Pedrafosca,
tercera semana del mes de Noviembre, 2015
...Han pasado
un par de días y por lo visto no hay buenas noticias sobre el estado de Paco,
tal es que están dudando sobre si llevarlo al hospital, pero por lo visto él se
resiste y quiere continuar en su lecho… Creo que debo molestarle lo mínimo, la
crónica puede esperar hasta que él me autorice a publicarla en los términos que
quiera y para ello es mejor que se encuentre bien del todo…
Al día siguiente decido ir a visitarle, me recibe
Mercedes quien estos días se está encargando de cuidarle con cariño y esmero.
Paco todavía tiene fiebre y se encuentra algo apurado, dice que de tanto en
tanto, cuando sale del sopor no para de refunfuñar, como si quisiera levantarse
y seguir con sus rutinas, pero ella se lo impide con amabilidad. Me acerco a su
lecho, compruebo que está despierto y le hablo como si quisiera quitarle hierro
al asunto.
— Que tal
Paco… ¿como andamos?
— Como un
cangrejo cojo… que cosas me preguntas… ando jodido, por lo que se ve muy
jodido.
— Me dicen que
sería mejor que te cuidaran en el hospital,
— ¡Quia!...
¡quita, quita!... si he me morir, prefiero hacerlo aquí…
— No te pongas
tan dramático Paco… pronto estarás bien,
ya lo veras…
— Quien sino
uno mismo lo ve venir… yo no volveré a estar bien…
— Bueno… me
gustaría que estuvieras equivocado.
— Y a mí… pero
la parca anda cerca, muy cerca.
— Siento que
lo veas así Paco…
— Tan cerca
que a no tardar hemos de hablar tú y yo muy seriamente…
— Bueno…
bueno, todo se andará, pero preferiría que ahora descansaras, pienso que es lo
mejor.
— Si es lo
mejor… pero no andes muy lejos, por favor.
— … puedes
estar tranquilo, andaré cerca.
— Gracias
Roberto…
Salí de su
casa bastante preocupado, no tenía para nada buen aspecto, la fiebre seguía, su
respiración era dificultosa a la vez que no podía amagar una tos débil pero
persistente… Apenas había andado unos pasos cuando me encontré con Gabriel, el
médico, que justo se encaminaba a visitar a Paco.
— Hola “Doc”…
aprovecho para preguntarte por él.
— No tiene
buena pinta Roberto… son claros indicios de un principio de neumonía… y a su
edad… es una situación delicada.
— ¿Cómo de
delicada?
— Que quieres
que yo te diga… debería estar en un hospital, pero el no quiere… ¿Qué
hacemos? no puedo obligarle.
— ¿Tan grave
es?
— Tanto que se
puede quedar en cualquier momento… si lo llevamos al hospital, quizás se pueda
hacer algo, pero aun así…
— Y si llamamos
a una ambulancia y ya está…
— No se que
hacer… la verdad es que su mente aún está lúcida, es muy cabezón… y no se si
sería peor el remedio que la enfermedad…
— Resumiendo
“Doc”… existe el riesgo de que no salga de esta.
— Sí… para que
vamos a engañarnos.
Difícil
situación… me consta que Paco no ha pisado un hospital en toda su vida, que yo
sepa. Ha gozado de buena salud y cuando ha tenido algún problemilla, el siempre
se ha apañado. Inclusive todos sabemos que tiene un buen conocimiento de las
hierbas medicinales que suele encontrar por el monte y hacía buen uso de ellas…
A no ser que quede inconsciente, va a ser difícil sacarle de allí y si no lo
hacemos… Toda esta circunstancia está haciendo que aparque el tema de la
crónica que le tengo prometida a Lucía, eso ahora no tiene importancia… pero
por otra parte intuyo que algo queda pendiente, si no fuera así él no me
hubiera indicado que tenemos que hablar muy seriamente y que yo no ande muy
lejos… En fin, no me gustaría que los días de Paco Vallejo llegaran a su fin
sin que antes él quede tranquilo.
Esa misma
tarde, estando en mi casa, recibo la visita de Mercedes, trae un recado de
Paco, quiere verme. Raudo, me pongo los
zapatos y salgo al exterior acompañando a la muchacha. Mientras recorremos los
escasos cien metros que nos separan, ella me comenta:
— Parece que
se encuentre mejor… pero puede ser un espejismo, el caso es que quiere verle,
pero el doctor Gabriel me ha insistido que no le hagamos hablar demasiado y que
no se canse… por lo que le ruego que lo tenga en consideración.
— No te
preocupes Mercedes, lo tendré en cuenta… veamos que quiere de mí.
Traspasamos
el umbral de su casa y nos dirigimos al lecho… Paco está medio incorporado a
base de almohadones en su espalda, por lo visto para facilitar su respiración,
se le nota tranquilo. Nada más verme me comenta:
— Han dicho
que no me enrolle demasiado… no es mucho lo que tengo que decir, ahora…
Roberto, ve al primer cajón de esa cómoda, verás un sobre ancho y amarillo ya
viejo por los años… acércamelo por favor.
Me dirijo a
la pequeña cómoda, no mucho más grande que una mesita de noche y que me había
pasado inadvertida, allí en un rincón de la sala medio en penumbra. Abro el
cajón y junto a otros papeles encuentro el sobre.
— ¿Es este
Paco?
— Sí… tráelo
por favor.
Cojo una
silla, la coloco junto a su lecho y se lo entrego, él lo toma con manos
temblorosas, hace un amago de abrirlo pero decide que lo haga yo… Con cuidado,
extraigo lo que parece ser la hoja de una revista bien conservada. Al principio
no veo nada de interés puesto que lo que observo es el lado contrario. Paco me
indica que gire la hoja y allí aparecen unas fotos que tienen toda la
característica de pertenecer a la guerra civil… soldados en unas trincheras, o
en grupos, sin duda es un reportaje que la revista en su día realizó sobre ese tema. El insiste en que
detenga la mirada sobre una de las fotos… es un grupo de cinco milicianos, dos
de ellos muy jóvenes… Paco me saca de dudas inmediatamente.
— Esos dos
somos Vicenç y yo… es la foto que ese fotógrafo americano nos hizo en Aitona…
vete a saber como llegó a esa revista…quiero que la conserves y que la pongas
en el relato que tienes que entregarle a Lucía… no me importa que cuentes que
estuve batallando en esa guerra…
— Esto es muy,
muy interesante …
— Ah… y otra
cosa…
En ese
momento Paco tuvo un acceso de tos que le complicó el habla de por sí ya muy
debilitada… Mercedes se dio cuenta y acudió rauda para rogarme que no lo
cansara más…El hizo un amago como para decirme, que sí que estaba cansado… pero
algo me estaba indicando con la mirada que yo entendí…algo todavía estaba
pendiente de resolverse...
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