Pedrafosca,
a principios mes de Diciembre, 2015
...Tengo en mis
manos la placa y la cartilla militar que aún conserva Paco en su poder
perteneciente a sus días en la Guerra Civil ,
y que ha permanecido fielmente guardada en una pequeña caja metálica durante
infinidad de tiempo. No veo nada extraño en ello tras la historia que ya me ha
contado… él realiza un gesto ladeando suavemente la cabeza y me dice con voz
entrecortada:
— No entiendes
nada…
— ¿Qué es lo
que tengo que entender Paco?
— No entiendes
nada… nada…
Se muestra
lúcido y embargado por una extraña serenidad, habla muy pausadamente como si
quisiera ahorrar todas las energías posibles para contarme algo que todavía yo no
se. Guarda silencio, un silencio hondo reflejo de algún misterio por desvelar…
me encuentro intrigado por el tono de sus últimas frases y decido preguntarle:
— Paco… no
quiero cansarte, pero sí, estás en lo cierto, no entiendo. Se que algo me
quieres decir pero no te sueltas…no entiendo porqué te consideras un miserable… lo que si alcanzo a entender es el porqué de tanta inquina con cierta clase de gente y porqué
te lamentas de haber permanecido en este agujero, cuando siempre se es libre de
salir por designio de la propia voluntad…
— Por eso
precisamente soy un miserable Roberto… encerrado en mi mismo, atormentado por
mi pasado, refugiado es este agujero por miedo a salir… y aguantando a esa
clase de gente que me recuerdan, siempre me han recordado a los ganadores.
— ¿Por qué
Paco te consideras un perdedor?
— Estoy
marcado Roberto… esa maldita guerra me marcó para siempre… no he conseguido
quitarme el estigma después de tantos años…
— ¿Por qué
Paco, por qué?
— Yo era un
adolescente… fusilaron a mi padre, luego murió mi madre y desapareció mi
hermana luchando en alguno de esos frentes… jamás me he preocupado por ella…
solo he escapado, escapado sin más… mis tíos también murieron, unos fusilados,
otros en la lucha… mis primos…toda mi familia destruida… algunos huidos a
Francia y desde allí quien sabe a donde fueron a parar, si a un campo de
concentración…si murieron o sobrevivieron… y yo aquí, en este agujero…todo
porque éramos fieles republicanos, solo por eso… y esos malditos rebeldes lo
rompieron todo… como no iba a luchar yo… como iba a quedarme quieto… y un
muchacho de quince años… tu crees que está preparado para ver tanta
muerte…tanta destrucción…
Paco dejó de
hablar por un momento…pero estaba claro que quería continuar… me pidió que le
alcanzara el agua, respiró hondo y oí como le crujían los pulmones, alcanzó el
sosiego necesario y siguió con la plática…
— … infiltrado
en la posguerra… viví el acoso y derribo de los perdedores en el monte… la
gente del Far no preguntaba y pagaron un precio alto por ello, la gente noble
del pueblo ayudaba a sus vecinos y los indecentes chivaban a la Guardia Civil a la vez que se
aprovechaban de la situación… yo debí haberme quedado con ellos en el monte,
morir con ellos en vez de refugiarme en mi secreto… se que en aquellos tiempos
nadie sospechó de mí, lo hice bien, muy bien… pero viví el proceso de cómo
crecieron esas cuatro fortunas a cambio de la miseria y el fatal destino de los
demás…luego sus descendientes siguieron… nadie tuvo la nobleza de devolver lo
que no era suyo… nadie quiso dejar las cosas como estaban en un principio… y
son esos los que se creen pueblo, los que formalizan su caciquismo y no se
abren al exterior… para ellos todo está bien… son tan miserables como yo…
Noté como
Paco se sumía en algo que podría calificar como una extraña tristeza… es como
si de repente se hubieran despertado todos sus fantasmas y no pudiera
anularlos, destruirlos antes de acabar sus días en esta tierra… pero no acababa
de entender todavía porqué se consideraba tan miserable…
— Lo que no
entiendo Paco… es porqué tanta insistencia en que eres un miserable… creo, creo
que nadie piensa eso de ti… cierto que me has contado cosas que nadie en este
pueblo sabe, pero los que saben de ti te respetan… cierto que no te llevas bien
con cierta clase de gente y ahora lo entiendo… cuando alguien sabe lo que otro
sabe y no le gusta que se sepa…siempre existe ese recelo que se disimula con
falsedad… eso lo se y lo sabe todo hijo de vecino… pero que de malo se puede
saber de ti… que de malo Paco…
— Yo se de
ellos… pero en ese sentido… nada ellos saben de mi.
— Bien… ¿que
es lo que ellos y yo no sabemos de ti?... estoy dispuesto a escucharlo…
Justo al
pronunciar esas palabras Paco se vino abajo… empezó a toser y a jadear…Mercedes
que estaba afuera percibió que algo no iba como debiera y entró rauda, me pidió
que saliera con educación, haciéndome ver que ya estaba bien que lo dejara…Vi
como Paco parecía asentir con la mirada, estaba cansado, muy cansado. Salí de
la casa sin conseguir desvelar que era lo que tanto le inquietaba y rogué al
cielo que esperara la parca un poco más, sobre todo por su bien. Se que Paco necesita descargar algo de
su nido de emociones antes de que se produzca tan certera visita.
