mi cosecha.
— Usted dirá…
— No deseo que
esto se interprete como una propuesta publicitaria… Nuestra empresa está
dispuesta a colaborar en la medida de lo posible.
— Pues… me
deja usted digamos que sorprendido… ¿en que consistiría su colaboración?
— Podríamos
realizar una cierta aportación económica…
— Si le digo
la verdad de lo que estoy pensando, me asombra el cambio de actitud después de
tanto tiempo… de todas formas, le agradezco su deseo de colaboración, pero no
creo que lo necesitemos ya todo está preparado y pienso que podremos cubrir los
presupuestos.
— Como usted
quiera… Por cierto, ¿cuando empezarán los trabajos?
— A no tardar…
todo está listo.
— Pues nada
más… aquí tengo este certificado para que todo sea legal.
— Muchísimas
gracias Sr. Martí… No dudo en que gran parte de este certificado se lo debemos
a usted.
— Le aseguro
que es así.
Que de
vueltas da la vida, tanto tiempo esperando este momento y de la forma más
simple se resuelve el entuerto… claro que siempre hay que considerar el cambio
de factores. Como siempre dice mi madre… lucha, lucha, nunca dejes de hacerlo
si el objetivo es noble, no importa las trabas, si luchas lo conseguirás.
Resumiendo, la voluntad de conseguir ese objetivo y la perseverancia, ha
confluido con otros factores para que al final todo llegue a buen puerto, claro
que todavía falta el atraque y allí vamos… Tan solo me queda una duda, ¿Querría
Martí hijo sacar partido publicitario de este evento…o no?
Antes que nada contactamos con el geólogo,
necesitábamos de su trabajo para ahorrar esfuerzos. El nos comentó que lo
primero era realizar unas catas sobre el terreno con el fin de inspeccionar las
paredes y marcar el perfil estratigráfico del pozo para determinar los
diferentes estratos… muy complicado al explicarlo pero sencillo de
interpretarlo, el terreno nunca está estático máxime después de tantos años. A
los dos días de la entrevista con Martí hijo ya estábamos dispuestos a empezar.
Lo primero fue marcar una zona cercana al lugar donde suponíamos estaban los
restos para realizar la cata, junto a unos matorrales en una depresión del
terreno y cerca de un pino de bastantes años y en muy mal estado. Llegó la
retroexcavadora…con cuidado, el operario realizó unas hendiduras en la tierra,
retiró la misma y dejó al aire una zanja estrecha que no llegaba a un metro de
profundidad y con las paredes bastante lisas. El geólogo inspeccionó el lugar,
sacó muestras y marchó no sin antes decirnos que en un máximo de dos días
tendríamos el informe… Si por mi fuera ya hubiera empezado a excavar, pero
decidí tener paciencia y dejarme llevar por la experiencia de los miembros de la Recerca.
Recibimos el
esperado informe… tan solo para explicarnos el geólogo que conforme al tiempo
transcurrido, calculáramos un sobreañadido de unos 20 centímetros , el
terreno era firme pero regular y de fácil excavación. Suponía a la vez, que de permanecer
todavía los restos ahí, tenían que estar enterrados a una cierta profundidad,
quizás un metro, puesto que por las características del terreno, de haberlo
hecho a menor profundidad, tal vez no encontráramos ya nada porque los animales
hubieran escarbado… Este dato tengo que reconocerlo, sembró algunas dudas en
mí, pero estoy seguro no obstante que ellos están ahí y bien enterrados, de lo
contrario algo o alguien, en el transcurrir del tiempo hubiera alertado de una
posible aparición de restos humanos por la zona… Por otra parte, según el
informe del conductor del camión que en su momento realizó la denuncia, éste
indicaba que los obrantes del hecho se encargaron de enterrarlos ese mismo día.
