Batea,
provincia de Tarragona, a mediados del mes de Diciembre, 2015
...Ya nos hemos
instalado de nuevo en Toulouse… Estamos satisfechos por la forma en que se ha
podido rescatar los restos de mi abuelo, por fin. El que todo haya salido bien,
no se si achacarlo a la suerte de que los cambios de gobiernos municipales en
España nos hayan favorecido, o a la pertinaz voluntad de sobre todo mi
madre…Por cierto, ella no ha cambiado ni un ápice su talante, nada de
relajaciones, debemos o mejor dicho, debo seguir como un paladín de su voluntad
con las gestiones que den fin a este largo proceso. Debo conseguir esas listas
y confirmar que los restos de mi tío casi con toda seguridad figuran junto a un
montón de huesos en las criptas del Valle de los Caídos. Solo espero que la
suerte nos siga acompañando.
Pero antes,
quizás debiera explicar porqué tenemos casi la certeza de que mi tío falleciera
junto a miles de españoles de ambos bandos en la batalla del Segre… La clave
está en la maleta mexicana descubierta no hace mucho y oculta durante más de
setenta años. Es una historia rocambolesca que afectó a tres grandes fotógrafos
de su tiempo: Robert Capa, David Seymour alias Chim, y Gerda Tardo novia de Capa y que perdió la vida en accidente
arrollada por un tanque republicano. Los tres apoyaron con su trabajo a la
república. Al acabar la Guerra Civil ,
a muchas de sus fotografías realizadas en la contienda se les perdió la pista.
Se cuenta que Capa llevó los negativos consigo para seguir su trabajo en la
II Guerra Mundial. Cuando los alemanes
invadieron Francia, tuvo que huir precipitadamente a EE UU, los negativos
acabaron en las manos de un amigo suyo, que a la vez los depositó en una
oficina diplomática de México en Francia. Desde allí emprendieron viaje al país
sudamericano de la mano del embajador de México en Francia el general Francisco Aguilar González. Al morir el
general, sus herederos entregaron a Benjamín Tarver, un mexicano al que le gustaba
la fotografía las tres cajas cargadas de negativos, él las guardó en un armario
dentro de una bolsa de plástico sin reparar demasiado en su importancia.
Pasaron los
años, hasta que en 1995 a
Tarver se le encendió la luz al ver una muestra de fotografía en la ciudad de México
y relacionar lo que vio con los
negativos que guardaba. Tarver quiso ser legal y se puso en contacto con la
familia de Capa, concretamente con su hermano Cornell, fundador del International Center of Photography de Nueva
York. Fueron diez años de encuentros y desencuentros hasta por fin ponerse
de acuerdo a través de la mediación de una cineasta británica afincada en
México Trisha Ziff y del escritor mexicano Juan Villoro. De esta forma los
negativos volaron a Estados unidos en el año 2008.
Entre
Tarver, el hermano de Capa y el Instituto de fotografía de Nueva York, tuvieron
que llegar a un pacto legal, ante la duda de que el General Aguilar González
hubiera robado las fotos. Todo se saldó con la liberación de los negativos y
los derechos a Tarver para realizar una película que acabó rodando Ziff con el
título de La Maleta Mexicana , en el año
2011. Así fue como llegaron las exposiciones de las fotografías en Estados
Unidos, España, México y en Francia, donde
mi madre se llevó la mayor sorpresa de su vida.
Sabedores de
lo que contenía esa exposición, no dudé en acompañar a mi madre a verla. Allí
descubrimos una selección de fotografías obtenidas por Robert Capa en la Guerra Civil Española, y fue en
una de ellas, realizada a unos milicianos en actitud de descanso en la línea
del frente de Serós, según relataba el pié de la foto, cuando a mi madre le dio
un vuelco el corazón como se suele decir… —ese,
ese el del extremo, es mi hermano—.
Durante todos esos años, ante la falta de noticias y tras infructuosas
búsquedas en infinidad de archivos, habíamos dado por desaparecido a mi tío.
Solo sabíamos que se alistó o lo alistaron en la quinta del biberón y marchó hacia
el frente del Ebro mientras mi madre tras la fallida ofensiva de Aragón andaba
en retirada. Suponíamos que había muerto allí y desconocíamos que hubiera
sobrevivido para continuar batallando en el frente del Segre según la
constancia de esa foto. Mi madre solicitó una copia que guarda en su casa con
sumo celo… dice que cada vez que la mira, está todavía más segura que ese es su
hermano. Tras esa foto se pierde la pista, nada hemos encontrado, ninguna
referencia que nos indicara que el muriera allí. Pero ante el ingente número de
bajas y el desorden y descontrol con que se colocaron en fosas los cadáveres, y
por el hecho que los muertos republicanos, en retirada su ejército, poco menos
que fueron considerados como chusma, casi damos por finiquitada la búsqueda,
hasta que el artículo reciente del periódico indicando que habían aparecido
nuevas listas alertaron nuestras esperanzas de localizar su nombre.
Así que
toca ponerme en contacto con la historiadora española que ha conseguido
encontrar esas listas… Una semana después la localizo en Madrid y ella
amablemente, tras contarle nuestra historia, me facilita los datos necesarios
para llegar a todos esos archivos… Por
ejemplo, en Batea, provincia de Tarragona se encuentran las fichas en forma de
papelitos donde figuran la filiación de soldados, encontradas dentro de botellas
enterradas con los muertos, pero antes de ir allí quiero trasladarme a
diferentes ayuntamientos como el caso de Horta de San Juan, también en la misma
provincia, donde en sus archivos locales se pueden localizar diferentes listas
relacionadas con lo que estamos buscando.
Me traslado
a los pocos días hasta la provincia de Tarragona, antes me documento de que
partido ha salido elegido en las recientes elecciones municipales, el dato a
juzgar por nuestra experiencia en Castellón no deja de ser interesante y puede
facilitar mucho las cosas. En el caso de Horta de San Joan la alcaldía está
formada por integrantes de un partido regionalista, CIU, se entonces que no
debo de tener problemas. Consigo hablar con la regidora de cultura, le cuento
el caso tras darle la referencia de la historiadora y ella amablemente
accede a enseñarme todos los documentos.
Son listas con los nombres de los soldados exhumados e innumerables
certificados individuales, que en su momento debían de ser enviados a las
familias para informarles del lugar de inhumación en las criptas de la basílica
del Valle de los Caídos, y que según me cuentan, raramente llegaron a su
destino.
Con
paciencia, sin prisas, paso dos días enteros repasando uno a uno los documentos
con resultado infructuoso… lo mismo me sucede en tres ayuntamientos más sitos
en la misma provincia… ya solo me queda ir a Batea que he dejado expresamente
para el final con la intención de repasar esos papelitos de filiación que
fueron encontrados dentro de unas botellas. Allí recibo una colaboración
exquisita, los miembros de la Unió per la
Terra Alta , Candidatura de progrés que
gobiernan el ayuntamiento, no solo me facilitan los documentos sino que acceden
a ayudarme a leerlos en busca de un nombre: Vicente Molina Gallen...
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