Ese mismo
día aproveché para ir a visitar a Lucía al ayuntamiento… ella ya tenía todo
preparado para formalizar el artículo en la página Web, pero como le pedí que
no lo hiciera ya que a Paco no le había gustado el tono del escrito, el tema
seguía aún en el candelero. Paco pretendía más realismo y claro, eso era un
riesgo pues despertar las miserias de un Pueblo puede ser conflictivo, cuando
lo que se está intentando es que las cosas cambien pese a las dificultades. Lucia
quiso indagar algo más sobre la razón que había inspirado esa demora.
— ¿Por qué no
puede salir ya el escrito?… ya te dije que a mí me parece muy correcto.
— Porque no
concuerda con la voluntad de Paco… hemos de llegar antes a un concierto con él
y filtrar algún contenido que le convenza… algo intermedio aunque eso moleste a
algunas de las fuerzas vivas del pueblo.
— Hemos de ir
con cuidado, no está el horno para bollos, ahora que parece que todo puede
cambiar… poco a poco Roberto, poco a poco…
— Entiendo lo
que me quieres transmitir, como entiendo a Paco… y no sabes como lo comprendo…
estoy dispuesto a dejar todo esto y destruir el escrito si él no está conforme,
sobre todo en el estado en que se encuentra…
— Sí… ya se
por Gabriel que su estado de salud es muy delicado…
— Tan delicado
que nos puede dejar de un momento a otro… jamás traicionaría la voluntad de un
moribundo.
— Estoy
contigo Roberto… pero entiende que según como se enfoque el relato, pueden
despertarse aquí situaciones que no desearía.
— Tengo mis
dudas Lucía, la verdad tiene que salir a flote algún día cueste lo que
cueste…lo que sé, lo que más de uno sabe aquí en el pueblo no puede quedar
siempre en el olvido, es bueno recordar y permitir que salga a la luz la
memoria.
— Me preocupan
tus palabras Roberto.
— Entiendo que
te preocupen, y más te preocuparás cuando veas el escrito que pienso recomponer...
aunque de momento vamos a esperar.
— De acuerdo…
cuando lo tengas listo decidiremos.
Lucía
sentada frente al ordenador y yo a su lado, volvimos a contemplar sin leer la
imagen de ese primer escrito… quedamos en actitud reflexiva, guardando
silencio. Estaba dispuesto a levantarme y retirarme, cuando ella se pronunció.
— Sabes
Roberto creo entenderte… toda mi familia que yo sepa son de derechas, en el
sentido de que son tradicionalistas y reconozco que estando en su derecho votan
a quien votan… quiero decir que no he visto jamás reflejado el estigma de una
guerra que afectó a miles y miles de familias, nadie de nosotros fue perseguido
en su momento… vamos, que es como si esa Guerra Civil nunca hubiera existido
para los miembros de mi familia. Yo crecí en esa normalidad, sin enterarme de
nada, cierto que podría ser tu hija por la edad, soy
integrante de otra generación… entiendo que a medida que pasan las generaciones
se diluye el pasado… pero ya ves, ahora soy quien soy, y una de las principales
razones es porque desarrollé mis propias convicciones por mí misma y no por
designio de los demás, vamos que he salido a la contra de mi familia en ideas…
y no pasa nada, todos estamos en el derecho de pensar como queramos, siempre
que respetemos lo que los otros piensan… pero ahora tengo en mente a Paco, ya
ves que el no tiene familia, ¿pero si la tuviera?... tendría hijos de tu edad y
estoy seguro que te hubiera transmitido su drama, las injusticias que se
cometieron… y tu posiblemente lo hubieras transmitido a tus hijos… no, la
historia, nuestra historia no está cerrada mientras no se restañen los efectos
de esa guerra… no sirve de nada que pase el tiempo, el problema, la división
está ahí… y no te extrañe que de no reaccionar, el País siempre estará segmentado…
en fin, es una reflexión mía… solo mía.
— Tienes razón
Lucía… toda la razón. También mi familia era tradicionalista, solo mi madre
cuando aún estaba viva me contaba historias de la guerra, de que su padre
estuvo encarcelado por los milicianos por no pensar como ellos, que fusilaron a
un tío suyo cura… y lo cierto es que lo contaba con mucha animosidad hacia el
lado republicano… pero la verdad es que de vivir tan impregnado de aspectos
beatos y nacionalistas, como por ejemplo obligarme de chico a ir a misa,
comprar bulas al cura para comer carne en semana santa o las canciones
patrióticas en clase… y sobre todo comprobar por mi mismo que no todo era tan
bonito… pues porqué no decirlo, también he salido a la contra de las ideas que
recibí en mi educación.
— Somos
rebeldes pues…
— Si… y a
veces, posiciones como las nuestras nos obligan a bailar con lo más feo.
— Bailemos
pues… pero sin confrontaciones, pensando en conciliar sobre todo.
— Esa es tu
posición Lucía y la respeto… pero ellos y sabes a quien me refiero… ¿piensan
como tú?
— Por supuesto
que no… pero poco a poco Roberto, poco a poco… nada se consigue en una hora…
todo puede cambiar...
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