Lo que nunca hemos sabido ni quizás se sabrá, es porqué ocurrió así y no
dejaron como sucedió en otros casos los cuerpos abandonados
Al día
siguiente de recibir el informe del geólogo, temprano por la mañana nos pusimos
a trabajar en firme. El día era plomizo, húmedo y muy nublado. Primero de todo,
decidimos marcar dos zonas de cuatro metros cuadrados separadas por escasa
distancia una de otra. Vino la retroexcavadora y le indicamos que extrajera los
primeros sesenta centímetros de tierra. Labor que fue bastante rápida de
realizar. A continuación, la docena de voluntarios que nos acompañaban se
dedicaron con sumo cuidado a inspeccionar la tierra extraída por si se
encontrara algún indicio que nos sirviera de orientación o alguna señal de que
íbamos bien encaminados… Junto con Jaume, nos encargábamos de controlar los
trabajos sin participar directamente en ellos. Apenas llevábamos media hora en
la labor, cuando un muchacho nos alertó, había encontrado algo. Se dirigió
raudo hacia nosotros enseñando con un atisbo de emoción lo que tenía en la
mano. Embadurnado de tierra, era ni más ni menos que un casquillo de bala.
Jaume se encargó de limpiarlo con un pequeño cepillo de gruesas cerdas.
— No hay duda
Jean Philippe, es un casquillo antiguo de latón y posiblemente de un Mauser,
creo que este es un buen indicio.
— Entonces
vamos bien…
— Vamos bien…
Varias ideas
llegaron a mi cabeza, por una parte la expectación de conseguir por fin lo que
tanto nos había costado…Por otro lado, no dejaba de pensar en el destino de esa
bala y la forma en que alcanzó su objetivo…Jaume más sereno se encargó que
sacarme de mi abstracción.
— Vale…
dejemos ya de hurgar en el montón de tierra, vayamos directamente a los hoyos,
con cuidado profundicemos centímetro a centímetro.
Los
voluntarios se repartieron en los dos hoyos y por turnos se encargaron de
extraer poco a poco las porciones de tierra… Pasaron las horas y alcanzamos sin
darnos cuenta el mediodía, la hora de comer se acercaba y decidimos parar.
Volveríamos a la tarde. La retroexcavadora quedó ahí cerca aparcada por si la
necesitáramos de nuevo… La tarde pasó
también rápida, hasta que la luz solar empezó a escasear. Íbamos muy lentos y
con sumo cuidado hurgando la tierra primero con pico y pala, pasando la tierra
a una carretilla desde la cual otros miembros se encargaban de estudiarla.
Cuando quizás ya habíamos profundizado veinte o treinta centímetros, decidimos
dejar los trabajos hasta el día siguiente.
Las nubes ya
no estaban tan espesas y dejaban varios claros en el cielo, Se notaba la
humedad de las primeras horas de la mañana, el cuerpo andaba todavía encogido. Los
voluntarios iban llegando en pequeños grupos con aspecto jovial, daba gusto
encontrarse dentro de esa clase de gente. Jaume les animó a seguir excavando
hasta encontrar indicios, o por lo menos hasta alcanzar el metro de profundidad…
Avanzada ya la mañana, empezaron las primeras sorpresas, pero no en la forma
que desearíamos sino con la presencia de curiosos que se fueron acercando al
lugar. Se quedaron al margen, comentando y algunos preguntando pero sin
enturbiar las labores.
Paramos
para comer y llegó la tarde, ya habíamos alcanzado los noventa centímetros de
profundidad. Serían un poco más de las dieciséis horas, cuando alguien dio un
grito de alerta:
— ¡Aquí, aquí,
vengan rápido!
Era el hoyo
número uno, el que estaba más cercano al talud del terreno formando una pequeña
depresión. El muchacho nos enseñó lo que había encontrado, parecía una porción
amplia de hueso muy oscura. Jaume sacó de su bolso un instrumento de
arqueólogo, una pequeña rasqueta en forma de rombo y empezó a limpiar la zona
con sumo cuidado… poco a poco fue apareciendo lo que parecía ser la parte
parietal de un cráneo humano. Al rato, no había dudas, lo era… Ya no era
cuestión de pensar en la mala suerte, sino todo lo contrario, la cuestión es
que el vestigio había aparecido justo en un extremo y todo hacía pensar que
habría que excavar desde ese punto y hacia fuera de ese hoyo… Primero de todo
comprobamos que en todo lo excavado no hubiera más restos y a continuación nos
centramos en la dirección que nos marcaba la posición del cráneo. Todos nos
retiramos para dejar paso a la retro y que empezara a sacar las primeras capas,
parando de tanto en tanto para comprobar que no se produjera cualquier
anomalía. Cuando se llegó a la profundidad adecuada, los muchachos empezaron a
limpiar la zona meticulosamente. No tardaron en aparecer restos humanos que
parecían perfectamente alineados. Con rasqueta, cepillo y escobilla se empezó a
limpiar toda la superficie con la intención de dejar a la vista los esqueletos…
Pero estaba anocheciendo y preferimos dejar las labores para el día siguiente.
