lunes, 27 de junio de 2016

Novela: "El foraster" Parte 20

Batea, provincia de Tarragona, a mediados del mes de Diciembre, 2015

   ...Ya nos hemos instalado de nuevo en Toulouse… Estamos satisfechos por la forma en que se ha podido rescatar los restos de mi abuelo, por fin. El que todo haya salido bien, no se si achacarlo a la suerte de que los cambios de gobiernos municipales en España nos hayan favorecido, o a la pertinaz voluntad de sobre todo mi madre…Por cierto, ella no ha cambiado ni un ápice su talante, nada de relajaciones, debemos o mejor dicho, debo seguir como un paladín de su voluntad con las gestiones que den fin a este largo proceso. Debo conseguir esas listas y confirmar que los restos de mi tío casi con toda seguridad figuran junto a un montón de huesos en las criptas del Valle de los Caídos. Solo espero que la suerte nos siga acompañando.
   Pero antes, quizás debiera explicar porqué tenemos casi la certeza de que mi tío falleciera junto a miles de españoles de ambos bandos en la batalla del Segre… La clave está en la maleta mexicana descubierta no hace mucho y oculta durante más de setenta años. Es una historia rocambolesca que afectó a tres grandes fotógrafos de su tiempo: Robert Capa, David Seymour alias Chim, y Gerda Tardo novia de Capa y que perdió la vida en accidente arrollada por un tanque republicano. Los tres apoyaron con su trabajo a la república. Al acabar la Guerra Civil, a muchas de sus fotografías realizadas en la contienda se les perdió la pista. Se cuenta que Capa llevó los negativos consigo para seguir su trabajo en la II Guerra Mundial. Cuando los alemanes invadieron Francia, tuvo que huir precipitadamente a EE UU, los negativos acabaron en las manos de un amigo suyo, que a la vez los depositó en una oficina diplomática de México en Francia. Desde allí emprendieron viaje al país sudamericano de la mano del embajador de México en Francia el general  Francisco Aguilar González. Al morir el general, sus herederos entregaron a Benjamín Tarver, un mexicano al que le gustaba la fotografía las tres cajas cargadas de negativos, él las guardó en un armario dentro de una bolsa de plástico sin reparar demasiado en su importancia.
   Pasaron los años, hasta que en 1995 a Tarver se le encendió la luz al ver una muestra de fotografía en la ciudad de México y relacionar lo que vio con  los negativos que guardaba. Tarver quiso ser legal y se puso en contacto con la familia de Capa, concretamente con su hermano Cornell, fundador del International Center of Photography de Nueva York. Fueron diez años de encuentros y desencuentros hasta por fin ponerse de acuerdo a través de la mediación de una cineasta británica afincada en México Trisha Ziff y del escritor mexicano Juan Villoro. De esta forma los negativos volaron a Estados unidos en el año 2008.
   Entre Tarver, el hermano de Capa y el Instituto de fotografía de Nueva York, tuvieron que llegar a un pacto legal, ante la duda de que el General Aguilar González hubiera robado las fotos. Todo se saldó con la liberación de los negativos y los derechos a Tarver para realizar una película que acabó rodando Ziff con el título de  La Maleta Mexicana, en el año 2011. Así fue como llegaron las exposiciones de las fotografías en Estados Unidos, España, México y en Francia, donde  mi madre se llevó la mayor sorpresa de su vida.
   Sabedores de lo que contenía esa exposición, no dudé en acompañar a mi madre a verla. Allí descubrimos una selección de fotografías obtenidas por Robert Capa en la Guerra Civil Española, y fue en una de ellas, realizada a unos milicianos en actitud de descanso en la línea del frente de Serós, según relataba el pié de la foto, cuando a mi madre le dio un vuelco el corazón como se suele decir… —ese, ese el del extremo, es mi hermano—.  Durante todos esos años, ante la falta de noticias y tras infructuosas búsquedas en infinidad de archivos, habíamos dado por desaparecido a mi tío. Solo sabíamos que se alistó o lo alistaron en la quinta del biberón y marchó hacia el frente del Ebro mientras mi madre tras la fallida ofensiva de Aragón andaba en retirada. Suponíamos que había muerto allí y desconocíamos que hubiera sobrevivido para continuar batallando en el frente del Segre según la constancia de esa foto. Mi madre solicitó una copia que guarda en su casa con sumo celo… dice que cada vez que la mira, está todavía más segura que ese es su hermano. Tras esa foto se pierde la pista, nada hemos encontrado, ninguna referencia que nos indicara que el muriera allí. Pero ante el ingente número de bajas y el desorden y descontrol con que se colocaron en fosas los cadáveres, y por el hecho que los muertos republicanos, en retirada su ejército, poco menos que fueron considerados como chusma, casi damos por finiquitada la búsqueda, hasta que el artículo reciente del periódico indicando que habían aparecido nuevas listas alertaron nuestras esperanzas de localizar su nombre.
    Así que toca ponerme en contacto con la historiadora española que ha conseguido encontrar esas listas… Una semana después la localizo en Madrid y ella amablemente, tras contarle nuestra historia, me facilita los datos necesarios para  llegar a todos esos archivos… Por ejemplo, en Batea, provincia de Tarragona se encuentran las fichas en forma de papelitos donde figuran la filiación de soldados, encontradas dentro de botellas enterradas con los muertos, pero antes de ir allí quiero trasladarme a diferentes ayuntamientos como el caso de Horta de San Juan, también en la misma provincia, donde en sus archivos locales se pueden localizar diferentes listas relacionadas con lo que estamos buscando.
    Me traslado a los pocos días hasta la provincia de Tarragona, antes me documento de que partido ha salido elegido en las recientes elecciones municipales, el dato a juzgar por nuestra experiencia en Castellón no deja de ser interesante y puede facilitar mucho las cosas. En el caso de Horta de San Joan la alcaldía está formada por integrantes de un partido regionalista, CIU, se entonces que no debo de tener problemas. Consigo hablar con la regidora de cultura, le cuento el caso tras darle la referencia de la historiadora y ella amablemente accede  a enseñarme todos los documentos. Son listas con los nombres de los soldados exhumados e innumerables certificados individuales, que en su momento debían de ser enviados a las familias para informarles del lugar de inhumación en las criptas de la basílica del Valle de los Caídos, y que según me cuentan, raramente llegaron a su destino.

    Con paciencia, sin prisas, paso dos días enteros repasando uno a uno los documentos con resultado infructuoso… lo mismo me sucede en tres ayuntamientos más sitos en la misma provincia… ya solo me queda ir a Batea que he dejado expresamente para el final con la intención de repasar esos papelitos de filiación que fueron encontrados dentro de unas botellas. Allí recibo una colaboración exquisita, los miembros de la Unió per la Terra Alta, Candidatura de progrés que gobiernan el ayuntamiento, no solo me facilitan los documentos sino que acceden a ayudarme a leerlos en busca de un nombre: Vicente Molina Gallen...


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