No sin antes avisar al ayuntamiento para que una dotación de la policía
municipal se encargara de vigilar el sitio durante la noche.
Al amanecer
nos encaminamos raudos al lugar, y desde allí mismo avisamos al servicio
forense para que a no tardar se presentara e hiciera constancia del hallazgo.
La policía seguía allí con nosotros tras hacer su relevo. Llegaron los
voluntarios para continuar los trabajos y también los curiosos. La noticia no
tardó en transcender y hubo que acordonar la zona para evitar
aglomeraciones.
Los huesos
oscuros, planos, conforme se iban cepillando, dejaban ver claramente su forma
humana. Comprobamos inmediatamente orificios de bala en los cuatro cráneos, sin
duda el tiro de gracia… Meticulosamente se limpiaba la tierra, casi midiéndola
milímetro a milímetro, buscando cualquier tipo de vestigio por minúsculo que
fuera y que nos diera alguna pista sobre la identidad de los que allí yacían…
Avanzada la mañana, llegó una nueva sorpresa en la visita del Sr. Martí hijo,
la verdad es que en absoluto la esperaba. Tras identificarse pudo traspasar el
cordón policial y llegó hasta mi lado. Nos saludamos con la habitual cortesía.
— Celebro el
hallazgo… ahora no existe ninguna duda en que estaban en lo cierto.
— Es así… pero
falta conseguir la identificación de los restos.
— ¿Y como lo
van a conseguir?
— Por
vestigios que podamos encontrar, por datos antropomórficos que obran en nuestro
poder. La evidencia de que esas son las cuatro personas que salieron del
hospital hasta llegar aquí parecen claras, y sus familias nos pasaron infinidad
de datos en su día.
— Me alegro
que lo consigan…
— Y dígame…
¿Cómo es que está usted por aquí?
— No… no crea
que es por curiosidad…
— ¿Entonces?
— Verá Sr.
Charrón… he estado pensando noche y día sobre las palabras que usted me dijo.
— … ya no
recuerdo lo que dije.
— Bueno…
reconozco la barbaridad que se hizo en la figura de estas cuatro personas… me
he documentado sobre lo sucedido. No es justo que su abuelo muriera solo por
haber servido de sanitario en el frente, ni que los otros murieran por
pertenecer a sindicatos y partidos relacionados con la república, sin haber
cometido crimen alguno… no es justo que sus restos descansen aquí.
— Agradezco
sus palabras Sr. Martí… por mi parte, tampoco veo justo que su abuelo muriera
solo por el hecho de poseer tierras.
— Si… nada de
esto es justo… y me alegro que al desenterrar estos cadáveres y darles un
reposo digno, se acabe esta historia… esta mala historia.
— Ojala la
historia se acabara aquí Sr. Martí… ojala. Pero me temo que todavía queda un
largo camino por recorrer hasta dejar la historia en su real sitio.
— Creo
entenderle Sr. Charrón… pero por lo menos nosotros hemos cumplido, no lo ve
usted así.
— Bueno, es un
paso, una pasito más… y es de agradecer su colaboración, ha facilitado mucho las
cosas.
— Bien… les
dejo. Tan solo decirle que siento un gran alivio, algo que ni remotamente
pensaba que sucediera.
— Le
entiendo…personalmente me ocurre algo muy parecido. Por cierto, su padre… no le
he preguntado como vive todo esto.
— No oculta su
rencor… para él es como si esas cuatro personas que yacen ahí hubieran matado a
mi abuelo.
— Lo lamento…
— Es lo que hay…
Nos dimos la
mano en la despedida, la noté firme y sincera… y de golpe la imagen de hombre
engominado y artificial desapareció de mi vista… Pensé:
— que bueno
sería que en el País de mi madre todos obraran así—...
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